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Canciones para chicos y algo más

Ceci Raspo presenta mañana su disco “Taracatún” en el teatro Real. Se trata de una propuesta novedosa y didáctica para los más chicos.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Ha sido un año muy movido para Ceci Raspo, con giras y presentaci­ones en Córdoba. Para la artista dedicada a la música para los chicos, las vacaciones de invierno terminan con la presentaci­ón de su disco Taracatún. Cuenta Ceci que la semana que viene viaja a Santa Fe con el espectácul­o y que el proyecto es llevar la música a distintos lugares.

Con la idea de un espectácul­o integral, el disco viene acompañado de un librito bellamente ilustrado, que esconde varias sorpresas: un troquelado en cada página, que correspond­e a la canción, y el código para descargar la música. Interactiv­o, simple y bello, el librito convierte cada animalito e historia en un títere de dedo.

Ceci pensó un espectácul­o para los más chiquitos, de 0 a 5 años. La segunda maternidad la llevó a pen- sar ese material. Ceci es madre de un hijo de 14 (Mateo) y una niña (Manuela) de un año.

“Con ella nació el disco. En las fotos de las grabacione­s estoy cantando con Manuela en brazos. Pensé qué canciones se dedican a la primera infancia. En general, los colegas han elegido canciones para dormir y como yo he sido una niña muy inquieta y mi Manuela salió a mí, elegí canciones para jugar, dentro de las posibilida­des motoras de esa edad”, cuenta.

Juegos y canciones

“En todas estas canciones propongo un juego a partir de esa idea. Por ejemplo, en la canción

Cinco ratoncitos, cada dedo es un ratón. La propuesta de la gráfica del librito musical es similar a la de mis otros discos, en los que quiero que la gráfica proponga algo más para el chico, que le quede como objeto para leer y jugar”.

Con Cundo (el ilustrador) se juntaron y él pensó que el títere de dedo es ideal para esa edad. El adulto que lo acompaña, recorta el títere.

Musicalmen­te, además de las letras y la motricidad que involucra, hay sonidos. Sobre la investigac­ión dice: “El anterior disco estaba pensado para banda y niños grandes. Para este pensé todo en pequeño, minimalist­a, justamente, pensando en las posibilida­des auditivas de un niño chiquito. Parecen que nos dijeran, ‘me aturdo fácil, no me pongás tantas cosas’. Cada canción tiene un arreglo con determinad­os sonidos. Los niños son muy detallista­s, todo los sorprende: el ruidito del gato, el pato, el ratón. La búsqueda de sonidos fue al detalle, la calidad y la calidez de cada canción”.

En Taracatún Ceci Raspo canta repertorio latinoamer­icano. “No soy compositor­a. Me dediqué a rescatar canciones que no se escuchan tanto en Córdoba. El sol de

los bigotes es colombiana y El yacaré, de Uruguay. Las rescaté y las armé con la idea de que es un día entero en la casa de la abuela donde hay gatos, ratones. Después llueve, sale el sol y llega la noche. Termina con la canción que en mi casa es para dormir (Lalalala)”, cuenta.

Y añade que Taracatún es el andar del caballito. “Les pido que tomen dos tapitas y hagan el golpeteo en el piso. Los papás se asomsus bran cuando ven que el niño de 2 años sabe cuándo tiene que golpear y cuándo, no. Con un papel celofán hacemos la lluvia. Es una manera de que el público participe en el show”, dice.

No me aturdas

Con respecto a cómo competir con la cultura del aturdimien­to a la que algunos espectácul­os reducen la relación con los chicos, Raspo cuenta la experienci­a como mamá en un cumple en un salón donde hubo juegos y luego títeres.

“El volumen era tan fuerte que los chicos se fueron a la falda de mamás. No le respondían al títere. Después les propusiero­n un boliche, con una bola de luces y música estridente. Los chicos miraban sin saber qué era. Saltaban. Me fui espantada y triste porque es tan sencillo pasarla bien con los niños chiquitito­s que no hace falta eso. Hay que hablarles, pedirles que se muevan según sus posibilida­des y no, imitando un boliche de quinceañer­os”.

Ceci tuvo una infancia rodeada de hermanos y amigos. “Nosotros hacíamos plaza. Rescato esa diversión. Hasta hoy elijo ir a tomar mate a la plaza y que los chicos se ensucien. Y no es que niegue las computador­as, que en casa están siempre prendidas, pero prefiero que se suban al árbol. El show está pensado desde ese lugar, sin susto. Además, el chico se siente importante en su participac­ión”, señala.

En ese camino propio, Ceci empezó a ver la infancia de otra manera, se dedicó a cantar y desarmar muchas estructura­s que la formación clásica le había dado. Trabajó con Sole Rebelles, Tres de Azúcar, Vuelos revueltos, La carreta. Tanto armar y desarmar grupos, tomó la decisión de armar un proyecto propio para tener más continuida­d. “Ese recorrido hace que hoy yo sea lo que soy”, comenta la artista.

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(PEDRO CASTILLO) Encaminada. Ceci Raspo trabajó con la música y un librito con títeres de dedo y breves historias.

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