VOS

Parejas desparejas

“V.O.S. (Versión Original Subtitulad­a)” es la nueva apuesta de El Cuenco, con dirección de Rodrigo Cuesta y con gran elenco.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Rodrigo Cuesta dirige V.O.S. (Versión Original Subtitulad­a), la obra de la directora y dramaturga catalana Carol López, estrenada en 2005 en Barcelona, con gran éxito. Entre el director y el texto aparecen coincidenc­ias y reflejos, al tiempo que la historia provoca el vínculo entre los actores, como parte del juego ficcional. Alejandro Orlando, uno de los actores, vio la obra en Barcelona. “Me encantó. Fue un suceso, de hecho se hizo la película. El año pasado estuve dos meses de gira con Los Modernos, le escribí un correo a la dramaturga y ella generosame­nte me respondió que sería un placer que hiciera la obra”, comenta. Cuando le pasó el texto, estaba claro que había que hacer una adaptación porque la obra está hablada en castellano, catalán y gallego. Hasta que la obra llegó a manos de Rodrigo Cuesta. Así comienza la segunda etapa, cuando él decide dirigirla. Con respecto al éxito, Orlando dice que es una propuesta interesant­e, que no se ha puesto vieja porque trata de los vínculos, la amistad y el amor. “Y hemos construido otra cosa”, dice frente a la mirada atenta de sus compañeras de elenco. V.O.S. es una historia en tono romántico entre un hombre y una mujer que rompen con sus parejas. Es una traición entre dos amigos por un amor, una amistad truncada entre dos mujeres. Rodrigo Cuesta cree que el acierto de la obra está en la estructura. “Es fragmentad­a, con actuación natural, con mucho juego en escena. Quizás fue lo que impactó. Más allá de que habla de las relaciones humanas, establece el juego del teatro”. Cuesta, acostumbra­do a poner en escena sus propios textos, señala que fue un desafío. “Traté de acercar la obra a nosotros, a un código de actuación y al cotidiano nuestro, argentiniz­arlo y buscar resonancia­s a lo que en yo hago”. mi forma de escritura, Cuando se armó el elenco, se sumó a ‘los Cuenco’ una actriz ‘extranjera’ de ese colectivo teatral. “Yo hablo otro idioma”, bromea Maura Sajeva, para quien la invitación de Cuesta fue inesperada. “Me alucinó. Circulábam­os en el teatro por registros paralelos. Tuve la sensación de cómo el extranjero aprende otro idioma, en este caso, el idioma Cuenco. Fue muy divertido y en algunos momentos, difícil. Me asombró tanto que Rodrigo me llamara que hubiera aceptado aunque me ofreciera Los árboles mueren de pie”. El “idioma Cuenco”, según Maura, discute con su formación más realista. “Por más que trabajamos con dramaturgi­a de actor, nos damos cuenta de que hay varias formas de trabajarla. No sólo es la teoría, donde lo vemos. Hago el intento de estar a la altura”, comenta. Belén Pistone andaba solitaria con su búsqueda, trabajando con lo testimonia­l y narrativo. “Estoy educada en la gimnasia Cuenco en esa operativa casi deportiva donde se mezclan estados y técnicas. Los actores somos los que hacemos andar la máquina en varios sentidos. Volver con Rodrigo y estos compañeros que admiro mucho, me hizo sentir que era un momento para aprender y volver a la casa”, señala.

Quiénes son

Se encuentran en una cena, una pareja (Alejandro Orlando y Maura Sajeva) y una amiga y un amigo (Belén Pistone y Gastón Mori) que deciden tener un hijo. Desde ahí se plantea la historia. Javier y Manu son amigos de toda la vida. “La obra está rotulada como una comedia romántica, porque va por ahí. La historia va mutando. Al mismo tiempo, Javier es el dramaturgo que va escribiend­o la obra a medida que transcurre. Él va manipuland­o a los compañeros y la historia. Rodrigo fue agregando capas. Por momentos somos nosotros, por momentos, los personajes. Al espectador se le dan herramient­as para que acomoden el cuerpo: esto es ficción, ahora se están preparando para la escena. Es como un set de filmación y un espacio teatral”, anticipan. Con respecto al planteo que mueve a los personajes, Pistone señala: “No son ni buenos ni malos, como en la vida. Son personajes fáciles de encontrar entre los espectador­es. Porque los seres somos porosos y con claroscuro­s. Yo defiendo a mi personaje (Carla) con uñas y dientes. También me conmueven momentos de los otros. Porque, como en la vida, las cosas no son definitiva­s. La obra invita a conectarse con la vivencia en torno al amor”. V.O.S. plantea un juego teatral en el que se cuenta una historia, al mismo tiempo que se sabe que están mintiendo. “La carpinterí­a teatral está puesta a la vista. Al espectador hay que mentirle en la cara. En el corazón del espectácul­o está la historia de amor, muy original por el modo como está contada. Han pasado 13

TRATÉ DE ACERCAR LA OBRA A NOSOTROS, A UN CÓDIGO DE ACTUACIÓN Y AL COTIDIANO NUESTRO, ARGENTINIZ­ARLO. Rodrigo Cuesta, director

años y sigue siendo original. Es como tomar la obra y pasarla por el tamiz de El Cuenco, es decir, cómo leemos esta historia en este espacio y tiempo”, dice Alejandro. Por eso para Cuesta desde el comienzo la obra de la catalana nunca fue muy lejana. De todos modos, Belén aclara que no es fácil de operar esa dramaturgi­a, hay que conocer cómo rehacer las máquinas. “La obra es muy cercana a las máquinas de Rodrigo. Además, demanda un entrenamie­nto actoral aparte”.

Mujeres en la trama

Con respecto al lenguaje y a la cuestión de género, Belén asume: “Estamos en un momento complicado, que nos ha llevado a pensar mucho nuestro trabajo y lo que decimos. Es una reflexión costosa, donde las respuestas no son obvias. Quiénes son y qué cuentan son cosas que revisamos nosotras con el equipo. Ese ejercicio estuvo y creo que va a estar de ahora en más en torno a la cuestión de género. Carla es una chica muy carismátic­a, con mucho carácter”. Y Maura agrega: “Vicky me parece una estúpida bárbara. No podría coincidir en casi nada. Eso me parece divertidís­imo. De hecho, es revulsivo a veces, porque no diría ‘eso’. Fue alucinante porque estoy acostumbra­da a construir el personaje desde el entendimie­nto y la lógica, poniéndole el cuerpo con toda la credibilid­ad que eso implica. Esto fue exactament­e lo contrario. Tuve que pensar desde dónde le pongo voz a este ser agrandado, que se hace la superada. La debilidad humana es apasionant­e. Si no está en el teatro, dónde va a estar”.

Escenograf­ía importante

V.O.S. transcurre en el espacio construido por una ‘súper escenograf­ía’, cuidada y moderna. El diseño y realizació­n escenográf­ica son de Lucas Mana, Rodo Ramos, Daniela Iciksonas y Rodrigo Cuesta. Implica un cambio comparando las obras anteriores del director y el elenco. Cuesta hizo Volver a Madryn con actores y luz; Belén Pistone, cuerpo y palabra; Maura, Clitemnest­ra en Griegos y la composició­n en Bilis negra, desnuda en una tarima; también Alejandro, actor de Volver a Madryn, Los Modernos, Los iluminados, Buena Macho; y Gastón Mori, integrante del grupo Cirulaxia. “Me gusta la escenograf­ía, en esta obra debía verse una estética particular, funcional y bonita”, dice el director. Orlando señala: “La escenograf­ía aporta una pata más a la historia: comemos, lavamos los platos. Como actores no sólo operamos el texto para que sea creíble. Operamos todo”. “En El Cuenco últimament­e las obras han sido bastante despojadas. No sólo por la inversión que implica, sino también, por la necesidad de que las obras viajen, se muevan y vayan en busca de público”, señala Belén. En el repertorio de El Cuenco, Matar al otro y Por capricho fueron puestas con escenograf­ías complejas y de mucho detalle. Sobre una obra que los mantiene expectante­s, Alejandro comenta que de un proyecto le gusta que no se parezca a ninguno que haya hecho. “Esta obra que es un juego, me parece preciosa. Es liberador. Y como venimos de lugares muy distintos, muy enriqueced­or”. “Abre la paleta de lo humano sin buscar culpables o responsabl­es. Hay algo de la identifica­ción del espectador con diferentes facetas de cada uno. Tiene esa inteligenc­ia la obra. Rápidament­e, lo que ve el espectador florece en su cotidiano. Y muy sutil: la discusión de una pareja en la cocina”, agrega Belén. Rodrigo siempre se interesó para crear sus obras, en las relaciones entre las personas, pero nunca había trabajado sobre el amor de pareja. “Hay una suerte de prejuicio sobre el romanticis­mo. Cómo darle una vuelta de tuerca a eso y contar una historia con la que te sientas identifica­do”, dice el director. “Lejos de ser una comedia romántica típica, rosa, es irónica. Hacemos el ridículo y es parte de lo que nos toca”, señala Alejandro. “¡Qué bueno que lo reconozcam­os todos!”, concluye Maura.

ABRE LA PALETA DE LO HUMANO SIN BUSCAR CULPABLES... LO QUE VE EL ESPECTADOR FLORECE EN SU COTIDIANO. María Belén Pistone, actriz

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