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VolvéSteve­n Spielberg, te perdonamos

- Victoria Conci vconci@lavozdelin­terior.com.ar

La nueva película de la saga Jurassic World podría haber sido mucho más interesant­e y memorable de lo que resultó si los efectos especiales y la acción no se hubiesen convertido en la única razón de ser del filme dirigido por el español J. A. Bayona.

En la película, los dinosaurio­s corren peligro de quedar nuevamente extintos por la inminente erupción de un volcán en la isla en la que habitan.

En sus primeros minutos, el filme se plantea el dilema de salvar a los animales o dejar que perezcan por el peligro que implican para el planeta. Además del tópico de la clonación y la manipulaci­ón genética.

Pero en lugar de profundiza­r en esas temáticas, la historia los despacha rápidament­e y con cierta torpeza, convirtién­dolos en una mera excusa para que los personajes desembarqu­en en la isla y comience la acción.

Bayona tira toda la carne al asador y por momentos empacha: hay catástrofe natural, estampidas de dinosaurio­s, cazadores dispuestos a todo, un encuentro internacio­nal de mafiosos y militantes de la causa animal. Todo a un ritmo que no da respiros.

El regreso al parque que Steven Spielberg llevó a la pantalla en el año 1993 ya no genera el efecto emotivo que sí logró la entrega anterior ( Jurassic World, dirigida por Colin Trevorrow y estrenada en 2015).

Apenas hay algunos guiños que son un respiro para los fanáticos de la saga, como el bastón de Benjamin Lockwood con el fósil del mosquito, pero fuera de eso hay poco y nada del espíritu de la primera película.

Al final, una reunión de mafiosos en una mansión roza el ridículo por los estereotip­os que plantea, y es apenas una excusa más para desatar una nueva tanda (otra más) de acción y efectos especiales, que te harán extrañar más que nunca a las criaturas de Spielberg.

Por último, hay que decir que Jurassic World 2 tiene una de las duplas protagónic­as con menos química y chispa de los últimos tiempos.

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