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Entrevista al baterista Stephen Morris.

Luego de su paso por Argentina con New Order, Stephen Morris habla del presente de la banda y de su estilo como baterista, y recuerda cómo surgió el icónico arte de tapa de “Unknown pleasures”.

- José Heinz jheinz@lavozdelin­terior.com.ar

Es la mañana de un sábado y Stephen Morris descansa en una de las habitacion­es de un hotel de Buenos Aires. Horas atrás ofreció un show magnífico con New Order en Obras Sanitarias y ahora, ya disipada la adrenalina, está dispuesto a hablar por teléfono con un periodista de Córdoba, pero la recepcioni­sta del hotel dice que no tiene la autorizaci­ón correspond­iente para pasar el llamado a su habitación. Después de varios intentos, la situación adquiere visos de comedia británica: ella dice que en realidad no hay nadie hospedado con ese nombre. No cede aun cuando se le aclare que el manager de la banda ya ha hecho el pedido. “Disculpe pero no, aquí no hay nadie con ese apellido”.

Minutos después, cuando todo indica que la entrevista no se va a poder hacer, la pantalla del smartphone del cronista se ilumina con la llamada de un número desconocid­o. “Ey, Stephen de este lado”, dice el baterista, responsabl­e del ritmo en grupos legendario­s como Joy Division y los mencionado­s New Order, un grupo hoy considerad­o clásico, pero que comenzó como un proyecto de música avant-garde, un género que luego se expandiría en todo el planeta.

¿Qué se siente pasar de ser la novedad al estatus de leyenda? “Eso es algo que viene cuando te hacés viejo. Eventualme­nte, te volvés un clásico. Uno empieza, la gente dice ‘estos chicos son buenos’, y en un momento te das cuenta que seguís por ahí, dando vueltas. Creo que ahí radica el secreto”, dice Morris después soltar una risa al escuchar decirse a sí mismo “viejo”.

–Hay bandas clásicas, como Los Beatles o Queen, que hacían rock. Pero ustedes prácticame­nte inventaron un género musical, el synthpop, que hoy en día es casi la norma, lo que se escucha en la radio…

–Sé a lo que te referís. La música electrónic­a hoy está en todos lados, es raro escuchar algún disco que no tenga algo de ella. Pero cuando empezamos, hacíamos de todo un poco, en realidad. Podías darte cuenta de que había un gran potencial en los instrument­os electrónic­os, y obviamente nosotros estábamos interesado­s en eso. Nos adaptamos y experiment­amos con ellos. Como no podíamos comprar instrument­os buenos, teníamos

NUESTRO MAYOR HIT, ‘BLUE MONDAY’, FUE NUESTRO INTENTO POR ESCRIBIR UNA CANCIÓN COMPLETAME­NTE PROGRAMADA.

PARA MÍ TODO SE BASA EN SIMPLEZA Y ENERGÍA. EN PEGARLE BIEN FUERTE. NO ME GUSTA LA BATERÍA MUY COMPLICADA.

que hacerlos nosotros, y eso hizo que tuviéramos un sonido muy propio. Pero no sé si pensarlo como música electrónic­a solamente, hicimos una especie de mezcla entre la electrónic­a y cosas con guitarra y bajo. Habiendo dicho esto, nuestro mayor hit, que es Blue Monday, fue nuestro intento por escribir una canción completame­nte programada. Fue un desafío en aquel momento, 1984, pero pareció funcionar, ¿no? Todo fue un experiment­o.

–Un experiment­o que hoy es prácticame­nte un himno. ¿Se cansaron de tocarla en vivo?

–No, no. Son cosas de las que no te podés quejar. Quiero decir, a todo el mundo le gusta. Todavía es divertido tocarla. Alguna vez quisimos cambiar los arreglos, los sonidos, pero por alguna razón eso no funciona con Blue Monday . Lo intentamos, pero no funciona. Es lo que es.

–Cuando en los shows ves que entre el público hay mucha gente joven, ¿sentís que la banda ha tenido un renacimien­to?

–Sí, creo que eso es lo mejor de

todo, cuando te das cuenta de que llegás a esa gente, porque la música popular es sobre gente joven. Si no llegás a ellos, algo estás haciendo mal. Esas audiencias jóvenes son como nosotros cuando empezamos en la música, es algo muy gratifican­te.

Simpleza y energía –Tenés una forma muy personal de tocar la batería. También has sido una influencia importante para otros bateristas. ¿Cómo describirí­as tu estilo?

–¡No lo sé! (risas) Tuve algunas lecciones cuando empecé, pero las ignoré por completo. Es realmente difícil de describir. Para mí, todo se basa en simpleza y energía. En pegarle bien fuerte. No me gusta la batería muy complicada. Hay gente que toca muy rápido o con muchos fills, pero para mí todo se basa en seguir el beat, en que la gente quiera bailarlo, y hacerlo con convicción. Cuando vos escribís, no lo pensás demasiado, ¿no? Si tenés que pensarlo demasiado, posiblemen­te hay algo que está mal. A veces, cuando veo otros bateristas pienso que me gustaría poder hacer eso, y ocurre lo mismo al revés: ven cosas de mí que les gustaría poder hacer, aunque sea difícil de creer. Es posible que tenga mi estilo, pero a mí me resulta natural tocar así.

–Hay una escena en la película “24 hour party people” en la que tu personaje aparece tocando la batería en una azotea, porque así se lo pidió el productor Martin Hannet. ¿Era así de severo en la vida real?

–¡Nunca me hizo tocar en una azotea! Siempre que me preguntan por esa escena digo lo mismo: Martin me hizo hacer cosas muy locas, menos eso de tocar en la terraza. Esa escena es una metáfora de lo que era trabajar con él, hacía cosas muy extrañas, él solía decir “tocá rápido pero más despacio”. Era muy interesant­e trabajar con Martin, tenía ideas muy específica­s sobre cómo quería que sonara la batería, de la forma en que suenan en esos discos. Vos tocabas y él después manipulaba para que sonara de una manera muy específica. Tenía ideas, ideas bastante locas, pero funcionaba­n en discos como Unknown pleasures y Closer. Podía llegar a ser muy difícil trabajar con él, pero eventualme­nte te dabas cuenta de lo que iba logrando.

–El arte de tapa de “Unknown pleasures” se ha vuelto un ícono del diseño gráfico. Yo he tenido remeras con esa tapa, un amigo incluso lo lleva tatuado en uno de sus brazos. ¿Recordás la primera vez que lo viste?

–Sí, fue en una librería de Manchester. Es el diagrama de la primera grabación del pulsar, se llamaba CP 1919, lo encontramo­s en una revista técnica. Pensamos que estaba buenísimo. Lo irónico es que Peter Saville, quien hizo el arte de nuestros discos, lo tomó y le invirtió los colores. El original era en negro y blanco y él lo llevo al blanco y negro, lo cual lo volvió mucho más dramático. Me acuerdo de verlo y pensar “qué bueno, esto se vería muy bien en una remera”. En esa época éramos…no sé si militantes es la palabra, pero dijimos “nunca vamos a poner esa ilustració­n en una remera, las remeras de bandas son una mierda” (risas). Y ahora se convirtió en una de las remeras de bandas más famosas del mundo. Nunca pensamos que se iba a convertir en algo tan grande. Sólo dijimos “lo pongamos en la tapa” y listo. Ahora esto que me decís del tatuaje…Me pregunto si le habrá dolido mucho.

–No se lo pregunté, pero le queda bien.

–Es lo importante, que se vea bien.

–Yo descubrí a Joy Division y a New Order gracias al dueño de una disquería. Estoy seguro de que también se las recomendó a muchos otros. Quisiera saber cómo es tu relación con las disquerías.

–Es una de las cosas que extraño. Crecer era pasar el tiempo en las disquerías. Así era mi vida, al menos. Ir de una disquería a otra a comprar vinilos, a ver qué tenían de nuevo. Hablar con el que estaba detrás del mostrador… Fue mi mayor actividad social cuando era joven. Eran lugares fantástico­s. Me alegra que haya una todavía por ahí.

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 ?? (GENTILEZA NEW ORDER) ?? Formación actual. New Order hoy está conformado por Phil Cunningham, Gillian Gilbert, Bernard Sumner, Stephen Morris y Tom Chapman.
(GENTILEZA NEW ORDER) Formación actual. New Order hoy está conformado por Phil Cunningham, Gillian Gilbert, Bernard Sumner, Stephen Morris y Tom Chapman.
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(NEWORDER.COM) Compañeros de décadas. Stephen Morris en medio de un show junto a Sumner.

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