Cómo es el proyecto “Metro veinte”.
Metro veinte es un proyecto de serie en realidad virtual que recrea en primera persona y con comicidad la iniciación sexual de una adolescente en silla de ruedas. La ficción compite en Venecia.
Ponerse en el lugar del otro siempre ha sido la consigna humanista por excelencia, pero ¿qué sucede cuando la identificación es literal, cuando la empatía se activa en términos sensoriales? Tal es el interrogante detrás de Metro
veinte, la serie de realidad virtual cordobesa seleccionada para competir este año en el College Cinema VR de la Bienal de Venecia y que pone al espectador en la mente, la visión y el cuerpo de una adolescente en silla de ruedas.
Con dirección de guion de Rosario Perazolo Masjoan, producción de Ezequiel Lenardón y dirección de María Belén Poncio, el proyecto –en etapa de preproducción– está entre los nueve finalistas mundiales a la financiación del concurso, resultado que se conocerá en marzo, y tiene asegurada la participación en el mercado del Festival de Cine de Venecia en septiembre. Los responsables de Metro veinte ya estuvieron en la ciudad italiana en enero, en el taller de curaduría artística que brinda la iniciativa.
“Fueron varias jornadas de trabajo intenso donde el proyecto fue analizado y trabajado con especialistas de distintos rubros del mundo artístico, para potenciarlo. Fue una experiencia maravillosa, tuvimos devoluciones de especialistas en guion, en cámara, en narrativa inmersiva”, cuenta Lenardón, impulsor del proyecto junto a Perazolo Masjoan. El productor conoció a la joven guionista en noviembre de 2016, viéndola disertar en una charla Ted en el Pabellón Argentina de Ciudad Universitaria. Perazolo Masjoan es discapacitada y activista por la visibilidad de las experiencias de las personas de su condición y ha participado en cumbres y congresos globales.
“En un momento de la charla dije que en el espejo lo único que me veo es la frente, porque claramente no llego, y Ezequiel estaba entre el público. Al otro día me escribe por Facebook y me dice que cuando dije esa frase él lo vio con ojos de cine, y que quería hacer algo conmigo –recuerda–. Queríamos abordar la discapacidad pero no sabíamos cómo. Ezequiel estaba metiéndose en la realidad virtual, investigando el tema, y le pareció bueno juntar ambas cosas”.
El metro veinte desde donde Lisi, la protagonista de 18 años, ve el mundo, y los 360 grados de realidad que la rodean, se activan narrativamente con el tan complejo como natural despertar sexual de una chica que no puede caminar. Perazolo Masjoan: “No quería escribir sobre mí sino sobre algo más fuerte. Creamos una historia, un personaje, y pensamos que no hay nada más tabú que la discapacidad y nada más tabú que el sexo. Así nació Metro veinte, sobre una chica en silla de ruedas que busca su sexualidad harta de sentir que no puede o no sabe si puede. Ella sale a encontrar su cuerpo y a alguien también. El espectador se pone en su lugar, vive su recorrido”.
El piloto en forma de cortometraje, que se pondría en marcha en mayo si el proyecto gana en la Bienal, consiste en la primera cita a ciegas de Lisi. Lejos de la solemnidad o la moraleja, el tono de la ficción se inclina por la comedia, con aportes en guion de Elisa Gagliano y Gonzalo Marull. “Estamos acostumbrados a escuchar la discapacidad en voz de otros, de especialistas, de los padres, no es común escucharla en primera persona y menos en tono desdramatizador. La discapacidad está llena de estigmas, prejuicios. Ni siquiera sabemos cómo nombrarla o si nombrarla. Decimos ‘gente especial’, ‘con discapacidades diferentes’, no sabemos ni cómo se dice. Entonces reflejarla y permitir que otro la experimente abre una puerta”, apunta Perazolo Masjoan. Ambiciosa en su despliegue,
Metro veinte no sólo recrea la realidad (virtual) de Lisi –para cuyo diseño es crucial la sociedad con la pionera coproductora porteña Realidad 360 Argentina–, sino también sus fantasías, un mundo doblemente imaginario y visualmente plástico que contará con animación de la productora Maldito Maus, también de Buenos Aires, dirección de arte de Guillermo Mena e intervenciones de Florencia Cossutta. Lenardón: “Ese universo se va a ir entretejiendo con el otro y así aparecen las sensaciones, los tabúes, los miedos, la sexualidad”.
¿Debe entenderse el tratamiento sexual de Metro veinte en términos explícitos? “En la Bienal nos sugirieron subir la temperatura sin perder el valor artístico y estético de lo que se muestra”, revela el productor. Perazolo Masjoan completa: “Sólo hablar de discapacidad y sexualidad ya es incómodo para la mayoría de la gente, no hace falta llegar a lo explícito. Sí pensar a las personas en diversidad y con diferentes cuerpos, exhibir que hay personas en el mundo cuyos cuerpos funcionan de forma distinta y que no se tiene idea de eso. No hablo del sexo sino del hecho de cómo moverse hacia la cama. Hay cuestiones mucho más profundas e impactantes que lo carnal”.
Ponerse el casco
Hablar de realidad virtual y de la incipiente incorporación de la materia en la industria del entretenimiento global requeriría unas cuantas páginas, pero Lenardón hace lo posible por sintetizarlo: “Es una tecnología que está emergiendo, en el mundo se está experimentando muchísimo con este formato. La VR te da la posibilidad de tener una experiencia dentro de lo audiovisual. No solamente estás contando una historia, sino que le ofrecés al espectador vivirla”.
Los espacios de exhibición de los trabajos en el rubro son también nacientes y por ahora restringidos. En ese sentido, si Metro
veinte se concreta llevará un tiempo para que se pueda apreciar en su lugar de origen. Lenardón: “La pieza piloto está planteada para ser proyectada en los festivales donde existe esta tecnología, si es uno de los ganadores se estrenará en el Festival de Venecia. En una segunda etapa la llegada al público va a estar condicionada por la accesibilidad a los cascos. En la Argentina aún falta un mayor acceso a la VR. Hay un visor barato pero que no brinda una experiencia poderosa. Tiene limitaciones técnicas de audio y calidad de la imagen”.
Trabajos ya existentes en la tendencia inspiraron a Metro veinte, como Notes on Blindness ,un documental interactivo reciente de realidad virtual británico sobre la ceguera basado en los diarios grabados en casette del escritor y teólogo John Hull (y que se complementa con el filme del mismo nombre). Pero también hubo influencia de series convencionales como Chewing Gum y The end of the Fucking World .En ese sentido, Metro veinte ya había ganado el concurso de series web del Incaa, y el desenlace de la Bienal puede hacer que el proyecto derive hacia ese formato más convencional. Por ahora reina el trabajo y la ansiedad: “Desde que empezamos no paramos de recibir comentarios de gente que se interesa, halagos o preguntas sobre lo que vamos a hacer. Lo quieren ver, quieren que llegue. Estamos contentos con ese interés”, concluye Perazolo Masjoan.