VOS

Nathy Peluso, a la vanguardia.

Nathy Peluso integra una nueva vanguardia musical que inspira al movimiento feminista. Hoy será su debut en Córdoba.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

HAY QUE EVOLUCIONA­R... PORQUE A LOS TIPOS NO LES PREGUNTAN CÓMO SE SIENTE HACER MÚSICA SIENDO HOMBRE.

“Yo soy la mulata, tengo la boca de plata. Yo que estaba enamorata, te cantaba serenatas. Acordate que soy Natalia, reina de la vigilia. Deja que te combata ya. ¡Ah no! Te hace falta corashe”. Esta canción que arremete contra un ser timorato devino en himno feminista. La escribió Nathy Peluso, una cantante lujanense radicada en España y que vio cómo muchas de las manifestan­tes del 8M mostraban pancartas con su “Te hace falta corashe” , con el fin de subestimar la supremacía del macho. “Divinas las chicas. Es un honor que mi frase aparezca para reforzar cualquier grito por el amor”, dice Peluso sobre el particular, al atender el llamado de VOS.

¿Se asume feminista, entonces? “Si soy una mujer que da un mensaje de fortaleza, me imagino que sí. Pero siento que también contribuyo al fortalecim­iento del ser humano en general”, contesta esta artista, una rapera experiment­al que siempre traza una línea divisoria entre empoderami­ento y distinción de género para expresarte de tal o cual manera.

“Hay que evoluciona­r… Porque a los tipos no les preguntan cómo se siente hacer música siendo hombre. Tenemos que dejar de fijarnos en la particular­idad de cada género y concebirno­s como seres humanos. Iguales, todos iguales”, remata la dueña de un flow que suele mecerse en humeantes ambientes jazzistas o bluseros.

Peluso tiene una postura similar con respecto a sus propósitos artísticos. Es más, se jacta de estar al frente de una nueva vanguardia. “Esa vanguardia consiste en la rotura de todo encasillam­iento de género musical, de estar en una sola cosa sí o sí, de encerrarse en un solo enfoque. Sólo me preocupa basar mi música en la sinceridad y en la humanidad”, explica.

–En “La sandunguer­a” decís que tenías una “bombachita de Bandana”? ¿Es un recurso lírico o eras fan de Bandana?

–Era re fan. Las fui a ver al Gran Rex cuando era niña. Tenía la bombachita, los zuequitos, la lima de uñas.

–¿Te gustaba Lissa, que era la más rapera?

–Me gustaba Lourdes, la más soulera y blusera. Tenía la voz más potente del grupo.

–Esto me da pie para preguntart­e cuándo llegó esta cultura a tu vida. La del rap, quiero decir.

–Entra en mi adolescenc­ia tardía, descubrí mi pasión por el hip hop tarde. Estaba en España, en contacto con ritmos afroameric­anos y, de a poco, fui descubrien­do la magia del hip hop. En Madrid vivo hace tres años, antes residía en Alicante y en Murcia, creo. He sido muy nómade. El caldo de cultivo de todo está dentro mí, no depende del lugar que habite. De todos modos, es verdad que mi carrera actual se perfiló en Madrid.

–El hip hop masculino suele ser misógino y sexista. ¿Te interesa contrapesa­r esa tendencia?

–Todo lo hago de una manera muy natural, no hago nada premeditad­o o con un propósito más amplio. Hago hip hop porque tengo que hacer hip hop, no porque tenga que hacer un contrapeso de nada. Mi arte no está manchado por ninguna pretensión más que el amor. Es la libertad elevada a la música. Lo siento así.

–Si tuvieras que explicarle a un adulto las diferencia­s entre el rap y el trap, ¿qué le dirías?

–Nadie sabe qué es el trap porque es como una moda. Y tampoco me atrevo a decirte qué es el rap, cuál es su límite preciso. Y más cuando velo por la no esquematiz­ación de los géneros. No me atrevería a decir que hago tal o cual cosa, porque muchos meten mi música dentro del neosoul . Con respecto al trap, además, siento que debés tener unas condicione­s vitales, una postura, que no comparto mucho o no tienen que ver conmigo. Puedo tomar unos tempos de caja, explosione­s determinad­as y nada más.

–Además de tu “flow”, también han trascendid­o tus capacidade­s como “performer”…

–Todo está acompañado de mi background del estudio del movimiento, me especialic­é en teatro físico. Pero trabajo en base a la improvisac­ión.

–¿No tenés una coreografí­a prefijada?

–Me gustaría trabajar con coreografí­as precisas porque le aportarían otro tipo de sabor al show. Pero por ahora, improviso y cultivo la frescura.

–¿Volverías a vivir en la Argentina?

–Me encantaría, pero por mi carrera, no puedo pertenecer a ninguna ciudad. Me la paso moviéndome. Mi clave de residencia es disfrutar de Argentina, de Francia, de España, de Brasil. En Argentina está mi raíz. Hacía como ocho años que no venía. Es tal cual te lo digo, volví al país gracias a la música.

–Tu modo de hablar no está afectado por españolism­os, es sorprenden­te.

–Me propuse que no se me pegue el español para que mi modo de hablar sea una de las pocas cosas que me queden de mi raíz argenta.

–Horacio Guarany y Luciano Pereyra son los lujanenses de la música popular argentina. ¿Te gustaría sumarte a esa galería de notables?

–Sería un gran honor.

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