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“Aquaman”, el último tanque del año.

Aquaman busca revaloriza­r al menospreci­ado personaje de DC con una historia fantástica que hace hincapié en la familia, en la identidad y en la ecología.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Entre el mar y la tierra, el realismo y la fantasía, la burla y la revancha, Aquaman de James Wan viene a mantener en pie la dignidad de DC/Warner después de la pegada con Mujer Maravilla, aunque el director de Saw, El Conjuro y Rápidos y furiosos 7 no la tiene fácil: la neptuniana criatura creada en 1941 para las historieta­s por Paul Norris y Mort Weisinger siempre fue menospreci­ado más allá de su membresía en la elitista Liga de la Justicia, ya sea por su traje con escamas como por los caballitos de mar en los que solía impulsarse. Justamente fue en Liga de la Justicia pasado que de Aquaman Zack Snyder hizo del su año primera aparición en el renovado universo cinematogr­áfico de DC bajo la piel del robusto y exótico Jason Momoa (Juego de Tronos, Conan), aunque las opiniones acerca de la Atlantis recreada no fueron las mejores: Wan se encargó entonces de pulir y refinar ese mundo. En Aquaman Momoa se afianza como la versión hiperreal del personaje en una trama que lo convoca en las profundida­des acuáticas tras una temporada ligera al aire libre. En su alter ego como Arthur Curry, hijo de padre humano (Temuera Morrison) y madre de Atlantis desapareci­da (Nicole Kidman), es convocado por la heroína Mera (Amber Heard) para regresar a las aguas natales y reclamar el trono que le correspond­e frente a su medio hermano King Orm (Patrick Wilson), que planea desatar una contienda en la superficie. Abdul-Mateen Por futurista allí también Black II), andan Manta al que el (Yahya villano Wan compara Fett y Darth con una Vader, mezcla el de doctor Boba Vulko (Willem Defoe) y el rey Nereus (Dolph Lundgren). Además de la referencia a Star Wars, el director malayo dijo inspirarse en la serie animada de la década de 1960, la saga renovadora de cómics The New 52 de Geoff Johns y el filme En busca de la esmeralda perdida de Robert Zemeckis (1984). Aquaman un Y relanzamie­nto extraterre­stre es que, es en todo cierta de eso: bajo siglo una medida, el 21 agua, historia que conserva y una aventura el espíritu fantástica. original El naíf despliegue de una metrópolis sumergida de tintes legendario­s obliga a una producción desmedida (la trama, que se desarrolla casi en su mitad en el mar, mereció un rodaje de compleja alternanci­a entre la tierra y el agua con dobles, cables sumergible­s y

mucho efecto especial CGI) y a un tono de épica mitológica distinto al de la mera cinta de superhéroe­s. En ese sentido, Aquaman sería una suerte espejo de lo que es Thor para Marvel Studios, la posibilida­d de jugar con un ícono menor aprovechan­do precisamen­te ese potencial de franquicia desenfadad­a. En Aquaman están los caballos de mar y las escamas, sí, pero ahora lucen cool.

“Estaba al tanto de que Aquaman era algo así como una broma entre los superhéroe­s, pero no me amedrenté, me metí de lleno en el desafío e hice lo posible para convertir el chiste en algo excitante”, dice Wan, que considera a este su primer filme autoral en contraste con los anteriores encargos mega industrial­es. El universo sumergido de Aquaman, con su mixtura de colores cálidos y fríos y de flora y fauna extravagan­te ayudaron a darle fuerza al renacimien­to del héroe en pantalla grande. Completa el director: “Quise crear un mundo entero para la película. Hice algo así para mis filmes de terror, pero por primera vez tuve herramient­as con las que jugar y eso me permitió ser imaginativ­o. El mundo de Atlantis debía ser asombroso y vibrante, así hemos descrito siempre al océano. El mar es mágico y a la vez atemorizan­te. Esta película me permitió trabajar ambas estéticas visuales”.

A pesar de esa cualidad ilusoria, Aquaman refleja en sus corrientes algunos percances indudablem­ente presentes. Wan: “Es imposible no sustraerse de lo que sucede en las noticias. No se puede dejar de lado. Es difícil hacer una película como esta y no abordar cuestiones sociales que suceden en el mundo. Lo que impulsa a King Orm es su asco y cansancio hacia el mundo exterior, la falta de respeto al medioambie­nte. Somos tan desalmados entre nosotros, él también está cansado de eso. Era un tema

en el que quería meterme, no es posible hacer una película de Aquaman sin tocar el clima”.

Pez fuera del agua

La historia de amor secundaria entre los padres de Arthur Curry – la reina de Atlantis y el encargado de un faro, que espera durante décadas a la musa prohibida que le prometió volver– alumbra un eje clave de Aquaman, el doble y conflictiv­o origen del personaje, que no es estrictame­nte habitante terráqueo ni acuático. Casualment­e Jason Momoa comparte ese rasgo apátrida: hijo de madre alema- na-irlandesa y surfista hawaiano, el actor fue criado por su madre en el Medio Oeste de los Estados Unidos y más tarde regresó a Hawái sin percibirse nunca del todo estadounid­ense ni hawaiano. “Me encanta Iowa, pero no encajaba ahí. Ser hawaiano en Iowa es ser un pez fuera del agua. Volví a Hawái y allí también sufrí ostracismo. Me encantaban ambos lugares, pero hice mi propio camino. Por eso puedo identifica­rme con eso de no ser aceptado aquí ni allá”, apunta el actor de 39 años.

Y cierra: “Es un honor representa­r a los hawaianos, mi gente, soy mestizo y eso es genial. Y esta es la primera película que verán mis hijos. Ellos no pueden ver Juego de tronos, tal vez sí Stargate. Para Liga de la Justicia fueron al cine conmigo, y estuvieron también en el set de Batman vs. Superman. Fue increíble. Pero Aquaman es mi película. Hace dos filmes que soñaba con algo así. Quiero que los fans de Aquaman se sientan orgullosos. Muchos lo aman, y los adoro por eso. Hay gente que no quiere al personaje. Mi trabajo fue hacer que este tipo sea interesant­e”.

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(FOTOMONTAJ­E DE OSCAR ROLDÁN)

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