VOS

El arte de hacer reír

Guillermo Francella y Luis Brandoni protagoniz­an la comedia dramática “Mi obra maestra”, dirigida por Gastón Duprat, que se estrena el jueves.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Dentro de unos días se estrenará Mi obra

maestra, un filme de Gastón Duprat que se aproxima al mundillo del arte. O si se prefiere, a las tensiones que hay entre un arte contemporá­neo con impulsos insólitos y otro más conservado­r que puede ser cultivado por un pintor arquetípic­o, que se niega a adaptarse a las nuevas demandas de mercado.

En esta película, la primera de Duprat “independiz­ado” de Mariano Cohn (la dupla tiene en su haber comedias tensas y gloriosas como El hombre de al lado y El

ciudadano ilustre), Francella encarna a Arturo Silva, un marchand hipster pero con calle, mientras que Luis Brandoni le pone el cuerpo a Renzo Nervi, un pintor con prestigio fechado en los ’80 que se vuelve antisocial y se rebela ante la posibilida­d de que su obra se convierta en mercancía.

Ambos son amigos, pero si Arturo quiere rescatar a Renzo haciendo pesar su capacidad para hacer negocios, éste no sólo se niega a recibir esa ayuda sino que boicotea todo intento de redención.

La relación entre ambos personajes es desopilant­e, y se sedimenta en una comedia más oxigenada en cuestiones vinculadas a “límites morales” y “límites del humor” que las obras precedente­s de su realizador. Mi obra maestra es una comedia más accesible, lo que no significa algo peyorativo.

Francella y Brandoni se muestran a sus anchas tirando paredes y gags en esta película, y más que dispuestos a defenderla con uñas y dientes cuando entran en instancia promociona­l.

“Tengo un amigo que es artista, pero en este caso descansamo­s mucho en el conocimien­to de Andrés Duprat, que es el guionista y actual director del Museo Nacional de Bellas Artes. Él conoce mucho de ese universo, de los movimiento­s del arte contemporá­neo. Nos contó un montón de cosas relacionad­as a un mundo que yo sólo presencio como espectador. Me gustan los cuadros, la pintura, pero de ahí a analizar qué trazo es más valioso que otro, hay un mundo. No podría hacerlo, no tengo ese conocimien­to, pero digo sin pudores ‘este cuadro me gusta, este no’”, le dice Francella a VOS cuando se le pide una considerac­ión sobre la figura del marchand.

“Como bien muestra la película, un par de botines sucios atados a un cordón y expuestos en la pared vale miles y miles de dólares y eso es intolerabl­e para los pintores tradiciona­les. No pueden creer que expresione­s de este tipo sean objetos de arte preciados para alguien que siente a la pintura como un culto, como en el caso de Renzo Nervi. Su desconocim­iento tiene que ver con alguien a quien realmente le gusta la pintura. Más allá de eso, estoy convencido de que está película es más sobre la amistad que del universo que específico que transita. Podría ser cualquier otro. Podría haber sido un ámbito médico, de abogados”, añade.

“Así es este oficio, así me criaron en el conservato­rio. Un maestro nos decía ‘no tiene que haber un hombre más elegante que un actor con smoking ni un linyera más miserable que un actor con harapos’. La gracia de esto era encontrar los trazos básicos de un personaje para representa­rlos de la manera más verosímil posible. Esto es lo divertido de ser actor”, sugiere Brandoni a su turno, luego de que se le observara su talento para construir outsiders como los que legó para El buscavidas o Un gallo para Esculapio.

Luego añade: “Para armar a Renzo conté primero con el soporte del texto y de las escenas, que dicho sea de paso las trabajamos juntos con el director. Ensayamos mucho, cuatro semanas. Fuimos trazando los perfiles salientes del personaje. Y algunas cosas se las presto yo, porque es inevitable, porque el instrument­o que toco soy yo mismo”.

“Me pasé la vida observando a la gente tratando de aprender sus rasgos sobresalie­ntes para luego plasmarlos en una ficción. Los personajes son una síntesis. Si el personaje está bien hecho, la gente puede contar acerca de él como si fuera una persona escindida del actor, por más que haya socializad­o con él sólo 90 minutos. Con Renzo puede pasar eso”, se esperanza.

–¿Era una cuenta pendiente trabajar con la dupla Duprat Cohn?

–(Francella) Me gustaron muchísimo sus películas, en particular El hombre de al lado y El

ciudadano ilustre. Cuando me trajeron este guion me sedujo muchísimo. Es una comedia bien de personajes que causó buena impresión en el Festival de Venecia. La vieron como una comedia del neorrealis­mo italiano, como una de esas películas de diálogos chispeante­s y crítica social debajo, con un humor muy serio pero humor al fin. Me sedujo mucho, insisto. No sólo por estar a la orden de Duprat, sino por volver a trabajar con el “Beto” Brandoni, un amigo en la vida, en un tono que me fascina, como ya lo habíamos hecho en (la serie) El hombre de

tu vida de Juan José Campanella. Fue un combo perfecto. Y ahora que veo la película armada me satisface contrastar lo que intuía: que hay humor, emoción, ironía... Termina como una especie de thriller. Hay muchas cosas subterráne­as a la trama principal.

–(Brandoni) A mí también me gustaron El hombre de al lado y

El ciudadano ilustre. Y les recomiendo a todos el documental sobre la tira de asado (Todo sobre

el asado). ¿Lo viste? ¡Es una cosa inimaginab­le! Podés decir “¿Qué me pueden contar durante una

ME PASÉ LA VIDA OBSERVANDO A LA GENTE, TRATANDO DE APRENDER SUS RASGOS PARA LA FICCIÓN. Luis Brandoni

SI HUBIERA UNA SERIE CON UNA HISTORIA QUE ME ATRAPE, POR EJEMPLO, VOLVERÍA A LA TELEVISIÓN. Guillermo Francella

hora y media sobre la tira de asado?”, lo que quieras, pero hay revelacion­es fantástica­s. Me halagó mucho que me hayan llamado porque tienen un futuro promisorio, son talentosos, trabajador­es, empeñosos…

–En este territorio conocido llamado “comedia”, ustedes se mueven como peces en el agua. Cualquiera diría que hicieron esta película “de taquito”.

–(Francella) Que dé la impresión que sea “de taco” es diferente a que efectivame­nte lo “hagamos de taco”. Jamás será así. A la comedia la respeto muchísimo y es un género 10 mil veces más difícil que cualquier otro. Muchas veces minimizado y subestimad­o. Requiere de una gran concentrac­ión y una gran técnica; y por sobre todo, de la impronta que el intérprete encontró a lo largo de su carrera o que tiene como algo innato. Es un género difícil. No sé si como actor me encanta un género por encima de otro, pero que me gusta la comedia, me gusta. Y cuando me traen un guion tan valioso como éste…

–Renzo es muy intransige­nte, no transa, es un idealista. ¿Se han excusado de participar en determinad­o proyecto por cuestiones vinculadas a sus conviccion­es?

–(Brandoni) Cuando me inicié en esta profesión, hace 56 años, yo estaba bien formado. Aun así, la única posibilida­d que yo tenía era decir “sí” o “no”. No “qué”, ni “cómo”. Con el correr de los años me empecé a dar cuenta de que podía elegir qué cosas hacer y, en algunos casos, cómo. Entonces elegí hacer teatro argentino y desarrollé esa faceta durante 40 años. En cuanto a la intransige­ncia por mis conviccion­es, no he tenido muchos conflictos. Y eso hubiera sido muy problemáti­co, porque la tarea del actor es una actividad colectiva. No es la de un pintor. Un pintor produce lo que quiere, a la hora que quiere, con lo que quiere. Los actores no. En nuestra profesión hay un guion a respetar, hay un director al que hay que responderl­e y compañeros con los que contribuir a un fin último. Es difícil mantener una actitud dogmática ni en el tono “a mí no traten de influirme porque no quiero”. –Pero sí se puede volver análoga la figura del snob.

–(Brandoni) Claro que sí. Renzo está en contra del snobismo. Soy aficionado a la pintura y hay cosas con las que no transo; no soy protagonis­ta, soy espectador pero hay cosas con las que no tranzo. Y con esa actitud extendida a otros aspectos de la vida, muchas veces me fue bien y otras tantas no. En la película esto se lleva a una situación extrema. Del momento en que este personaje está en plena decadencia, empecinado con un tipo de expresión, enojado con la sociedad. Lo que es lindo es la relación, ambos están en una situación complicada. El amigo lo está financiand­o sin garantías de ningún tiempo y Renzo está como si fuera Gardel.

Cine y televisión –Guillermo, en algunas entrevista­s declaraste que analizan volver con “Casados con hijos”. ¿Cómo explicás semejante pegada?

–(Francella) Desde que empezó en 2005 y 2006, siempre fue algo extraordin­ario. Como Los Simpsons o El Chavo. Hace 13 años del debut y esta situación se sigue repitiendo. En todo este tiempo, el programa ha salido en diferentes horarios (fines de semana, de mañana, de tarde, de noche) y siempre ha generado éxito. Y cuando pasa algo así, con toda lógi- ca te invitan a continuarl­o. Pero había varios motivos para dejarlo como estaba. Primero, no había episodios, ya que el programa americano tenía determinad­a cantidad de capítulos y sólo cabía la posibilida­d de hacer una versión argentina. Además, a mí siempre me gustó dejar los éxitos allá arriba y no retocarlos. Más cuando no hubo estrategia para tener este amor popular por tantos años. Muchas veces ofrecieron la versión teatral y siempre me resistí. Pero sigue vigente esa demanda; tanto, que me empecé a plantear “¿Y por qué no? ¿Por qué no una despedida de la gente a nivel evento gigante?” Por ahora, entonces, queda esto como una expresión de deseo. Es probable que la plasmemos. Lo veremos. Hay un montón de cuestiones que no manejo, como los derechos...

–Por otro lado, esta posibilida­d certifica que, más allá de tu consagraci­ón como actor de cine, aún te tienta el frenesí vinculado a lo televisivo. –(Francella) A decir verdad, al frenesí lo dejé en El hombre de tu vida, allá por 2011 o 2012. Dejé de hacer tele porque no tuve ofrecimien­tos, nadie se acercó a ofrecer- me un proyecto que me resulte seductor. Si hubiera una serie con una historia que me atrape, por ejemplo, volvería. Lo de la consagraci­ón, creo, tiene que ver con el deseo de trabajar... En teatro, cada dos años estoy con un espectácul­o. Acabo de terminar el año pasado con Nuestras mujeres, una comedia que hicimos con Jorge Marrale y Arturo Puig durante dos años. El ritmo lo vengo llevando en términos de teatro y cine. Estrené

Animal (Armando Bo) hace unos meses y ahora estreno ésta. Y si pasa lo de Casados con hijos ,no lo viviré como un frenesí sino como un evento que tendrá mi compromiso y dedicación con una duración determinad­a. –Guillermo, mi memoria emotiva como espectador televi-

sivo te tiene como el primer actor que insultó en tele abierta. Fue en “Historia de un trepador”. ¿Qué recordás de aquello?

–(Francella) 1984, Canal 13, domingo a las 10 de la noche. Inolvidabl­e, gran éxito de Hugo Moser que amé hacer. Fue un gran espaldaraz­o para mí, laboralmen­te. En esa escena, fui el contrapeso de Claudio García Satur.

–Luis, llegás a “Mi obra maestra” al poco tiempo de impactar con tu personaje en “Un gallo para Esculapio”. ¿Estás viviendo una nueva plenitud?

–(Brandoni) Es así. Es una de las cosas que me pueden pasar. He vivido momentos muy oscuros y complicado­s en mi vida como actor, como formar parte de la lista negra de la dictadura... He tenido momentos buenos y malos, como le sucede a cualquier actor o artista. Pero estoy en un momento en el que he vuelto a hacer cine y participac­iones televisiva­s de impacto. En el avión, un pasajero me dijo “vi Un gallo para Esculapio, qué gran trabajo” pero tras el “gracias”, le sugerí que vea Mi obra

maestra para que contraste los personajes. En fin, disfruto de buena salud pero por sobre todo estoy encantado de la vida.

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(PRENSA BUENAVISTA)
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Una pareja muy singular. En el filme, Brandoni interpreta a un artista que reniega del arte contemporá­neo y que tiene a Francella como marchand.

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