Las películas extranjeras de los Oscar.
Este año, son cinco filmes muy diferentes los nominados a mejor película extranjera en los grandes premios de la industria cinematográfica. Hacemos un repaso de cada uno.
El imbatible etnocentrismo cultural estadounidense en materia cinematográfica resulta inaprensible para cualquier espectador argentino. El punto de vista de los hombres y las mujeres que asisten a los cines en el país del norte es esencialmente doméstico. Excepto por los excepcionales recintos que ofrecen las grandes ciudades en donde todo se puede ver, el espectador medio ve exclusivamente cine nacional (e industrial).
En esas coordenadas, las habituales películas extranjeras que llegan a la final para su potencial consagración pasan a formar par- te de un misterioso elenco minoritario en una noche concentrada en el glamour y el poder celebratorio de una industria, todo matizado por algún comentario político y alguna que otra vindicación de alguna causa social. Si alguna de las elegidas en este rubro (secundario) tiene algo para sumar a las acostumbradas cuestiones extracinematográficas, acaso cuente con una mayor posibilidad de obtener la estatuilla. Lo biempensante, si no convoca a la discordia, gana por consenso.
En este sentido, las trivialidades humanistas de The Insult la convierten en la candidata en términos no cinematográficos. La extorsión ecuménica de su retórica binaria puede haberle impactado al electorado académico. Es que una con católicos, palestinos y musulmanes en el Líbano en torno a la (in)tolerancia es una elección perfecta. El resto carece de “mensaje” enérgico e inequívoco, aunque Loveless no les puede ser indiferente a los dueños de casa: el filme pretende ser una alegoría de la decadencia moral de la actual madre Rusia, y por tanto una crítica elíptica al régimen cultural de Putin. Por su parte, The Square pretende ser una cruel parodia del universo solipsista y clasista del mundo del arte; no es un tema candente, pero sí espeja a todos los invitados a la fiesta y asimismo a los que deciden. La noble Una
mujer fantástica puede ser leída como un heterodoxo filme sobre violencia de género, una interpretación un poco mezquina para un filme que reúne matices y observaciones menos esquemáticas. En
cuerpo y alma, en cambio, atañe a la esfera privada, a los sentimientos y a la vida onírica en clave metafísica. Si los votantes quieren eludir el imperativo ideológico, la película húngara es entonces una cómoda elección para desoír lo que corresponde.
Con presencia en festivales
Lo más revelador de las elegidas de este año reside en que todas juntas representan equitativamente el poder de los tres festivales internacionales de mayor peso y a su vez caracterizan perfectamente la política cinematográfica de estos.
The Square y Loveless arrancaron en Cannes; sus respectivos directores son autores con el sello de ese festival: ostentan una mirada pesimista del mundo y tal perspectiva se lubrica con cierta espectacularidad formalista. En cuerpo y alma y La mujer fantástica empezaron en Berlín y, como suele pasar en ese festival, la voluntad narrativa y un signo de candoroso humanismo resultan más determinantes que cualquier pirueta formalista. El festival de Venecia, que no está pasando por su mejor período, viene validando en su agenda un involuntario eclecticismo en el que tienen lugar películas televisivas pero con cierta relevancia política. The Insult cumple en todo su esplendor con esa caracterización; es un cuento universal sin riesgo formal alguno que reafirma todos los lugares comunes del malestar en Medio Oriente.
La cercanía entre los festivales y el Oscar les debería preocupar un poco a los responsables de los primeros. Es ya una evidencia empírica que las agendas de la industria estadounidense y las de los festivales, que supuestamente defienden un cine más libre y menos proclive a los dictámenes de la taquilla, tienden a converger.
Esa sí que es una mala noticia en el contexto de la onerosa fiesta de los miembros de la Academia hollywoodense.