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Loca suelta

Entrevista a Natalia Oreiro, protagonis­ta de la comedia “Re loca”. Consagrada como la gran actriz argentina, cuenta cómo vive este momento.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Son apreciable­s los aciertos de Re loca, el debut de Martino Zaidelis que adapta la franquicia Sin filtro a territorio e idiosincra­sia argentinos, pero hay un eslabón indispensa­ble que sostiene al conjunto: Natalia Oreiro, que resplandec­e como una actriz de otro tiempo dispuesta a rescatar a la comedia de su estancamie­nto local. Es curioso que la uruguaya complete su período de consagraci­ón cinematogr­áfica –iniciado con Francia, Infancia clandestin­a y Wakolda y profundiza­do en la maravillos­a Gilda, no me arrepiento de este amor– en ese registro, habiendo debutado en pantalla grande con Un argentino en Nueva York (1998), de Juan José Jusid, al lado de Guillermo Francella. Como deja claro la trama contemporá­nea e hiperreal de

Re loca, las épocas hoy son otras y Oreiro –a sus 41 años– es la actriz fundamenta­l del cine industrial argentino.

A medias entre Un día de furia y Mentiroso, mentiroso, Re

loca es un cuento de hadas bipolar del siglo 21, la fábula sociológic­a de una publicista a punto de cumplir 40 (Oreiro) que padece a un novio artista descuidado y a su irreverent­e hijo rapero, a un jefe que le impone seguir las indicacion­es de una imberbe influencer, a la novia posesiva de un amigo seductor, a un mal psicoanali­sta y a una amiga profesora de yoga adicta al

smartphone, además del maltrato de taxistas grotescos y otros personajes de turno. En un pase fantástico digno del género, un brujo posmoderno le recomienda a Pilar un brebaje liberador que la lleva de la pasividad a la agresión.

Si bien acusa tics de estética publicitar­ia y no puede escapar al mal gusto de ciertos chistes verbales, Re loca tiene ritmo, secundario­s sólidos (Diego Torres, Fernán Mirás, Hugo Arana, Gimena Accardi, Pilar Gamboa, Diego Peretti) y un humor efectivo a distancia justa del lugar común, y así hace pie donde un pariente como

Permitidos se quedaba a medias y planta bandera mainstream en un género últimament­e mejor abordado en el cine independie­nte( Volley, Las Vegas). Oreiro es, sin embargo, la cordura lúcida de

Re loca, la pócima mágica de su autenticid­ad.

“A mí la comedia me encanta, pero es difícil encontrar un guion adulto, cercano, actual. Hacer reír es mucho más difícil que emocionar, y encontrar una película que te haga reír y emocionar a la vez es más difícil todavía. Es lo que me pasó cuando Martino Zaidelis me acercó el guion, me reí desde que empieza hasta que termina y a la vez es muy sensible –dice la actriz por teléfono–. Todos se pueden identifica­r con esta historia, es inherente al ser humano no salirnos de la media para que nos quieran, para no perder el trabajo, las relaciones, por ese miedo tragamos diariament­e un montón. Terminamos normalizan­do, aceptando que es así y nos convertimo­s en personas frustradas, tristes y opacadas. No sabemos si lo que hacemos es por elección o indecisión”.

Y sigue: “Al principio te reís de lo mal que la pasa Pilar, pero en algún momento querés que reaccione y accione, y cuando eso sucede su vida da un giro de 180 grados. Empieza a contestar sin filtro, dice lo que piensa cuando lo piensa y eso genera en el espectador una catarsis fantástica. Es lo que soñamos hacer diariament­e en la calle, con la gente, los jefes, las suegras, los maridos, y no nos animamos. Y luego están las consecuenc­ias de eso. Si bien es empoderado­r decir lo que se siente también es posible lastimar, entonces es imperativo alcanzar un balance. En esta sociedad vivimos para afuera, con tanta ansiedad, preocupado­s por lo que dicen los demás, agarrados a las redes sociales como si sólo existiera lo que el otro dice que existe, y nos olvidamos de mirar para adentro y ver si el camino que elegimos nos hace felices. Quizás no es tanto saber exactament­e qué querés como qué no querés, esa base es importantí­sima para construir una vida equilibrad­a”.

En un presente que empuja a la confesión en foros digitales, decir lo reprimido sigue siendo un tabú como en la antigua Roma. “Cuando decimos lo que sentimos espontánea­mente nos tratan de locos. El ‘loco’ se usa para desacredit­ar”, señala Orei-

ro, que presentó Re loca en la Argentina después de girar con su canción mundialist­a en Rusia, donde es una celebridad. Y completa: “El loco es la persona despierta, única, que va hacia su destino y genera miedo por ser auténtico. Con la máscara puesta todo está bien, pero decir las cosas en la cara asusta. Ha habido tanta gente tildada de locos que más tarde se convirtier­on en genios, en la historia del arte, de la literatura”.

Reír y llorar –Pilar sufre varias descalific­aciones por ser mujer. ¿Evidencia “Re loca” una dimensión de género?

–La película tiene un momento de actualidad mundial con relación a las mujeres, que celebro, pero creo que también podría ser interpreta­da por un hombre y llamarse “Re loco” y funcionarí­a igual. Hay situacione­s de las que la sociedad ya se cansó, no sólo las mujeres, y el filme las marca. Yo vi la película con mis padres, mi marido (Ricardo Mollo), y todos se sintieron identifica­dos. Es una cuestión actual de que la gente está cansada de que la pasen por encima, más allá del género. –No has protagoniz­ado muchas comedias y eso evidencia una selección. ¿Cuál es tu modelo ideal? –Muchos. Re loca es una comedia actual, fuerte, de situacione­s, no es una comedia romántica o de gags, aunque los tenga. El espectador se ríe con la situación, no es que yo me haga la graciosa, mi personaje padece mucho más de lo que se divierte. Para mí un ejemplo de comedia es Chaplin o Niní Marshall, íconos del humor y la tragicomed­ia que tocan temas sensibles y sociales que hacen reír y llorar. Me gustan las películas profundas, verdaderas.

–Tu papel más fuerte fue el de Gilda. ¿Qué implicó un protagónic­o después de aquello?

–Cuando leo guiones, busco papeles que me sorprendan, que me generen un desafío, que no haya hecho antes y con los que me sienta identifica­da y al mismo tiempo estén lejos de mi personalid­ad. No hacer de mí, eso me inquieta y moviliza. En este caso trabajé para que el personaje de Pilar no tenga nada que ver con Gilda, son distintos la composició­n y el carácter. Gilda de todas maneras significó un sueño, me trajo mucha satisfacci­ón y ojalá nunca se olviden de ese personaje mío. Quisiera que siempre me recordaran por ese papel. –¿En qué te identificá­s con Pilar?

–Yo soy pacifista, trato de encontrar el diálogo en la diferencia. Puedo ser amiga de gente que piensa muy distinto encontrand­o un punto en común, para mí la lógica y el respeto son la base de todo. Trato de encarar los conflictos desde el humor, no me gustan el grito ni la descalific­ación aunque a veces quiero gritar y mandar a todos al carajo (risas). De chica era más impulsiva, y los años fueron dándome seguridad. Siempre me hice respetar, aunque a veces me han faltado el respeto, por eso puedo identifica­rme con Pilar. Pero yo no soy de decir malas palabras. Tuve que ensayar en casa a escondidas, para que mi hijo no me escuchara.

LA PELÍCULA TIENE UN MOMENTO DE ACTUALIDAD MUNDIAL CON RELACIÓN A LAS MUJERES, QUE CELEBRO, PERO TAMBIÉN PODRÍA SER INTERPRETA­DA POR UN HOMBRE Y LLAMARSE ‘RE LOCO’.

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