“Pose”, una serie necesaria

La nueva producción del genial Ryan Murphy y Brad Falchuk tiene el elenco LGBTQ más numeroso de la historia de la televisión. Algunos motivos del posible éxito.

Ryan Murphy lo hizo de nuevo. El guionista y director, en sociedad con Brad Falchuk y Steven Canals, estrenó una serie necesaria que está entre lo mejor del año en materia televisiva: Pose.

Ambientada en los años de la década de 1980, la ficción muestra a la sociedad neoyorquina del momento con sus desigualdades y decadencia. Se adentra en los concursos de baile y vestuario que tenían lugar en los ballrooms de Harlem y la vida de los miembros del colectivo LGBTQ en tiempos de SIDA, discriminación y exclusión. En contrapartida, ahonda en la explosión del consumo y el lujo en la era Trump.

Lo nuevo de Ryan Murphy es necesario y oportuno por los temas que toca y las problemáticas que visibiliza. Más allá de ser una fotografía de lo que se vivió hace décadas en una ciudad en particular, la ficción pone en evidencia cuestiones en torno a la sexualidad y el género que aún hoy generan controversia.

En clave dramática pero a la vez luminosa y divertida, la serie explora la búsqueda de aceptación del “diferente” por parte de la familia, de la sociedad. La inclusión desde la posibilidad de ser atendido en un hospital hasta la de ingresar a un bar o conseguir trabajo,

Pero lo mejor de Pose es justamente que no es sólo una pose. La ficción tiene el elenco LGBTQ más numeroso de la historia de la televisión y ese no es el único récord que rompe. Además, es la primera serie subtitulada al español y al portugués con lenguaje inclusivo, para acompañar el mensaje de diversidad que ya de por sí propone la historia.

Y como si lo anterior no fuera suficiente, la producción de FX tiene el inconfundible sello de Ryan Murphy y Brad Falchuk que ya vimos en Glee o American Horror Story. Hay humor ácido, personajes queribles y excesivos, vestuarios increíbles y está muy bien ambientada.

Pose es una serie auténtica, provocadora y consecuente, tanto en lo que ocurre delante como detrás de pantalla. Es entretenida y dura lo que tiene que durar (son ocho episodios con diferente extensiones, acordes a la trama y no a las exigencias del tiempo televisivo). Ahora queda esperar que Hollywood y la industria de la tevé repliquen lo que Murphy y compañía vienen haciendo desde hace rato, y que con Pose llegó a su punto más alto: poner luz, cámara y acción allí donde antes había sólo hombres blancos

heterosexuales.