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“Los Midachi creemos que el límite es la risa”

Dady Brieva recuerda con cariño aquella Carlos Paz en la que se consagraro­n con el trío, y también habla de política, de redes, de escraches y de los nuevos tiempos del humor.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Un caluroso verano de 1984, tres pibes santafesin­os alquilaron una casa en Villa Carlos Paz con ganas de mostrar lo que sabían hacer, en aquellos años de la democracia reciente y llena de gente ávida por reír un poco.

Tenían una camioneta Volkswagen y ellos mismos salían a pegar los afiches para promociona­rse por toda la ciudad, después de las funciones. Dicen que inventaron los “carteles columneros” para los postes, y sólo algún memorioso podrá rebatir aquel recuerdo y hasta negociar la patente.

Eran los Midachi que habían armado Miguel Del Sel, Dady Brieva y el Chino Volpato, que con desparpajo, carisma y un puñado de sketches súper efectivos se consagraro­n en una salita de teatro junto a la Municipali­dad de la villa, El Quijote. “Nacimos en una época en que la gente pedía pelotudez y tortazo, y era lo que teníamos para darle”, dice con su habitual honestidad brutal Dady, antes de los dos shows que darán el lunes en el Teatro Luxor de la ciudad serrana.

La historia es conocida, lo raro es que no hayan vuelto a hacer una temporada desde aquellos éxitos de mediados de la década de 1980 que les abrieron las puertas no sólo en Buenos Aires sino hacia toda Latinoamér­ica. Este lunes, Midachi vuelve, casi como para darse un gusto y nada más. Ni tiempo tendrán de visitar varias de esas amistades forjadas en los 35 años de escena.

–¿Qué significa volver a la ciudad que los vio nacer?

–Me gustaría ir más tiempo. Me pasa como el chiste de (Jorge) Corona: la mujer le pregunta de dónde venís, y el tipo contesta: “No me hagas acordar que me vuelvo”. Carlos Paz fue todo, para el grupo y para mí. Fue como un viaje de egresados eterno: conocimos a los primeros artistas, tomamos champán por primera vez, vimos artistas, había glamour. En esa época había un grupo de comerciant­es que hacía esfuerzos enormes para sacar adelante los veranos. Nosotros vimos todo eso, en el advenimien­to de la democracia en la que hubo como un destape. Era muy difícil que la prensa gráfica nacional dijera algo. Lo demostraba con tres o cuatro líneas en la revista

Pronto. Hoy ha cambiado mucho, porque aún con Susana Giménez o el Negro Olmedo era muy difícil que te saquen dos o tres líneas.

–¿Mirás a aquel pibe Dady con nostalgia?

–No, para nada. Tengo mucha memoria y me gusta mucho recordar. He pasado buenos momentos y los destaco con mucho cariño. Un periodista que se enamoró de nosotros, de Tiempo Argentino, publicó una nota titulada “El trío más mentado de la Villa”. Allí Moria nos ofreció hacer temporada con ella en Buenos Aires, y nosotros tuvimos una de las primeras reuniones para decidir el camino. Dijimos que seguíamos por la nuestra.

–Eran jóvenes. Hay que tener claro el camino para decirle “no” a Moria.

–Estábamos muy claros en ese sentido. Cuento una anécdota. Un día, en Chez Ami (una disco que cerró) se hizo una nota con varios artistas. Estaban Mónica Guido y Soledad Silveyra. Soledad tenía un Taunus ‘78 con caja automática, y con Cacho Buenaventu­ra caímos con

NO COMPARTO LOS ESCRACHES, NO CREO EN ELLOS DE NINGÚN LADO. NO ME GUSTA NI QUE ME PEGUEN EN EL SUELO NI PEGARLE A NADIE.

dos Peugeot 505 cero kilómetros cada uno. Le dije a Soledad que la recordaba de Rolando Rivas,

taxista y ella me preguntó: ¿Y ustedes quiénes son? Somos los Midachi, tenemos 200 funciones anuales, la continuida­d laboral es así, ganamos buena plata. Ella me dijo: “Cómo me equivoqué en mi vida”. Eso pinta varias cosas, como que los artistas muy reconocido­s por ahí no tenían la continuida­d de trabajo que teníamos nosotros, Cacho, el Negro Álvarez. –¿Fueron con productor o solos se largaron a Carlos Paz?

–Teníamos nuestra platita, alquilábam­os una casa y dormíamos todos juntos. Teníamos una camioneta Volkswagen, comprábamo­s la comida, salíamos a pegar carteles. Inventamos los carteles columneros, que no existían: eran verticales y los pegabas en las columnas de alumbrado.

–¿Creés que sería más fácil llegar a la gente con las redes sociales o más difícil? Personas con talento hay millones.

–La verdad es que no sabría decirlo, porque no conozco mucho lo de las redes. Sé que hay un gran movimiento, pero no sé. Siempre dice Miguel (Del Sel) que si vos hoy le das a tres chicos la posibilida­d de hacer el camino que hicimos nosotros, sin saber el resultado final, no sé cuántos lo siguen con esa fuerza. Teníamos hambre, el hambre que había en esa época, que se sumaba al del tipo del interior que quería ganarle al porteño, como ganarle a Boca.

–En los momentos de mayor popularida­d, ¿tenían la tentación de ocuparse de mirar más la taquilla o siempre lo más importante fue el escenario?

–Nosotros le poníamos mucha fuerza. Siempre fuimos muy competitiv­os, tratamos de salir primeros y le poníamos mucha onda. Durante 10 años no hicimos otra cosa, me refiero incluso a lo familiar, más que Midachi. Aun teniendo hijos, esposa, familia. No movimos un dedo que no fuera por Midachi. Dejamos muchas cosas en el camino también, pero sin quejas. El resultado final es porque nos dedicábamo­s todo el día.

–Cada vez que hacen un parate, ¿es más fácil o más difícil la vida con o sin Midachi?

–Nosotros ni nos extrañamos ni nos dejamos de extrañar. Somos como una familia. Cuando no estamos es porque no nos subimos arriba de un escenario. Las separacion­es nuestras han sido de escenarios; siempre he estado en la vida de ellos y ellos en la mía. Inclusive nos defendemos a ultranza ante cualquier ataque individual.

La política

–Decías que no conocés mucho de las redes sociales, sin embargo estás siempre en el medio. Te mata la mitad y te adora la otra mitad.

–En estos tres años ya sé de qué lugar viene, por dónde viene, cómo son. Hasta los conozco y los tengo identifica­dos a los que firman con los que no ponen nombres propios. Pero lo tomo como algo normal, como parte del juego. Soy consciente, sé cómo viene, sé de qué se trata. Soy experiment­ado en eso: sé cuándo viene operación, cuándo viene envenenada... la tengo muy clara.

–Hay que tener el cuero duro.

–También lo sufren los compañeros o colegas que no pertenecen a la ideología que yo tengo, y se sienten atacados también. Es como cuando gana Talleres, putean los de Belgrano, o al revés.

–Pero nunca te hizo callar. Siempre preferís hablar, digan lo que digan.

–No sé cómo ser de otra manera. La verdad que es también como la esencia de lo que soy. Es lo que me llevó al éxito. No entiendo eso de coger de una manera, cagar de otra, jugar al fútbol de otra. Hay una línea de comportami­ento. Yo solamente expreso mi opinión, no decido ningún presupuest­o ni lo voy a decidir, sólo soy un artista que se expresa. Después, me he bancado, me han hecho besar la lona, se meten con mis hijos. Por ahí me preguntan por qué me pasa esto o aquello. Cuando conseguimo­s una entrada buena para ver a Boca, es porque sos el hijo de Dady. Cuando llegan las malas, es por lo mismo.

–¿Te lo facturan alguna vez?

–Bruno tiene 29 y Franco 25. Trabajan conmigo y entendiero­n el juego.

–¿Sentís que tu militancia peronista filokirchn­erista, y la de Miguel en el PRO, les restó público? ¿De uno y de otro lado?

–Si fue así, lamento que la gente se haya perdido un grupo cómico popular de 35 años por una pelotudez. No creo que nadie deje de escuchar a Mario Pergolini porque es de Boca.

–Pero hay quienes llamaron a darse de baja de Netflix por un programa de Jorge Lanata.

–Me parece una pelotudez, para mi lado y para el otro lado también. Yo no comparto los escraches, no creo en ellos de ningún lado. No me gusta ni que me peguen en el suelo ni pegarle a nadie en el suelo.

–Volvamos al humor. Hoy muchos humoristas han moderado sus chistes sobre el modo de abordar a la mujer, por ejemplo. ¿Cuál es tu posición?

–Los Midachi y yo somos los de creer que el límite es la risa. Si se ríen, está todo bien. Si no se ríen, sacamos el chiste. No abdicamos por eso, ni somos recurrente­s con este nuevo pensamient­o con el que no comulgamos. El Negro Álvarez tuvo un problema en Cosquín... tienen que tener cuidado los artistas populares por empezar a pasar el humor por filtros que no son los emocionale­s. Si tengo el remate de un chiste “y no me la pude coger”, y tengo que estar pensando si es judío o gorda... nunca tuve la intención de atacar y faltar el respeto a nadie antes, que hacía el mismo humor. Ahora tampoco.

–Pero la gente, las sociedades cambian, se adaptan.

–Nosotros teníamos un número muy reconocido, Trío de Trolos. Eran tres putos que se encontraba­n en la casa y hacían temas populares que contaban una historia. Lo saqué porque ya no hace reír, porque me parece antiguo. Pero no ahora, por los putos o qué se yo. Ese mismo sketch lo hizo Jimmy Fallon con Ariana Grande…hemos creado escuela. Si bien soy de la época que se hacían chistes con el culo de una mujer, nunca los hicimos nosotros. Primero porque no hemos trabajado con mujeres. Me da no sé qué el hecho de que amilanen las ganas de los humoristas de hacer humor. No es la radio, que se te mete de prepo en casa, acá la gente paga una entrada. Igual, uno puede ir cayendo fuera del sistema, tener un humor viejo, no por esos temas sino porque la gente se ríe de otras cosas.

–¿Sintieron alguna vez que estaban envejecien­do en el humor?

–El éxito es la unión de las coordenada­s de tiempo y espacio. Si Los Nocheros hubiesen nacido en la época de los Huanca Hua, de Los Trovadores, del Dúo Salteño, hubiesen durado dos días. Si Soledad hubiese cantado en el Cosquín del 68, hubiese durado dos días, y si Midachi nacía en los 70, hubiésemos durado dos días. Nacimos en una época en que la gente pedía pelotudez y tortazo, y era lo que teníamos para darle. El día que la gente pida otra cosa, capaz que no estemos a la altura y quedaremos como quedó Pepitito Marrone. La gente dirá cuando no tengamos que estar más.

NACIMOS EN UNA ÉPOCA EN QUE LA GENTE PEDÍA PELOTUDEZ Y TORTAZO, Y ERA LO QUE TENÍAMOS PARA DARLE. EL DÍA QUE LA GENTE PIDA OTRA COSA, CAPAZ QUE NO ESTEMOS A LA ALTURA.

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 ?? (PRENSA MIDACHI) ?? Dady, Miguel y Chino. Como en sus comienzos y durante 35 años, los tres integrante­s de Midachi siguen juntos.
(PRENSA MIDACHI) Dady, Miguel y Chino. Como en sus comienzos y durante 35 años, los tres integrante­s de Midachi siguen juntos.

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