¿Cómo llevar a los jóvenes al teatro en Carlos Paz?
El desaire –probablemente no intencionado– de dos figuras juveniles a Pedro y Paula para trabajar en la obra de teatro que encabezarán en Villa Carlos Paz dejó en evidencia que la plaza teatral serrana –a punto de iniciar su temporada 2019– no ha logrado reinventarse para el público joven todavía.
Sofía Morandi y Julián Serrano le dijeron “no” al proyecto de Dabope, días después de que Antonio Gasalla se bajara.
“Nuestros seguidores quizás no los conocen”, fue lapidaria ella, y aclaró que no creía que le sumaran público a la producción.
No fue un desplante premeditado ni una revancha (Julián aclaró que no tienen problemas con ellos y que los quieren mucho), pero a la afirmación no le faltan certezas. Villa Carlos Paz ha pensado siempre su oferta al margen de los jóvenes, que desde hace tiempo son los que dominan casi todos los mercados más tentadores.
Ese problema no era un problema hace relativamente poco tiempo, porque la elección de figuras televisivas en los elencos parecían suficientes para darles un toque “familiar” y ATP (aunque a veces las temáticas y el humor subía varios tonos).
Con los padres dueños del control remoto, los chicos terminaban como rehenes de una programación de entretenimientos que les permitía compartir los nombres de sus estrellas. Pero hoy los jóvenes no están en la televisión abierta, y sus modos de consumo tan disimiles les ha provisto de estrellas propias, al margen de las que antes reinaban en todas partes.
Cada vez más, los adolescentes hablan de figuras que los grandes desconocen, y viceversa. Pasa en la tele, pasa en el cine, pasa en la música.
¿Qué pasa con el teatro? Hace unos años, Hecatombe! desembarcó con proyectos teatrales (llevan dos obras estrenadas, Boda por la borda y Desastre en Año Nuevo). Con una lógica paralela, en el último verano estos youtubers cordobeses pudieron cerrar una buena temporada, coronando una gira por el país que sólo les dio satisfacciones, con muchas funciones a sala llena.
Mientras se va cerrando la grilla del verano en todos los complejos teatrales, la ausencia de propuestas con lógica teen de los últimos años se vuelve más notoria. Es cierto que los que manejan la billetera siguen siendo los padres, pero también que es mucho más difícil llevar a toda la familia para compartir las obras que los grandes quieren.
El humor siempre fue un efecto unificador de generaciones, más allá de los tonos elegidos por los artistas, y la tonada un plus que el turista buscó siempre en las salas.
Pero, por mencionar sólo algunos, Cacho Buenaventura apuesta a un relato nostálgico y súper efectivo, apto para gente más grande, y “el Flaco” Pailos ahora será parte de Siddartha , el show musical que encabeza Flavio Mendoza (y que acaba de estrenar en Buenos Aires).
El máximo acercamiento a las figuras nuevas en los teatros, hasta ahora se manejó en sintonía con las series de televisión argentinas: en las historias corales de las tiras hace tiempo suelen aparecer nombres nuevos. Los productores los necesitan, porque su sola presencia garantiza una equis llegada en redes sociales, universo que necesitan para sobrevivir.
En las obras igual, pero si allá garantizan profundidad en las redes e impacto directo en los números de rating, aquí no es tan fácil que eso se transforme en entradas vendidas.
Crisis y reinvención
Villa Carlos Paz ha sabido reinventarse y posicionarse siempre en los veranos. De aquellas glorias cordobesas lideradas por La Papa de Hortensia y los grandes humoristas locales, o los sucesos que significaron en el país los éxitos de Susana Giménez o Los Midachi, pasó a una crisis profunda de la que parecía no salir.
Con el país en quiebra, y también la plaza teatral, resurgió con buenas producciones en 2002, cuando Jorge Guinzburg desembarcó con La era del pingüino junto al productor Daniel Comba, para subir la vara. Carlos Paz dejó de ser el plan B para muchos artistas, y la plaza empezó a mostrar su nueva cara.
El golpe final lo daría la construcción del Teatro Luxor, y la producción encabezada por Flavio Mendoza, con lo que la Villa se convirtió en la plaza número 1 del país.
Hoy se enfrenta a otro desafío, muy parecido al que tienen los medios, la música, el cine y casi cualquier industria: enamorar a los jóvenes, hoy abandonados de la grilla pero necesitados de ofertas de calidad y cercanas a sus propios gustos y placeres.
No parece fácil prescindir de ellos, especialmente, con una plaza que necesita otro golpe de timón para no acostarse en los laureles conseguidos.
ANTES, LA TELEVISIÓN ERA SUFICIENTE PARA BENDECIR A FIGURAS “ATP”. HOY, LOS CHICOS TIENEN SUS PROPIAS ESTRELLAS.