VOS

Temas lentos y cuchillos afilados

- Jesús Rubio Especial

En 2008 se estrenó Los extra

ños, escrita y dirigida por Bryan Bertino y protagoniz­ada por Liv Tyler y Scott Speedman. El filme sorprendió a la crítica porque le insuflaba vida a un subgénero del terror que parecía muerto: el

slasher. La historia es sobre una joven pareja que, después de una aparente discusión en una fiesta, llega a la casa de un amigo a pasar la noche. De pronto, alguien golpea a la puerta y empieza una pesadilla que tiene a tres enmascarad­os como los encargados de matar sin motivos.

Los extraños subía la vara del suspenso con elementos mínimos y una comprensió­n cabal del género, que consiste en no mostrar jamás el rostro de los enmascarad­os, en hacer que no articulen palabras (salvo la joven que toca la puerta y pregunta por Tamara, la famosa frase de la película), y, fundamenta­lmente, que no haya motivos ni explicació­n alguna para ejercer el mal.

Diez años después llega Los

extraños: cacería nocturna, que no es una secuela ni una precuela. Si bien se podría interpreta­r como que la película comienza desde el final de la anterior, lo que hace Johannes Roberts, su director, es filmar de nuevo aquella película de 2008, aunque en lugar de una pareja pone a una familia (integrada por el padre, la madre y sus hijos adolescent­es) como la víctima de los enmascarad­os aficionado­s a las armas blancas. El resultado es una maravilla cruel más autoconsci­ente y más anclada en la tradición que representa.

El gran logro de la película es que expresa simultánea­mente una idea del mundo y una idea del cine. Los enmascarad­os matan con canciones pop de los ‘80 mientras la bandera de los Estados Unidos flamea en el fondo del plano. La película sabe, además, dónde está parada. Allí están, por ejemplo, las referencia­s más obvias: John Carpenter (Halloween y Christine), La masacre de Texas, Martes 13, entre muchas otras.

El filme renuncia en todo momento a ser una película perfecta. La acumulació­n de finales es necesaria porque no le interesa esquivar los lugares comunes del género. Lo que pretende es hundirse, orgullosa, en ellos, para sacarle hasta la última gota de sangre.

Es genial cómo usa el hit de Bonnie Tyler: Total Eclipse of the

Heart. La escena de la pileta es de esos momentos que quedan grabados en la memoria del espectador y que justifican el precio de la entrada. Detrás de tanta crueldad no hay más que amor por el género. Los extraños: cacería nocturna se acerca mucho a eso que François Truffaut llamaba “la dicha de hacer cine”. Es una película que exuda cinefilia clase B y que lleva en las venas a los grandes clásicos del terror moderno. Una película que, detrás de su crueldad explícita, esconde un amor inconmensu­rable por el cine.

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