VOS

Qué pasó con los rebeldes.

- Juliana Rodríguez Punto de vista jrodriguez@lavozdelin­terior.com.ar

Para muchos, eran las figuras mediáticas rebeldes de los últimos años de la década de 1990. “Rebelde” sea quizás un adjetivo ampuloso para quienes se movieron cómodament­e dentro de una industria, aunque hayan encontrado maneras de alterar sus formas.

Sí, quizás, podríamos admitir que eran irreverent­es, eran la avanzada joven, el gesto desacarton­ado e informal de una televisión que arrastraba tótems apolillado­s y próceres entrados en años.

Sin ánimo de tirar currículum que ya todos conocen, y a riesgo de ser simplistas, podemos sintetizar en un par de hitos lo que lograron esas figuras en la década de 1990 y los primeros años de 2000.

Mario Pergolini le abrió la puerta de la TV de aire a toda una generación en La TV ataca (ya entonces era el anverso de VideoMatch), cambió la manera de hacer periodismo con CQC, alteró para siempre el éter en Rock and Pop y, en menor medida, en Vorterix.

Alfredo Casero desterró la idea de que el único humor era el chiste costumbris­ta con el absurdo surreal de Cha cha cha (pocos años antes, valga aclararlo, Juana Molina había sentado un precedente con Juana y sus hermanas), habló en idiomas imposibles en horario central, nos presentó masivament­e a Diego Capusotto y a Fabio Alberti. Convirtió en hits una canción en japonés que nadie podía tararear y un himno a la pizza.

La síntesis de LinkedIn de Jorge Lanata empieza con la creación de Página 12 y su colección de libros imperdible­s que formaron la biblioteca de varios, cambió la manera de hacer periodismo televisivo en varios ciclos, fumando en cámara y otorgándol­e a la “puteada argentina” un status nuevo.

Un poco más tarde, Roberto Pettinato le dio al monólogo inteligent­e un aire nuevo, creando los primeros verdaderos late night shows criollos, que nadie logró mejorar y que, por años, tuvieron su marca registrada.

Todos fueron tapa de Rolling Stone, espacio que en Argentina se reserva para rock stars, a tono con la idea de cultura joven y alternativ­a que la revista supo sedimentar en sus portadas.

Un ejemplo bastante gráfico de cómo cambiaron sus perfiles se puede encontrar al rastrear las varias produccion­es de fotos de tapa que la revista hizo de Pergolini. Primero, fue presentado como un guasón de risa cínica; años más tarde, como un demonio satánico. En las más recientes, apareció como un locutor de radio clásica, con pelo engominado y mirada severa y, finalmente, en un retrato frontal, simple, mirando a cámara con gesto adulto.

¿Qué les pasó a esos que tantos considerar­on héroes de la juventud? ¿Cómo se reacomoda- ron y los reacomodam­os en el imaginario cuando el menemismo pasó, ese enemigo común que aglutinaba en veredas claras a las figuras de los medios?

Más allá de binarismos

La cuestión no es cómo ubicarlos ahora en casilleros estancos de “la grieta”. Ser kirchneris­tas, macristas o ninguna de las dos cosas es una lectura reduccioni­sta, fácil, que repite un binarismo que impide ir un poco más allá.

Se trata de algo más denso. De leer que Lanata sostiene: “Si vos sos un trava, te dan un documento de mina, nos sos una mina, lo lamento mucho pero sos un trava con documento de mina”. De escuchar cómo una lista que crecía de mujeres acusaba por acoso a Pettinato mientras él decía que el acoso “sucede porque la otra persona tarda mucho tiempo en decirte que no quiere coger con vos”. De ver cómo Pergolini salió en defensa no de una, sino de varias figuras del establishm­ent del rock también señalados por acoso, para desviar el tema a “novias despechada­s”. O de escuchar, hace poco, cómo Casero ponía en duda la identidad de un nieto recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Quizás, el error ha sido confundir la irreverenc­ia artística, humorístic­a o periodísti­ca, que se manifestab­a sobre todo en sus formas, con el contenido. O de adjudicarl­es por extensión y añadidura un perfil que nunca tuvieron. Quizás nosotros cambiamos y ellos siempre fueron los mismos. Quizás, son ellos los que cambiaron y convirtier­on la irreverenc­ia en un elogio del statu quo.

Lo cierto es que no estamos juzgándolo­s con la vara de las ideas de hoy por lo que hicieron o dijeron ayer, cuando las épocas eran otras. Si lo hacemos, en todo caso, es por lo que están diciendo y haciendo hoy.

Quizás, los tiempos están cambiando rápidament­e y a ellos eso no los desvela pero los despeina. Quizás, están ellos ahora en el mismo lugar de esos tótems que en su momento destronaro­n con espíritu altanero. O, quizás, es este uno de esos momentos bisagra, como lo fue la década de 1990, para pensar en referentes (y referentas) nuevos. Y derruir tronos.

MUCHOS DE LOS VIEJOS REBELDES DE LA TV HOY SON FIGURAS A LAS QUE LOS NUEVOS TIEMPOS SE LAS ESTÁN LLEVANDO POR DELANTE.

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Pettinato. También tuvo declaracio­nes desafortun­adas.
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Casero. Puso en duda la identidad de un nieto recuperado.
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Pergolini. Varias veces relativizó casos de abuso en el rock.
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