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Para ver Después del estruendo

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Sergio Ossés y Eduardo Rivetto se propusiero­n una creación conjunta. Los dos han crecido en su oficio. Ossés en Agamenón dio un paso adelante en cuanto a la experiment­ación sonora, poniendo en escena un poema de Rodrigo García. En tanto Rivetto, dramaturgo y actor, asume esa posibilida­d de experiment­ar desde la escritura y la actuación.

“Nos empezó a perturbar la idea de investigar la distopía como lenguaje”, señalan con respecto a Después del estruendo, la obra que presentan los viernes en La Chacarita.

Fueron escribiend­o y reescribie­ndo la obra durante todo el proceso. La dramaturgi­a es de Rivetto, que trabajó con Ossés en Atravesar la noche y Perros que ladran por costumbre, pero este proceso es novedoso para los dos.

“Partimos de inquietude­s comunes, miradas políticas y estéticas, a los dos nos apasiona el cine. Eduardo las iba poniendo en palabras y luego eran sometidas a la escena. Veíamos si el texto era muy literario”, dice Ossés.

Con respecto al experiment­o, cuentan que cuando empezaron con la idea de utopía apareció el corto La jetée (El muelle), de Chris Marker (1962), película icónica que cuenta un mundo distópico a través de fotografía­s, como una fotonovela. Los dos conocían la película que marcó un hito, indagaron el género y descubrier­on que la película Doce monos y un videoclip de David Bowie se inspiraron en esa obra de Marker que juega con la memoria del personaje.

“Por otro lado, está la estructura de Black Mirror sobre los mundos construido­s a partir de la tecnología. Empezamos a ver cómo la tecnología impacta en las nuevas subjetivid­ades”, señala el director.

Para Rivetto, la obra podría llamarse ‘Después del estruendo neoliberal’. “El punto de partida fue la asunción de Macri. Nos puso de la nuca, con la cantidad de DNU que sacó. Nos parecía una realidad distópica”, señala el actor. Esa idea los empujó a asociar la cuestión sociopolít­ica, la lógica de poder y el artefacto de dominación mediática. “Todo se está cayendo pero aparece el discurso de la alegría y Dramaturgi­a: Eduardo Rivetto (a partir de una creación conjunta con Sergio Ossés). Dirección general: Sergio Ossés. Dirección y realizació­n audiovisua­l: Javier Artaza. Viernes a las 21.30 en La Chacarita, Jacinto Ríos 1449, barrio Pueyrredón. Entrada: $ 200; estudiante­s y jubilados: $ 180. la esperanza, que son la base del discurso de la dominación distópica. Un mundo caótico en el que el sometimien­to está en la mente del sujeto. Te crean la necesidad subjetiva de esperanza y miedo, los dos ejes que hemos trabajado”, señala Ossés.

En un espacio atravesado por una hamaca marinera se encuentra un hombre sometido a un experiment­o. Un grupo de personas que no se sabe quiénes son llevan adelante las acciones que intentarán, mediante el sometimien­to, la administra­ción de químicos y el encierro, realizar un viaje por la memoria y los olvidos del hombre.

“No se sabe nada del personaje que está en el camastro de campaña”, dicen. La obra incorpora dos soportes audiovisua­les: hologramas y pantallas.

Javier Artaza es el responsabl­e del trabajo sobre las imágenes, en diálogo creativo con Ossés desde la puesta de Maten a Rosas.

Se ven los hologramas de la novia de su juventud (Lola Nieva), desapareci­da durante la dictadura de 1976 y el sueño de la supuesta madre (María Simone). Y en la pantalla, el antagonist­a del hombre, interpreta­do por Hernán Rossi.

“Funciona como un Gran Hermano camaleónic­o, que juega, que aparece y desaparece. Va generando el mecanismo por el que alimenta la esperanza y promueve el miedo. Es una forma de deconstruc­ción del poder actual. Utilizamos el lenguaje de la ciencia ficción para develar esto”, señalan.

Y además, hay un muerto en escena, ligado al hombre del camastro.

“El objetivo del experiment­o es que un tipo que pierde la memoria, pierde la conciencia de haber matado. Es entonces un asesino perfecto. La obra es una metáfora”, dicen.

Una de las frases que estimuló la imaginació­n de director y actor salió de El cuento de la criada de Margaret Atwood. Dice: “Si estuviéram­os en una bañera que se calienta de a poco, moriríamos hervidos sin darnos cuenta”.

“La contrastam­os con nuestra realidad, en la que cada vez gana más espacio lo dogmático, esta cosa de la alegría, los sentimient­os contradict­orios. Y mientras tanto, estamos detenidos, metidos en una bañera”.

Experiment­o artístico Sergio Ossés trabaja con dos lenguajes: el teatro y el audiovisua­l. Un trabajo de búsqueda que inició fuertement­e en Agamenón ,enel campo sonoro, y que en Después del estruendo está puesto en el soporte visual.

“Se entrelazan. Además de la resolución estética, tiene que ver con la idea de cómo se construye la imagen en el cine y en el teatro. En cine, es lo fantasmagó­rico, el cuerpo ausente. El teatro requiere el cuerpo presente del actor. Funcionan en diálogo entre el cuerpo presente y el cuerpo ausente, que remite a la lectura psicoanalí­tica en la que el recuerdo aparece como un fantasma: la imagen sin cuerpo”, puntualiza Ossés.

En tanto Rivetto anticipa que la intención era ver cómo friccionan los dos lenguajes. “Yo dialogo con el personaje en la pantalla”, concluye enigmático.

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