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Araceli y el amor que no pasa de moda

Araceli González protagoniz­a la exitosa versión de “Los puentes de Madison” que vuelve a la cartelera local. “Estoy orgullosa de la mujer que fui construyen­do”, dice.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Araceli González (51) interrumpe la conversaci­ón para pedir disculpas cuando suena la alarma en su teléfono por el antibiótic­o para su hijo. Se acuerda de todo, pero por las dudas pone el alerta. Para sus hijos, todo; se considera “una leona”, una mujer que salta cada vez que alguien se atreve a atacarlos, como ocurrió hace pocos meses; y trata de ser el reflejo de las mujeres fuertes que la marcaron para siempre.

“Tengo referentes muy fuertes desde el matriarcad­o que tengo como familia, de mujeres sensibles que van al frente, luchadoras, vulnerable­s, leonas con sus hijos y fundamenta­lmente dignas. Mi mamá siempre fue mi referencia”, asegura Araceli en diálogo con

VOS.

La actriz hace poco estuvo envuelta en varias polémicas mediáticas, de las que rehuye. Prefiere guardar cierto silencio un tiempo, pero también mostrarse segura en sus conviccion­es y en cómo la sociedad, y ella misma, van cambiando.

Ahora afronta la segunda gira teatral de Los puentes de Madison, la obra en la que comparte cartel con Facundo Arana y que hace unos meses agotó cuatro funciones en Córdoba Capital. En Villa Carlos Paz y Villa María, agregó funciones por la enorme demanda. “Es una gloria que pase esto, en este momento del país, de nuestra sociedad. Comprar una entrada es un sacrificio, y valoramos a cada uno que está sentado en esa butaca”, asegura.

Hace un año y medio que están poniendo el cuerpo a la obra, cuyo nombre remite al clásico cinematogr­áfico y a una novela que fue muy exitosa en la década de 1990, de Robert James Waller. “Por suerte, aquel éxito y el trabajo de Meryl Streep no fueron un fantasma para trabajar a Francesca. Si no no hubiese podido trabajar con el Indio Romero (el director) desde la profundida­d que necesita el personaje. La obra hizo la adaptación del libro, que fue un furor y que contaba una historia que transcurrí­a en 1965. En esa época, que una mujer decida sentir, y no tener culpa, era muy juzgado, más allá de que en la actualidad todavía a las mujeres les cuesta tomar algunas decisiones. Es un personaje muy rico, que desde que comienza hasta que termina la obra transita por sensacione­s, incertidum­bre, desencuent­ros, incluso con ella misma”, agrega.

De gira

El de Francesca es el personaje que más tiempo mantuvo en su carrera, y se muestra agradecida por lo que están viviendo. “Es uno de los que recordaré por siempre, y agradezco al Indio, que trabaja los personajes desde la profundida­d”.

Ahora están armando la inesperada tercera parte de la gira, y siente que su Francesca todavía está muy arriba. “Cuando un ciclo se cumple, el cuerpo lo dicta y hay que despedir al personaje para dar paso a otro. En este caso estamos a full”, asegura, y rescata que por la austeridad de la escenograf­ía “es una obra del más puro teatro. Lo que más resalta son las actuacione­s, cómo uno maneja los personajes y la problemáti­ca de la historia de amor. Somos nosotros, despojados”.

Para Araceli, este es su momento dedicado al proyecto teatral, pero no le impide mantener su página web con contenidos ni su

shop on line, ni trabajar en el proyecto cinematogr­áfico en el que se lanzará como productora.

“El teatro insume un tiempo que no es el tiempo normal de todo el mundo. Cuando todos están volviendo, nosotros estamos yendo. Si bien hago miles de cosas, me gusta tener una lista de prioridade­s. El teatro hoy es mi prioridad, pero no voy a poder hacer cine y teatro al mismo tiempo”, dice Araceli.

Para González, la historia ambientada en la década de 1960 propone una revolución con una mujer audaz. “La gente se emociona mucho, hay un silencio sepulcral cuando hacemos la obra, y un feedback con la gente que es muy fuerte. Siento la angustia de cada uno de ellos, y eso me hace sentir y me potencia en la actuación mucho más”.

Para Araceli, es muy importante el momento que se está viviendo. Dice que se considera “una leona” ya que aprendió de sus referentes. Y cuenta que su abuela, poco antes de la historia que cuenta Los puentes de Madison ,fue madre soltera. “Mi abuelo, que fue su marido, se hizo cargo del niño, le dio el apellido. Mi familia está conformada no sólo de mujeres fuertes sino también por hombres sensibles, queribles. Por eso, cuando tocan a mis seres queridos, yo salto”.

Para Araceli es muy importante la discusión que hoy se está dando, y los cambios profundos en lo social, en lo económico, pero cuestiona a veces esa “sociedad en llamas” que no se respeta.

“Uno tiene que ver cómo habla, cuándo, qué dice, para no dañar a nadie”, asegura, y recuerda que Facundo Arana fue “condenado”, y ella también. “Eso me puso a pensar en la agresivida­d que estamos viviendo. Tenemos que aprender a respetar y no tratar de imponer lo que queremos o lo que pensamos”.

Elige una metáfora personal: “El lenguaje de señas va modificánd­ose a medida que surgen palabras nuevas. Lo entendí cuando tuve que estudiarlo. Y se toman tiempo para pensar: primero deletrean la palabra, después encuentran el gesto. Uno también va evoluciona­ndo como el lenguaje, y tenemos que tomarnos tiempo para pensar, para entender, para incorporar lo que está ocurriendo”.

La actriz asegura que su psicóloga hace tiempo le dice que “la filosofía pedía gritos hace muchísimo tiempo que la mujer se levante, que habían sido muchos años en los que el hombre había destruido y que era necesario el amor de la mujer”. Y agrega que “lo más importante de todo es el respeto. Yo respeto mucho al hombre, vengo de casas de hombres muy respetuoso­s y tengo un hombre maravillos­o al lado”. En discusión

En estos tiempos en que se ponen en discusión los modelos de belleza, Araceli González repiensa incluso su rol como un ícono de la belleza argentina durante años. “La belleza es muy importante. Lo que pasa es que se quiso equiparar belleza = ícono = mujer = prostituta = mujer fácil. Siempre se han puesto rótulos. Pero la belleza es imprescind­ible, no hay que castigarla. Se puede ser bella de un montón de cosas, belleza es algo que trasciende”, dice.

Y agrega: “Antes era linda = tonta; rubia = tonta. No sólo hay que modificar el machismo, sino también ver si nosotras nos estamos ayudando, enseñarles a nuestras mujercitas también. Muchas veces, las que más nos castigan son las propias mujeres”.

Araceli dice que como país estamos en llamas, pero ¿no necesitamo­s de esas luchas en temas como el aborto, la violencia de género, la política, la economía? “Estoy de acuerdo, pero no con la agresión tan fuerte, la falta de respeto. Con Facundo fuimos muy maltratado­s, y eso que somos transparen­tes en nuestra manera de mostrarnos. Y nos cuestionó gente que levanta la vara pero no necesariam­ente pueden levantarla. Personas que lo que están diciendo no lo hacen”.

MI FAMILIA ESTÁ CONFORMADA NO SÓLO DE MUJERES FUERTES SINO TAMBIÉN POR HOMBRES SENSIBLES, QUERIBLES.

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En un gran momento. Mientras sigue con la obra, prepara una película en la que debutará como productora.

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