Dirección correcta
Este fin de semana se realizará el encuentro nacional “Una escena propia”, que reunirá a unas 200 directoras de teatro de todo el país. Ellas tienen la palabra.
Las directoras de teatro de Córdoba realizan este fin de semana “Una escena propia. Primer encuentro nacional”. El evento tuvo este año dos encuentros previos con convocatoria cerrada y ahora recibe a más de 200 directoras de 15 provincias y localidades de Córdoba en Pueblo Nuevo, Alvear 351.
Durante el año la noticia llegó a distintos rincones del país, en el circuito de giras de algunas artistas que llevaron la voz de alerta y gene- raron encuentros a la espera de esta cumbre de directoras.
A tono con el avance programático del movimiento feminista, un grupo de directoras de teatro con vasta experiencia en el campo independiente y comunitario decidieron juntarse a hablar, proyectar y poner nombre a los problemas que las invisibilizan como mujeres.
En charla con parte del grupo de organizadoras, queda claro que no les interesa la propiedad intelectual del evento, conscientes de que están abriendo un camino para muchas. A partir de sus opiniones, una vez más se entiende que las estructuras existentes no dan satisfacción a las necesidades.
“Lo primero que puede preguntar la gente es por qué no hacemos un encuentro de actrices”, comentan las directoras, que, además, son actrices y dramaturgas. Por eso se propusieron pensar el rol desde la perspectiva de género.
“Empezamos a ver que era interesante pensar en términos de género y qué pasa con las mujeres directoras en las provincias. Notamos que hay dos situaciones de desigualdad: una tiene que ver con la lógica del varón que está rigiendo los modos de dirigir, y otra, la de la capital del país como lugar de concentración de poder, tanto como las capitales de provincias y los centros de producción como Córdoba. Eso genera asimetrías, privilegios y desigualdades”, comentan las directoras que se reúnen para evaluar alternativas que les permitan empoderar sus prácticas artísticas.
“Nos encontramos para generar una red de cooperación que nos permita hacer circular los saberes, deconstruir y generar alternativas creativas. Es una gran aventura que empieza por la deconstrucción al hablar”, dicen.
Esta iniciativa genera un despertar. Ellas empiezan a atar cabos. Ahora entienden ciertas cosas que les pasó en la dirección, solo porque son mujeres. Por ejemplo, hay una expectativa en torno a la dirección que implica el modo de ejercer el poder a la manera del varón.
“Por otra parte, vamos a registrar el material. No hay registrados trayectos o experiencias de mujeres en la dirección, la teoría, la o la dramaturgia. Abrimos preguntas en lo interno, en relación al grupo y el modo de trabajo. Hacia afuera, cómo se ve nuestro trabajo”.
El encuentro incluye algunos laboratorios que quiebran el esquema en que alguien dirige y otras escuchan, o la relación con un maestro. Es un espacio de intercambio con sentido de paridad. Cuentan que en el encuentro de mayo, cada una se presentaba diciendo: ‘soy actriz. Caí en la dirección’. Es sintomática la experiencia y el relato de una artista textil, ejemplo para mostrar cómo funciona la teoría del arte feminista. La mujer solo hablaba de su maestro, hasta que le preguntaron cómo aprendió a bordar y contó que fue gracias a su abuela. En ese sentido, el arte forma parte de los saberes periféricos.
Por eso señalan que es neurálgica la idea de la dirección en manos de directores. “En cierta tradición el director es el dueño del discurso. Incluso desde adentro del grupo piden que la directora se ‘ponga los pantalones’”, dicen.
Habitar el deseo
La charla conduce al tema del deseo, las ganas de habitar el lugar de la dirección, para no ‘caer’ en la dirección.
La cuestión todavía pendiente es cómo pensar el poder, transformándolo en potencia, o aceptando mansamente que siempre se ejerce en situación vertical, de unos dominando a otros. “Si no queremos eso, que es la tradición hegemónica de la dirección, tenemos que ver qué otras posibilidades de vincularnos
hay, para no caer en lo que no queremos. No sabemos las respuestas, las estamos pensando. Hoy salta a la vista, gracias al movimiento feminista, que son lógicas insanas, anudadas al neoliberalismo, al patriarca, dueño y garante del sentido, el que tiene que dar unidad y homogeneidad, principios que no posibilitan pensar las diferencias, la multiplicidad y la diversidad”.
Por otro lado, en el plano territorial, se preguntan por qué pensar que el teatro se hace en Buenos Aires, que es el teatro que hay que perseguir. Por eso el encuentro es de directoras provincianas.
“Uno de los trabajos es reconocer el valor de la singularidad de nuestro quehacer, de nuestros territorios y necesidades porque a veces dirigimos aisladas de nuestros contextos, que nos mueve y nos hace dialogar con nuestra comunidad. Por eso salimos del encuentro de mayo en ebullición. Cuando una mujer se enfrenta sola a las lógicas dominantes, se convierte en la ‘rara’. Es un lugar de soledad que cada una vive de diferente manera. Cuando nos juntamos, se logra algo potente, y hasta violento pero necesario”.
Para las directoras, no sólo no hay que tener miedo a la diferencia. Hay que hacerse amiga de ella. “Y pensar el conflicto como algo positivo que es sacarlo de la lógica colonialista que propone ante el conflicto, eliminar la diferencia. A nosotras el conflicto nos pone más creativas”.
El encuentro “Una escena propia” se realizó con financiamiento colectivo y solidario. Las organizadoras decidieron que no sería financiado por ninguna institución. “El financiamiento colectivo es muy interesante desde el punto de vista político. Muchas artistas cordobesas (músicas, escritoras, grupos de teatro con sus obras) aportaron dinero. Los que vienen lo hacen por el deseo de estar. Mueven cielo y tierra para venir y eso es de una fuerza incalculable”, concluyen.
“UNO DE LOS TRABAJOS ES RECONOCER EL VALOR DE LA SINGULARIDAD DE NUESTRO QUEHACER, DE NUESTROS TERRITORIOS Y NECESIDADES”, ASEGURAN.