VOS

Ficción y realidad

Esta semana termina “100 días para enamorarse”, la gran serie del año. Sus responsabl­es analizan un fenómeno que parecía imposible en la televisión abierta de hoy.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

La enamorarse comedia 100 finalizará días para el próximo miércoles sin que haya proyección especial del último capítulo en un teatro de la porteña calle Corrientes, tal como acostumbra Telefe con sus emisiones exitosas. “En un momento se iba a hacer, pero se terminó de grabar la semana pasada y los actores y actrices ya tenían otros compromiso­s agendados”, explica Pablo Cullell de Undergroun­d, productora de la tira que le permitió al “canal de las pelotitas” liderar el rating del prime time a lo largo de 2018. Hablamos de televisión abierta, claro. “Este programa iba a constar de un número de capítulos que debió extenderse por el éxito. Por eso es que, ya para fin de año, muchos de los que trabajaron en él no iban a poder estar para el momento del cierre”, añadió Cullell sobre el producto encabezado por Nancy Dupláa (Antonia Salinas), Carla Peterson (Laura Contempomi), Juan Minujín (Gastón Guevara) y Luciano Castro (Diego Castelnuov­o). 100 días para enamorarse no sólo se hizo grande por las disparatad­as idas y venidas de las parejas protagónic­as. En la pegada de la telenovela también tallaron historias satelitale­s como la de Juan, el hijo trans de Antonia y Diego interpreta­do por una maravillos­a Maite Lanata. O la de Javier Fernández Prieto, el bígamo y adicto al sexo que compone un desopilant­e Juan Gil Navarro. La cantidad de personajes secundario­s que “reman” en el relato es numerosa. Sería muy injusto en este punto soslayar a la avasallant­e Jorgelina Aruzzi (su Inés Sosa es descomunal) o el modo con el que Pablo Rago construye al tierno padre adoptivo de Juan. Pero más allá de la eficacia “coral” de los libros escritos por Ernesto Korovsky y Silvina Fredjkes, y de las vicisitude­s del ya citado tránsito de Juan a Juana corporizad­o por Lanata, 100 días para enamorarse pasará a la historia como la comedia que filtró los calientes temas de actualidad sociocultu­ral con inteligenc­ia y determinac­ión. Aborto clandestin­o, lenguaje inclusivo, guiños millennial­s (batallas de gallos freestyle, institucio­nalización del “skere”), bullying, poliamor, celebració­n de la diversidad sexual, feminismo. 100 días para enamorarse hizo bandera con cada uno de esos temas y pulverizó a sus competidor­es que aún apuestan a grotescos desencuent­ros en una pista de baile. “El programa superó las expectativ­as porque empezó siendo una comedia romántica que sólo quería mostrar nuestra mirada sobre el armado de las nuevas parejas. Sobre familias modernas... Sobre mujeres empoderada­s que a los 40 y pico quieren tomar el control de sus vidas desde otro lugar. Que querían dejar la comodidad y el confort de un matrimonio socialment­e aceptado; que decían ‘estamos aburridas de nuestros matrimonio­s y pasemos a otra cosa’”, rearma Cullell a pedido de VOS. “A partir de ese disparador, de esta especie de Thelma y Louise de 2018, empezamos a entrar, de a poco, en un terreno absolutame­nte naturalist­a para identifica­r al público de manera directa. Y lo logramos a partir de temáticas sociales”, completa el socio de Sebastián Ortega. –¿Estaba previsto de movida este perfil? –Algunas de las historias estaban previstas, sí, pero con el correr de los capítulos, éstas empezaron a generar un vínculo con el público, que nos llevó a filtrar temas de actualidad para el debate familiar. En algunos casos iban de la mano de lo que pasaba en el país; en otros, apuntalaro­n lo transgéner­o, el derrotero de Juana queriéndos­e transforma­r en Juan. A partir de ahí, hablamos de la discrimina­ción, de la aceptación de una persona que quiere vivir diferente. Eso repercutió muy bien y nos permitió hablar de educación sexual integral, del aborto, de un montón de temáticas que estaban soslayadas o eran tabú en la ficción argentina. Fue entrando en el público de manera directa y armoniosa. 100 días para enamorarse fue un éxito de rating y un programa de gran repercusió­n en la opinión pública, en las redes sociales. –¿Cuál fue la cocina de una escena de pocos minutos sobre estos temas calientes del devenir sociocultu­ral? Supongo que hay una reunión entre productore­s, guionistas, asesores. –Por mancomunad­o supuesto que entre hay los un productore­s, trabajo autores y directores, pero siempre con asesoría. Estos temas no se pueden tocar de oído ni de taquito, o con el sólo fin de llamar la atención o generar un golpe de efecto. Sería irresponsa­ble, en ese caso. Nos asesoramos con psicólogos, con médicos y, para la historia de Juan, con Afda (Asociación de Familias Diversas de Argentina). Ellos estuvieron todo el tiempo a nuestro lado. Tampoco queríamos hacer un programa con bajada pedagógica porque no somos educadores de manera directa. No obstante, dentro de la organicida­d que te puede brindar una ficción, queríamos dar de la mejor manera posible a la data dura sobre determinad­as cuestiones. Así también se explica que incluyamos a Sandra Mihanovich como una licenciada especializ­ada en cuestiones de género. Ella es una referente histórica de la comunidad LGBT. Para todo esto contamos con el apoyo del canal, desde ya. Soy Hacia cordobesa el final de 100 días para enamorarse reapareció la abogada Ángeles, personaje interpreta­do por la cordobesa Justina Bustos. En un pasado no tan lejano, “Angie” se había incorporad­o al estudio de Laura (Peterson) y Gas-

PUDIMOS HABLAR DE EDUCACIÓN SEXUAL, ABORTO Y TEMÁTICAS SOSLAYADAS O TABÚ EN LA FICCIÓN ARGENTINA.

EMPEZAMOS UNA COMEDIA ROMÁNTICA QUE SÓLO QUERÍA MOSTRAR NUESTRA MIRADA SOBRE LAS NUEVAS PAREJAS.

tón (Juan Minujín), precisamen­te, los colegas que se tomaron 100 días para experiment­ar por afuera de su matrimonio.

Obvio, ella hizo tambalear el vínculo entre los cónyuges, con el agravante de que es igualita a Laura de joven. Y la más reciente reaparició­n se da cuando Laura y Gastón parecen estar en un punto sin retorno en términos de reconcilia­ción.

Hecho el diagnóstic­o, sólo queda aportar que es probable que, de este triángulo, trascienda el hecho de que Angie habla como lo hace su intérprete (Justina Bustos). Es decir, en cordobés. Esto parece superficia­l, pero frena una práctica histórica de ocultamien­to (o ridiculiza­ción) de regionalis­mos.

Angie es cordobesa; los creadores respetaron su tonada, el rasgo

cultural de los intérprete­s del interior que por una cuestión de centralism­o porteño se tiende a neutraliza­r en las ficciones. O que si se permite, es para anexarlo a un personaje con manierismo­s ridículos.

Angie alarga las sílabas como cualquiera de nosotros, y lo hace para recrear situacione­s domésticas en las que cualquiera de nosotros podría estar involucrad­o. Ter- cera en discordia, madre abnegada, amante fogosa y libre, joven desprejuic­iada... y con tonada. Tan difícil no era.

Cullell: “En el momento del armado del personaje, Justina propuso este tema y nos pareció buenísimo. Además, cuando hicimos Educando a Nina recibimos críticas porque los actores, que no eran cordobeses, exacerbaba­n el rasgo. Se hizo con respeto pero también con gracia porque la idea era acompañar cierto grotesco. La gente lo terminó aceptando”.

“Ahora nos pareció interesant­e aceptar la propuesta de la actriz, porque lo hacía bien y porque así es la vida. Las grandes ciudades tienes personas de todas las provincias y, de algún modo, está bueno integrar desde cierta mirada de federalism­o cultural”, concluye.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Ellas. Los personajes de Antonia y de Laura estarán entre los mejores papeles de Nancy Dupláa y de Carla Peterson de sus carreras.
Ellas. Los personajes de Antonia y de Laura estarán entre los mejores papeles de Nancy Dupláa y de Carla Peterson de sus carreras.
 ?? (GENTILEZA TELEFE) ??
(GENTILEZA TELEFE)
 ??  ?? Ellos. Diego Castelnuov­o y Gastrón Guevara, en la piel de Luciano Castro y de Juan Minujín.
Ellos. Diego Castelnuov­o y Gastrón Guevara, en la piel de Luciano Castro y de Juan Minujín.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina