Una floja historia y muchos golpes de efecto
audiovisual En ninguna hay realización cosas libradas al azar. Cada elemento en la pantalla cumple una función. Y quizás por eso causan un poco de rechazo algunas de las escenas de la nueva ficción de Telefe, protagonizada por Griselda Siciliani. Morir de amor cuenta la situación de Helena, prepaga tratamientos una encargada abogada para pacientes de de aprobar una terminales. papel dramático Se trata de la del actriz primer tras varias producciones en las que buceó fundamentalmente en las aguas de la comedia. Ella recibe un diagnóstico que la obliga a ponerse en la piel de esos pacientes que deambulan por las clínicas peleando por sus tratamientos. Pero si ya de por sí nos hace ruido la banalización de una temática tan sensible como la enfermedad terminal reflejada a la manera de las series norteamericanas (que parecen salidos de un capítulo de Dr. House), la sensación que nos queda después de ver algunos recursos utilizados comienza a rozar el rechazo. Por caso, la escena de la actriz despellejando un conejo. O la secuencia del perro puesto a morir en un freezer. O la (¿necesaria?) escena de sexo violento entre Nacha Guevara y Esteban Bigliardi (el protagonista masculino que entró a último momento en reemplazo de Leonardo Sbaraglia ). Morir de amor está correctamente realizada, pero por esa razón hacen ruido decisiones que, lejos de fortalecer el relato, le quitan ritmo y distraen del objetivo principal. Si a esto sumamos que el personaje principal se comunica con parlamentos plásticos que fluyen con dificultad, el resultado es una historia floja que apela a fórmulas supuestamente exitosas que no son más que golpes de efecto. Una oportunidad desaprovechada.