Emociones fuertes en estado puro
Pero ¿por qué es tan buena La maldición de Hill House? Por empezar, esquiva todos los lugares comunes del género, sobre todo los sustos sonoros con sobresalto (apenas hay dos o tres en toda la serie).
Luego, es tan buena porque consigue que la tensión del espectador esté siempre a tope. Hasta el final.
Para nada fácil la tarea de Mike Flanagan: adaptar una novela de 1959 (A Rather Haunted Life , de Shirley Jackson) a 10 capítulos televisivos que le permiten a cualquier espectador reconciliarse con el terror, nos gusten o no las historias de miedo.
Jugando en dos planos temporales, el guion (aplauso de pie) es una pieza de relojería que va y viene entre el pasado de una familia con hijos pequeños que pasa una temporada traumática en una casa ¿embrujada?, y el presente, cuando esos niños ya adultos deben lidiar con la resaca de aquella experiencia.
Hill House consigue lo que los grandes novelistas en las historias entrañables: sembrar detalles a lo largo del camino sin que nos demos cuenta, para que las sorpresas broten inesperadamente ante nuestro asombro a medida que engullimos páginas acercándonos al final.
Con un trabajo de edición y montaje delicioso, la trama se enriquece además con personajes sólidos y motivados –que generan inmediata empatía–, dirigidos con maestría para sacarles todo el jugo. Decir que Hill House es apenas una serie de terror es injusto: es un paseo filoso a través de una historia bien contada, con climas logrados que nos sacan de la monotonía chata de las apuestas audiovisuales que sobreabundan en las pantallas.
¿Se acuerda de los atmósferas de Allan Poe, de los monstruos de Lovecraft, de la pericia de Stephen King? Bueno: todo eso es la serie. Y más: Hill House es entretenimiento –de emociones fuertes– en estado puro.
LA SERIE DE TERROR DIRIGIDA POR MIKE FLANAGAN ES EL NUEVO ÉXITO DE NETFLIX. ¿POR QUÉ TODOS ESTÁN HABLANDO DE ELLA?