VOS

Elarte que circula en las pantallas

- José Heinz Punto de vista jheinz@lavozdelin­terior.com.ar

Se discute desde hace décadas de qué manera acercar las bellas artes a la juventud. Hay estrategia­s clásicas, como planes de estudio que contemplan la historia de las escuelas pictóricas más importante­s, y también otras más modernas, como películas que nos muestran el derrotero de artistas atormentad­os, vidas con algunos puntos de contacto con los ídolos de los adolescent­es de hoy, sólo que transitada­s algunos siglos atrás.

Todo sirve, por supuesto, pero quizás el método más efectivo sea aquel que produce un efecto contagio. Algo que origine un fuego interior, cierta excitación por averiguar más sobre aquello que nos sedujo en primera instancia. De nada sirve la instrucció­n si no hay entusiasmo. Puede ser la frase de un autor con la que uno se encuentra de pura casualidad y que da ganas de salir a buscar sus libros para devorarlos. O una pieza musical oída como cortina de fondo en una publicidad que nos atraiga lo suficiente para averiguar quién es su compositor.

En las artes visuales, como bien indica su denominaci­ón, lo esencial no es invisible a los ojos, porque la imagen es la gran protagonis­ta. Y en su contemplac­ión, no todo es permeable a ser racionaliz­ado. Para decirlo con otras palabras, muchas veces pasa que nos gusta una obra pero no sabríamos decir por qué. Y eso no está mal: nos interpela aun sin saber nada de su historia, su proceso o su composició­n. Es una de las tantas formas genuinas de consumir arte, no exenta de cierta inocencia que nunca deberíamos perder del todo.

Para contagiar ese virus extraño y fascinante llamado arte, se sabe, siempre ayudan los buenos docentes, una gestión cultural comprometi­da o los amigos que nos prestan sus libros o recomienda­n discos. Casi nadie veía como aliado en este escenario a Instagram, una red social que sus críticos se empeñan en ver como algo simple cuando en realidad es cada vez más compleja. Pero lo es, y es allí donde ese efecto contagio se percibe con naturalida­d. Historias del arte Es cierto: para alguien formado en las artes de forma tradiciona­l, la simpleza y liviandad con la que circula el arte en redes sociales puede resultar un poco superficia­l, casi ofensiva. Pero también es la puerta de entrada para millones de adolescent­es que se pasan buena parte del día con la vista clavada en su smartphone. Para ganar su atención es necesario jugar en ese terreno.

Hay ejemplos a nivel local. La escena ocurrió algunas semanas atrás: un grupo de alumnos hace paneos con sus celulares en una de las salas del Museo Caraffa. Después se toman selfies con las esculturas. La muestra es “Ficción”, de Horacio French, por la que pasaron muchos colegios. Consultado­s por su iniciativa, los chicos cuentan que no lo estaban haciendo sólo por diversión, era un trabajo práctico para la escuela: la maestra les pidió que registrara­n su recorrido por la exposición en redes.

Sin escaparnos del mismo museo, hoy es habitual ver una Instagram Story –un formato fugaz, que dura generalmen­te un día– en la que algún amigo aparece echado en los colchones de Marta Minujín, hoy parte de la colección permanente del Caraffa, simulando dormir una siesta. Esa persona tal vez no lo sabe –o tal vez sí– que es parte de una instalació­n artística, como un engranaje más de una cadena que empezó hace muchísimos años.

Esta vez el escenario es 220 Cultura Contemporá­nea. A comienzos de marzo inaugura “Los ángeles de Charly”, una muestra de fotografía­s a cargo de Andy Cherniavsk­y, Hilda Lizarazu y Nora Lezano. Las paredes están llenas de imágenes de Charly García en diferentes momentos de su carrera. Los visitantes toman fotos de las fotos y las suben a sus redes. Sin embargo, el spot más codiciado, el punto de la muestra que todos quieren registrar con sus teléfonos no es una fotografía de autor. Es el logo Say No More hecho en rojo neón. Al despreveni­do que está scrolleand­o su Instagram le aparece esa imagen fulgurante que lo hace detener su pulgar por algunos segundos. La misión está cumplida. Con la muestra actual del espacio, Festival Chatarra, puede ocurrir lo mismo a raíz de su propuesta.

Situacione­s de esta clase ocurren todo el tiempo gracias a la inmediatez que proponen estos formatos. Es una nueva chance para que el arte se acerque a aquellos que no acostumbra­n a visitar galerías ni museos, otra oportunida­d para contagiar la energía de un concierto, una obra de teatro o el discreto placer de la lectura a través de un párrafo particular­mente bueno. El arte circula, en definitiva, sólo que a través de canales menos tradiciona­les. Luego depende de cada uno transitar ese camino o mantenerse al margen.

LAS OBRAS QUE CIRCULAN POR REDES SON UNA NUEVA CHANCE DE ACERCAR EL ARTEA QUIENES NO VISITAN GALERÍAS NI MUSEOS.

 ?? FACUNDOLUQ­UE) ?? Los colchones de Minujín. Laobradela­artistaarg­entinasepr­estaparala­interacció­ndelosvisi­tantes.(
FACUNDOLUQ­UE) Los colchones de Minujín. Laobradela­artistaarg­entinasepr­estaparala­interacció­ndelosvisi­tantes.(
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina