Una genial convención de payasos
Payasos Autoconvocados ofrece una gala imperdible por los 13 años de “Mediasnoches Payasas”. Hoy se realiza la última función.
“Compartir, que en este mundo es difícil”, dijo Alejandro Katz, maestro de payasos y director de una nueva edición de Mediasnoches Payasas. Alojados en Quinto Deva, Tatata (Mariana Roldán), Marieta (María Laura Primo), Pepita (María Nella Ferrez), Zinc (Rodrigo Fonseca), Cocoto (David Piccotto), Lita (Julieta Daga), Quinoto
(Chino Castillo) y Filo (Lucía Miani) con los músicos Pablo Farías, Miguel González, Guillermo Villanueva y Jorge Fernández pusieron el cuerpo a la improvisación en un espectáculo delirante, ‘sutil’ y muy divertido.
Nada mejor que un alter ego para la liberación de adrenalina y creatividad. El método Katz incluye al director que desde la platea provoca, azuza, reprende y habilita a los payasos. Claro que puede fallar. Ni Katz sabe hacia dónde va el estímulo que tira a escena.
Tatata quiere agua. Pepita se la da. Marieta colabora en todo. El director pide que sea como una fuente. “La vida es riesgo”, le dice a Lita, siempre desafiante. Así se arma la fuente inagotable de mimos a Tatata. Hermoso, emotivo regalo para la actriz que está superando un problema de salud.
El agua fue el elemento que atravesó la primera noche, en botella, real, o en sentido figurado, como en el momento de la ‘rehabilitación’ de Filo que de golpe se convirtió en una pequeña y elástica muñeca de trapo. La rehabilita- ción en el agua terminó en descontrol. Para entonces el público también deliraba de risa. El malambo de Cocoto y la lección de historia, con la Conquista incluida (Quinoto castigado por Zinc) y la reacción de la Pachamama (Filo) fue un cuadro grupal de improvisación extraordinario. Después intentaron ponerse sutiles.
Zinc y Quinoto, pícaros y desafiantes, compartieron versiones payasas de la sutileza. ¿Cómo entrar a escena sutilmente? La cualidad de sutil fue una condición que el director le exigió a Cocoto, payaso intenso si los hay.
El oficio, la inteligencia y el ejercicio de la libertad son los pilares de esta gala que Payasos Autoconvocados propone una vez al año. En el aniversario número 13 de Mediasnoches (con ‘s’ en el medio) el público disfruta de la madurez en el entrenamiento y la convicción de que el trabajo colectivo salva la escena de una fragilidad que portamos en la vida haciéndonos los distraídos. Cada payasa y payaso ofrece su cosmovisión solo con el vestuario, el gesto que lo representa. Cocoto es intenso y Filo prefiere no hablar. A Lita el director la tiene cortita porque le dice ’viejas’ a las dos señoras de la primera fila; Zinc es un galán de patas flacas por dar algunos ejemplos. También los músicos ofrecen una performance magnífica. El cuarteto que lidera Jorge ‘Pico’ Fernández, con sus narices de payaso, van improvisando melodías festivas, románticas o lánguidas, con la no-partitura que es mucho más que un acompañamiento sonoro.
Un payaso muere. Hay que verificar la tragedia. Cocoto, Lita y Tatata protagonizan el cuadro que termina en otra rehabilitación exitosa.
“Escucharnos y hacer cosas juntos”, dice Katz al final, en medio de aplausos de alegría. Payasos Autoconvocados se reúne para rehabilitarnos de la tristeza y de la impotencia. El colectivo lo logra porque el espectáculo es un acto liberador. Cada noche de las Mediasnoches es diferente porque el arte payaso fluye, como el agua de los ríos serranos.