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Carmelo: un restaurant­e argentino

Fue pionero en calle Tejeda. Abrió en 1995 como fiambre ría y hoy es referencia en toda lazona noroeste gracias a sus comidas por kilo ya sus carne salas brasas.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

Abrió como fiambrería, luego agregó pollos a la parrilla, comidas para llevar, comidas en el salón, carnes asadas, vinos, empanadas y todo lo que lo convirtió en un clásico de la zona noroeste, una zona que al parecer le cae bien porque tiene otros dos locales: en Rafael Núñez 6100 y en Villa Allende Shopping.

¿El secreto para tener tres negocios en una misma zona de influencia? Conocer el paladar y el bolsillo del vecino. Se come bien por poco, la atención es correcta, hay lugar cómo para estacionar, está en una zona más o menos bien iluminada, y eso es suficiente para trascender.

Las comidas por kilo lucen realmente tentadoras pero nosotros venimos en busca de otra cosa, en busca de un sabor perfecto recién elaborado, crocante, dorado, bien argentino. Nosotros venimos por el asado, ese es el antojo que vamos a consolar entre el vino y la buena charla con amigos.

Salame y queso

La parrilla completa con entrada y ensaladas libre cuesta $430. Pero si no estamos en condicione­s físicas o mentales de afrontar 12 cortes más una picada previa de bondiola, salame y queso, mejor elegir algunos cortes y disfrutarl­os a más no poder.

Eso sí, antes probamos el salame y el queso y le buscamos su pareja ideal, un vino San Felipe Caramañola 3/8 2017 ($205), el clásico blend de bodega La Rural elaborado con Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec. Con la panera bien cerca desde el comienzo, por supuesto.

Queso, salame, pan y vino. Con eso ya podríamos cerrar la noche pero esto recién comienza. Vamos luego con una empanada cordobesa ($ 25). Frita, crocante, jugosa y dulzona, con trozos bien visibles de carne que se deshacen en la combustión.

En la sala hay una tele prendida en cualquier canal. Antes de que llegue la carne vamos al baño y en el camino notamos un poco de desorden. Nada grave pero puede mejorar fácilmente.

Costilla y cuadril

Pedimos dos cortes. Tira de costilla ($177) y bifes de cuadril ($ 195). La costilla llega como en la mayoría de las parrillas, con el corte “banderita”: dorada, algo jugosa y bien sazonada.

Su sabor natural fue resaltado por la sal, no tiene ese mal gusto a sal con carne. ¿Se entiende la diferencia?

Los bifes de cuadril generalmen­te llegan a punto –o por lo menos se pregunta al comensal el punto preferido, cosa que no sucedió en esta oportunida­d– llegaron algo sequitos pero todavía suaves y expresivos. Es un punto a corregir sin dudas porque, estamos en el país de la carne y deberíamos saber que hay diferentes preferenci­as a la hora de comer.

Un buen detalle para destacar, pocas veces visto realmente, es que junto a la carne llegaron algunos pickles. A falta de ensalada, ya que la carne se acompañó con papas fritas con huevo revuelto ($115), su acidez generó esa necesaria limpieza de paladar que busca conmoverse en cada bocado.

Para destacar las papas, caseras como las de antes. Luego de toda esta degustació­n ciento por ciento argentina, todavía estamos fuertes para el postre. Es más, necesitamo­s el dulzor para recuperar azúcares en el cuerpo y poder dormir tranquilos.

Nos retiramos con una porción de budín de pan acompañado con una cucharada histórica de dulce de leche. Más argentino no podía ser este compendio de sabores que disfrutamo­s de principio a fin porque Carmelo es eso: un reflejo del gusto argentino promedio.

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Un clásico. La tira de costilla llega dorada, algo jugosa y bien sazonada.
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A la balanza. La comida por kilo es un clásico del restaurant­e.

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