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Alguien a quien amar

El jueves se estrena “Bohemian Rhapsody”, sobre vida y obra de Freddie Mercury. El filme pone el foco en el ascenso del genial cantante del rock y del pop.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

su Propulsada por homenajead­o, el carácter entre la refulgente masa Bohemian de biopics de Rhapsody icónica de Freddie aprovecha Mercury la energía y sus grandes canciones de estadio para fusionar pantalla y escenario en tiempos de fervor revisionis­ta. El filme de Bryan Singer pone el foco en el ascenso de uno de los más extraordin­arios cantantes de la historia del rock a la vez que ilumina a sus virtuosos camaradas de Queen, sólo en apariencia secundario­s en tanto sus versiones reales oficiaron de consultore­s desde el inicio. Rami Malek (Mr. Robot), que comparte aire físico y origen exótico con el cantante (Mercury, nacido Farrokh Bulsara, se crió en la africana Zanzíbar, mientras que Malek desciende directamen­te de egipcios) es el encargado de encarnar al líder del grupo británico en un rol simbiótico que –por lo que sugieren los tráilers y la críti- ca– suburbio El se arco anticipa narrativo inglés lo mejor de comienza 1970 del filme. donde en el Mercury comenzó sus andanzas musicales como estudiante emigrado y culmina en el paradigmát­ico recital benéfico del Live Aid de 1985, en el que el artista volvió a tocar con su banda después de un impasse solista no exento de tóxica decadencia. Bohemian Rhapsody exprime así el periodo de gloria al que se deben himnos como We will rock you, We are the champions ola misma Bohemian Rhapsody, hits inolvidabl­es que instalaron a Queen como una de las bandas de rock más populares del mundo, tan ambiciosa como efectista en su fusión única de extroversi­ón glam, pirotecnia heavy y delirio operístico. El guitarrist­a Brian May (Gwilym Lee), el baterista Roger Taylor (Ben Hardy) y el bajista John Deacon (Joe Mazzello), a los que se suman personajes como el primer representa­nte de Queen John Reid (Aidan Gillen) o el traicioner­o mánager Paul Prenter (Allen Leach), escoltan a Mercury en el paso consagrato­rio de 1974 por el programa televisivo Top of the Pops –donde hicieron una explosiva versión de Killer Queen– , los estudios de grabación, el hotel de Río de Janeiro y la granja donde se compuso Bohemian Rhapsody, la excéntrica mansión Garden Lodge en Earl’s Court con sus fiestas grandilocu­entes o el rodaje del clip de I want to break free, en el que Mercury pasa la aspiradora como una provocador­a ama de casa con bigotes. Más insinuada, la impronta queer de Mercury se hizo trágicamen­te explícita con su muerte de sida en 1991, después de que el artista eludió durante años las etiquetas sobre su sexualidad como así también el virus mortal que padecía. Ese costado ATP que Mercury cultivó en su faceta pública y sus colegas afianzaron con cierta hipocresía en la segunda vida de la banda parece trasladars­e a Bohemian Rhapsody, que evita meterse con los últimos años de Mercury, mantiene en un segundo plano a su amante Jim Hutton (Aaron McCusker) y hace énfasis en el vínculo con Mary Austin (Lucy Boynton), amor platónico y amiga cercana al músico hasta el final de sus días. El excesivo control de la película por parte de May y Taylor fue en efecto uno de los principale­s motivos del deambular errático del proyecto desde su impulso original hace 10 años, cuando el guionista especializ­ado en biopics Peter Morgan (La reina, Frost/Nixon, Rush) le acercó la idea a los laureados instrument­istas en búsqueda de aval. Ya entonces Morgan había expresado en moralista defensa propia que no haría “una película sobre el sida” sino “una película sobre la familia” en referencia a la reconcilia­ción de Mercury con Queen tras la ruptura. El guionista resumió: “Es como si Freddie dijera ‘Odio a mi familia, quiero ser independie­nte, pero después retorno a ella’”. La bomba estalló cuando el comediante Sacha Baron Cohen, convocado para interpreta­r a Mercury –y que hace dos años se definió “23 por ciento gay”–, se apartó

de la película en 2013 alegando que la banda quería hacer hincapié en cómo Queen continuaba heroicamen­te en pie tras la muerte de Mercury y no en la figura del artista. El sitio Deadline fue más explícito: “El grupo quería un filme para todo público sobre Queen mientras que Cohen pretendía una espinosa versión para adultos centrada en la homosexual­idad del cantante”.

Reto temible

Después de casi caer en el olvido y de alternar nombres pasajeros como el actor Ben Wishaw o los directores Tom Hooper y David Fincher, el proyecto de la 20th Century Fox remontó con renovado guion de Anthony McCarten (otro abocado a las biopics, en este caso La teoría del todo y Las horas más oscuras), el protagónic­o de Malek y la dirección de Singer (Los sospechoso­s de siempre, XMen). Al filme le esperaría otro bochorno cuando Singer se retiró en pleno rodaje aludiendo “problemas familiares”, ausencia que Dexter Fletcher subsanó en las instancias culminante­s. Curiosamen­te, a los pocos días Singer recibió la acusación de haber abusado sexualment­e de un menor.

La “rapsodia bohemia” no se detuvo allí, y es que las tempranas reacciones denunciaro­n una pacatería ya predecible en la calificaci­ón para mayores de 13 años con que la película arriba a los cines. Hace unos meses, el director Bryan Fuller (Hannibal) había denunciado un “lavado heterosexu­al” por “propósitos comerciale­s” de la bisexualid­ad de Mercury cuando presenció el avance de un minuto. David Ehrlich de Indie Wire escribió ahora que el filme es “una vaga, frívola e inútil biopic al uso sobre una inimitable banda de inadaptado­s”. Sea como sea, el trabajo de Malek es elogiado con consenso.

Fan de Queen, el actor –que en Bohemian Rhapsody usa pelucas y un maquillaje que emula la dentadura salida y la nariz aguileña de Mercury– admitió que cuando le ofrecieron el papel fue como si le apuntaran con una pistola en la cabeza. No pudo decir que no, atreviéndo­se a compromete­r su papel en Mr. Robot, que ahora alcanza su cuarta temporada. “Si es una situación de volar o luchar, prefiero luchar. Los retos temibles han sido para mí los más satisfacto­rios, y este papel ha vuelto a probar esa ecuación”, dijo.

Y agregó sobre la polémica: “Si no se celebra la vida de Freddie y sus batallas y lo complicado que era y lo influyente, para concentrar­se en cambio en la tristeza de su tránsito a la muerte, entonces se corre el riesgo de desmerecer lo profundo, radiante y vibrante que era él como ser humano”.

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El gran cantante. Aunque las críticas están divididas, todas coinciden en que Rami Malek brilla en su interpreta­ción de Freddie Mercury.

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