Con mucho humor negro, irónico y agudo
La expectativa no siempre es buena compañera ante el estreno de una serie o película. Ni hablar si sos fanático de Los Simpson y estás por sentarte a ver lo nuevo de Matt Groening. Con la familia amarilla y Futurama como antecedentes, es posible que el primer capítulo de (Des)encanto no te cierre del todo, pero con los siguientes queda claro que estamos ante una propuesta diferente de lo que ya vimos de Groening. Esta serie está ambientada en la Edad Media y sigue las desventuras de una princesa borracha que no concibe seguir los mandatos que le imponen. Bean está acompañada de dos personajes geniales e impensados: un demonio afiladísimo y un Elfo “feliz”. En (Des)encanto no hay un gag tras otro, ni pretende ser efectiva en su comicidad. La serie plantea un universo que de por sí es una locura y a partir de allí desarrolla una historia con una seguidilla de personajes incorrectos que despliegan un humor negro, irónico y agudo. Groening recrea un mundo de cuentos de hadas dándole una vuelta de tuerca a los clichés del género, actualizándolo. Como una versión de Shrek pero más inteligente y picante. La serie tocas varios temas incómodos y a través de su protagonista (principalmente) aborda la cuestión de la mujer en un contexto machista. Sin embargo, Groening no pretende levantar la bandera del feminismo y dejar a la platea feliz. Toma el tema con naturalidad y es apenas un condimento más de una sucesión de líneas con momentos poco complacientes con el público.