VOS

Nuestra crítica de “Mamma Mia 2”.

Aunque tiene buenos momentos, la secuela de “Mamma Mia!” no logra encantar del todo.

- Victoria Conci vconci@lavozdelin­terior.com.ar

Hace falta mucho para contrarres­tar la ausencia de Meryl Streep en la segunda parte de Mamma Mia!. Y por más que hay varios motivos que salvan a esta secuela del fracaso, no son suficiente­s para equipararl­a con la de 2008. Tampoco ayuda que varios de los temas de Abba que suenan en esta oportunida­d son menos populares, por lo que pierden un poco del efecto que sí logran los hits. Sobre todo para aquellos que no son seguidores de la música de la banda sueca.

Waterloo, Ihaveadrea­m , The name of the game, Dancing Queen, Super Trouper, Fernando y Mamma Mia son algunas de las canciones más conocidas que suenan en el filme.

En Mamma Mia! Vamos otra vez pasaron cinco años desde que los tres potenciale­s padres de Sophie (Amanda Seyfried) desembarca­ron en la isla Kalolairi. Ahora, Donna (Meryl Streep) pasó a mejor vida y su hija organiza un evento para reinaugura­r el hotel y cumplir el sueño de su madre.

La historia, que no propone grandes conflictos, va y viene en el tiempo. Por un lado el presente, con los preparativ­os para la inauguraci­ón y, por otro, los años ‘70, donde una joven Donna (muy buen trabajo de Lily James) llega por primera vez a la isla, tiene sus conocidas aventuras de verano y descubre que está embarazada.

Si bien las versiones juveniles de los protagonis­tas están en general bien, la película es más efectiva cuando vuelve al presente. Stellan Skarsgard, Colin Firth y Pierce Brosnan tienen la capacidad de reírse de sí mismos y actúan con la naturalida­d de viejos amigos. Algo parecido ocurre cuando aparecen las versiones actuales de las amigas de Donna, interpreta­das por las actrices Julie Walters y Christine Baranski.

Mamma Mia! Vamos otra vez no tiene escenas memorables como la de Pierce Brosnan y Meryl Streep cantando The winners take it all en la colina, pero sí logra emocionar y poner la piel de gallina en varios momentos.

Por más odioso que sea seguir comparando, hay que mencionar que a diferencia de la primera cinta, que ponía en pantalla los paradisíac­os paisajes de Grecia, en esta ocasión el filme fue rodado en Croacia por cuestiones presupuest­arias. El cambio se nota y el paisaje ya no impacta de la misma manera.

La incorporac­ión de Cher al reparto aporta desde lo vocal pero resta desde lo actoral. La artista apenas se mueve, sus parlamento­s no ayudan y la imposibili­dad de gesticular tras tantas cirugías estéticas es llamativa.

El final de la película es de lo mejor y llega con dos sorpresas que emocionan y divierten en partes iguales. Pero mejor no develarlo acá.

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Un lustro. La nueva película transcurre cinco años después de la primera parte.

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