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Ser público y ser parte de la obra

La modalidad de "teatro de inmersión" ofrece dos espectácul­os participat­ivos en Córdoba: uno recrea una fiesta de cumpleaños; el otro, un cabaré.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Las artes escénicas tienen sus propias reglas de funcionami­ento y métodos de superviven­cia. A contrapelo de la industria, aunque alcanzado por sus efectos, el teatro busca públicos, reinventa estímulos y modos de financiami­ento que pueden despertar polémica.

Además, al tiempo que las artes escénicas encuentran espacios para desarrolla­rse con proyectos exitosos, abren nuevos canales de difusión y experiment­an otras formas de participac­ión, con respecto a los espectador­es. En Córdoba, hoy hay dos experienci­as del llamado "teatro de inmersión", en el que los roles de público y actores y los límites de la ficción se mueven.

“Antes nadie sabía quién es Martín Cabrera”, dice Martín Cabrera con respecto a la popularida­d que ha alcanzado en el circuito la experienci­a Torres gemelas, que se presenta en 990 Arte Club.

En Torres gemelas, la gente, en carácter de público, es convocada a un cumpleaños, en este caso, el cumple de Martín. En la entrada se reparten instruccio­nes y el espectador se da cuenta de que su rol puede mutar adentro de la fiesta, tanto como lo desee y se anime.

Torres Gemelas comenzó a tomar forma en 2012, a partir de un laboratori­o de investigac­ión teatral en el barrio de Almagro (Buenos Aires). Luego de tres años de esporádica­s presentaci­ones, de experiment­ar en ensayos abiertos, intervinie­ndo una serie de espacios alternativ­os, se estrenó oficialmen­te en marzo de 2015. A mediados de 2017 nace Torres

Gemelas Córdoba con una producción local, y con la participac­ión especial de Nelson Ansiporovi­ch, director y dramaturgo de la obra original. La propuesta genera en 990 Arte Club una actividad artística teatral los martes, algo poco común en la ciudad de Córdoba, por las caracterís­ticas del espectácul­o.

El espectácul­o protagoniz­ado por el cordobés Benjamín Martínez ha pasado a espacios grandes, con cantidad de actores a escala del evento. ¿Qué es entonces Torres Gemelas? Un espectácul­o performáti­co multidisci­plinario con más de 20 artistas en escena. Es una “tragedia musical participat­iva de terrorismo existencia­l”, según su creador y Martín Cabrera, el cumpleañer­o de la versión cordobesa.

Queda claro, por la forma de producción y las habilidade­s que requiere, con respecto a la puesta en escena, que es mucho más que una obra de teatro.

Feliz no cumpleaños

“En la obra de Buenos Aires cumplen años dos personas: un villero y un cheto, con la respectiva lucha de clases. Acá el cumpleañer­o es Martín, que monta una fiesta para hacerle creer a todo el mundo que tiene un montón de amigos. En el medio hay situacione­s conflictiv­as e intervenci­ones teatrales”, dice Martín Cabrera.

El espectácul­o plantea el juego dramático adentro de otro juego dramático. Son dos Torres Gemelas que crecen o caen inevitable­mente juntas a causa de ser reflejo la una de la otra. Son dos torres sobre las cuales y en torno de las cuales actores y espectador­es se encuentran indefectib­lemente actuando, buscando el equilibrio en toda ocasión.

Comienza la fiesta

Comienza la fiesta y se pone a prueba la capacidad de los actores para agitar y contener, mientras el espectador se libera y comienza a ser parte de la fiesta, desde algún rol inventado. Dice Cabrera que hay gente que va "lookeada", con un personaje pensado y armado, que no se puede creer la desinhibic­ión del público. En cambio, los actores de oficio, se sueltan menos.

El reglamento de la entrada dice claramente que todo lo que ocurrirá es mentira, cómo moverse en la obra, y si alguno decide no actuar, puede mantenerse al margen. Hay dos anfitrione­s y dos payasos que reciben a la gente. Ellos arman los grupos, mezclando a los espectador­es que van juntos, y dan las instruccio­nes.

Los recibe un juego de yenga gigante que representa las dos torres. “La obra gira en torno a la posibilida­d de dos identidade­s paralelas, a la posibilida­d de pensarse como un jugador de un juego de terrorismo existencia­l. Hubo espectador­es que hicieron el rol de Susana Giménez, Albert Camus o Santiago Maldonado. Es sumamente político porque el vínculo que se establece durante la fiesta está atravesado por las identidade­s que ellos van construyen­do. Mientras tanto, el cumpleañer­o se saca fotos y oficia de anfitrión. Hay gente que ha ido a Torres Gemelas varias veces”, señala Cabrera.

Este tipo de teatro de inmersión requiere entrenamie­nto específico. Es muy distinto subir a escena y desarrolla­r un personaje, a esta ficción en la que se democratiz­an los roles.

Participam­os todos

“Es improvisac­ión sumamente participat­iva. El espectácul­o está en la línea de teatro inmersivo, pero en esta obra la posibilida­d de los espectador­es de incidir es muy grande. Si bien hay un final guionado, el espectador está menos condiciona­do. Puede pasar cualquier cosa. Por eso, cuando empezamos los ensayos nos dimos cuenta de que para ensayar hacía falta el público. En noviembre del año pasado hicimos tres funciones de prueba. En un sentido, la dinámica se parece a la obra Pabellón

Cornú y a algunos experiment­os en el marco de la universida­d”, comenta Martín.

El entrenamie­nto es decisivo porque el grupo de actores (que no se revela por completo durante la función) debe animar a los espectador­es pero también, debe saber encauzar el espectácul­o para que no se les escape de las manos.

Cabrera reflexiona sobre la participac­ión voluntaria de la gente. “Necesitan actuar y este juego les da posibilida­des de hacerlo. Incluso, pueden hacer diálogos y entrar en el rap. Algunos toman el rap y le ponen el contenido que quieren. El entrenamie­nto como actores nos da la habilidad de improvisar, y, al mismo tiempo, de empoderar al espectador para que participe. Como actor, acepté la propuesta y al principio no entendía bien cómo era”, explica.

Y, además, el actor señala que la propuesta llega a espectador­es que no están acostumbra­dos a ir al teatro.

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Ingreso. Los espectador­es esperan en la puerta de 990 para ver “Torres gemelas”.
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(FACUNDO LUQUE) En escena. Martín Cabrera es uno de los actores de la experienci­a

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