Nuestro comentario de “Milla 22”.
La paranoia conspirativa sigue siendo el mejor material para las películas de espionaje y de acción internacional. Milla 22 podría ser un buen ejemplo de ese diagnóstico si sus productores no hubieran calcado sólo la superficie de la saga de Misión Imposible sino también el fondo. Es que no basta con una trama que incluya una sorpresa al final ni con una serie de tiroteos, peleas cuerpo a cuerpo y persecuciones para hacer un producto digno. También hace falta cierta atmósfera, cierta gracia y la ambición de presentar un espectáculo visual y dramático contundente, sin fisuras.
Uno de los defectos de Milla 22 es que su esquema de acción progresiva le debe demasiado al modelo de los videojuegos. Un grupo de soldados de elite debe proteger a un espía doble, quien les va a proporcionar una información valiosísima una vez que llegue al avión que lo saque del país del tercer mundo donde vive.
Todo la dinámica se concentra en la forma en que ese equipo enfrenta los obstáculos para conseguir el objetivo.
El líder en el campo es James Silva (Mark Wahlberg), quien interpreta a una especie de genio bipolar reclutado por una agencia secreta norteamericana. Pero quien comanda las operaciones es Bishop, interpretado por un John Malkovich, que merecía un poco más de desarrollo.
Y es que otro de los defectos de la película del experimentado Peter Berg (Día de patriotas) es la incapacidad para exprimir el trasfondo del resto de los personajes que acompañan a Silva, a quien presenta de un modo confuso, a través de flashbacks y de sus propias declaraciones ante un funcionario de un comité de investigación, posterior a los hechos narrados.
Ese artificio formal no se justifica, como tampoco el hecho de atribuirle una inteligencia superior al protagonista, que resulta ser apenas un especie de fetichismo del coeficiente intelectual, típico de la ideología norteamericana del héroe providencial.
Por supuesto, lo que entretiene de Milla 22 es la fórmula básica de la acción. Hay una o dos peleas magníficas y algún que otro tiroteo interesante. No más.