Ser público y ser parte de la obra
La modalidad de "teatro de inmersión" ofrece dos espectáculos participativos en Córdoba: uno recrea una fiesta de cumpleaños; el otro, un cabaré.
Las artes escénicas tienen sus propias reglas de funcionamiento y métodos de supervivencia. A contrapelo de la industria, aunque alcanzado por sus efectos, el teatro busca públicos, reinventa estímulos y modos de financiamiento que pueden despertar polémica.
Además, al tiempo que las artes escénicas encuentran espacios para desarrollarse con proyectos exitosos, abren nuevos canales de difusión y experimentan otras formas de participación, con respecto a los espectadores. En Córdoba, hoy hay dos experiencias del llamado "teatro de inmersión", en el que los roles de público y actores y los límites de la ficción se mueven.
“Antes nadie sabía quién es Martín Cabrera”, dice Martín Cabrera con respecto a la popularidad que ha alcanzado en el circuito la experiencia Torres gemelas, que se presenta en 990 Arte Club.
En Torres gemelas, la gente, en carácter de público, es convocada a un cumpleaños, en este caso, el cumple de Martín. En la entrada se reparten instrucciones y el espectador se da cuenta de que su rol puede mutar adentro de la fiesta, tanto como lo desee y se anime.
Torres Gemelas comenzó a tomar forma en 2012, a partir de un laboratorio de investigación teatral en el barrio de Almagro (Buenos Aires). Luego de tres años de esporádicas presentaciones, de experimentar en ensayos abiertos, interviniendo una serie de espacios alternativos, se estrenó oficialmente en marzo de 2015. A mediados de 2017 nace Torres
Gemelas Córdoba con una producción local, y con la participación especial de Nelson Ansiporovich, director y dramaturgo de la obra original. La propuesta genera en 990 Arte Club una actividad artística teatral los martes, algo poco común en la ciudad de Córdoba, por las características del espectáculo.
El espectáculo protagonizado por el cordobés Benjamín Martínez ha pasado a espacios grandes, con cantidad de actores a escala del evento. ¿Qué es entonces Torres Gemelas? Un espectáculo performático multidisciplinario con más de 20 artistas en escena. Es una “tragedia musical participativa de terrorismo existencial”, según su creador y Martín Cabrera, el cumpleañero de la versión cordobesa.
Queda claro, por la forma de producción y las habilidades que requiere, con respecto a la puesta en escena, que es mucho más que una obra de teatro.
Feliz no cumpleaños
“En la obra de Buenos Aires cumplen años dos personas: un villero y un cheto, con la respectiva lucha de clases. Acá el cumpleañero es Martín, que monta una fiesta para hacerle creer a todo el mundo que tiene un montón de amigos. En el medio hay situaciones conflictivas e intervenciones teatrales”, dice Martín Cabrera.
El espectáculo plantea el juego dramático adentro de otro juego dramático. Son dos Torres Gemelas que crecen o caen inevitablemente juntas a causa de ser reflejo la una de la otra. Son dos torres sobre las cuales y en torno de las cuales actores y espectadores se encuentran indefectiblemente actuando, buscando el equilibrio en toda ocasión.
Comienza la fiesta
Comienza la fiesta y se pone a prueba la capacidad de los actores para agitar y contener, mientras el espectador se libera y comienza a ser parte de la fiesta, desde algún rol inventado. Dice Cabrera que hay gente que va "lookeada", con un personaje pensado y armado, que no se puede creer la desinhibición del público. En cambio, los actores de oficio, se sueltan menos.
El reglamento de la entrada dice claramente que todo lo que ocurrirá es mentira, cómo moverse en la obra, y si alguno decide no actuar, puede mantenerse al margen. Hay dos anfitriones y dos payasos que reciben a la gente. Ellos arman los grupos, mezclando a los espectadores que van juntos, y dan las instrucciones.
Los recibe un juego de yenga gigante que representa las dos torres. “La obra gira en torno a la posibilidad de dos identidades paralelas, a la posibilidad de pensarse como un jugador de un juego de terrorismo existencial. Hubo espectadores que hicieron el rol de Susana Giménez, Albert Camus o Santiago Maldonado. Es sumamente político porque el vínculo que se establece durante la fiesta está atravesado por las identidades que ellos van construyendo. Mientras tanto, el cumpleañero se saca fotos y oficia de anfitrión. Hay gente que ha ido a Torres Gemelas varias veces”, señala Cabrera.
Este tipo de teatro de inmersión requiere entrenamiento específico. Es muy distinto subir a escena y desarrollar un personaje, a esta ficción en la que se democratizan los roles.
Participamos todos
“Es improvisación sumamente participativa. El espectáculo está en la línea de teatro inmersivo, pero en esta obra la posibilidad de los espectadores de incidir es muy grande. Si bien hay un final guionado, el espectador está menos condicionado. Puede pasar cualquier cosa. Por eso, cuando empezamos los ensayos nos dimos cuenta de que para ensayar hacía falta el público. En noviembre del año pasado hicimos tres funciones de prueba. En un sentido, la dinámica se parece a la obra Pabellón
Cornú y a algunos experimentos en el marco de la universidad”, comenta Martín.
El entrenamiento es decisivo porque el grupo de actores (que no se revela por completo durante la función) debe animar a los espectadores pero también, debe saber encauzar el espectáculo para que no se les escape de las manos.
Cabrera reflexiona sobre la participación voluntaria de la gente. “Necesitan actuar y este juego les da posibilidades de hacerlo. Incluso, pueden hacer diálogos y entrar en el rap. Algunos toman el rap y le ponen el contenido que quieren. El entrenamiento como actores nos da la habilidad de improvisar, y, al mismo tiempo, de empoderar al espectador para que participe. Como actor, acepté la propuesta y al principio no entendía bien cómo era”, explica.
Y, además, el actor señala que la propuesta llega a espectadores que no están acostumbrados a ir al teatro.