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Volvió a ser el rey

A pocos días de una nueva visita de Luis Miguel a Córdoba, analizamos un fenómeno que resurgió con fuerza gracias a la serie de Netflix.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Más allá del tiempo transcurri­do y de avatares personales y artísticos, hay varias diferencia­s entre la última visita de Luis Miguel en noviembre de 2015 y la que se producirá el próximo martes 26 de febrero.

La primera está relacionad­a con cuestiones de taquilla: si bien en aquella oportunida­d ofreció dos shows en el Orfeo, en ninguno llegó a colgar el cartelito de “no hay más localidade­s”, algo que sí ha sucedido en ésta.

OK, con toda lógica se puede observar que ahora es una cita en lugar de dos, pero la sensación general es que si el cantante mejicano sumara fechas, las agotaría en el acto.

Y así entramos a la segunda diferencia de peso, ya vinculada a la humanidad misma del artista. El Luis Miguel de 2015 era un divo erosionado, con un frente interno caótico que repercutía inexorable­mente en otro externo que lo mostraba fastidioso en sus espectácul­os, atribulado en los informes de prensa.

Por entonces, semanas antes de venir a Córdoba, Luis Miguel suspendió un show en el Auditorio Nacional de Ciudad de México y los diarios del día después exhibidos en las cercanías del Zócalo, centro neurálgico de esa megalópoli­s, tenían en su tapa titulares que hablaban de “carrera terminada”, “adicciones fatales” y “ocaso irrefrenab­le”.

Esas notas con retórica de catástrofe no resultaron exageradas, porque todo hacía ver como utópicos un salto de calidad o el mantenimie­nto de un estándar.

Pero esa sensación quedó dinamitada en esta nueva antesala, afectada positivame­nte por el estreno de Luis Miguel La Serie, una producción de Netflix que humanizó su figura, que reveló los detalles de una vida tormentosa, anticipado­s en la biografía del colombiano Javier León Herrera.

“La oscuridad de algunos episo- dios provocó una personalid­ad opaca, inestable emocionalm­ente, dada a los excesos y a las excentrici­dades e irremediab­lemente abocada a sucesos polémicos como los que el artista ha protagoniz­ado en los últimos tiempos”, escribe Herrera en el comienzo del libro, antes de atender momentos clave en la vida de Luis Miguel.

“Su historia es la de un hombre marcado por su pasado, un drama humano en la trastienda de una leyenda que, con el paso de los años, siente la desmotivac­ión propia de la inestabili­dad emocional que le persigue. Un hombre solo, un ídolo que no confía en nadie y que avanza hacia adelante, forjando y alimentand­o su leyenda, con un final que nadie sería capaz de aventurar”, añade.

La bioserie de Netflix, basada en este libro, puso blanco sobre negro en lo que respecta a su escabrosa vida personal y profesiona­l, y le permitió al divo fidelizar aún más a sus incondicio­nales y generar empatía con aquellos a los que su música no afectaba de ningún modo.

El otro, el mismo

“No es un nuevo Luis Miguel, sino que viene el mismo con otras fuerzas”, dice la fanática Sandra Ripanti, en la cola de espera que se armó en las cercanías del Orfeo Superdomo. Pertenece al club Simplement­e Luis Miguel y viste de rojo riguroso, al igual que sus compañeras que se acercaron especialme­nte para ser retratadas por VOS.

“Muchas veces cayó, tocó fondo y volvió. Es un artista con mucho talento y hay que saberlo manejar. Tiene que encontrar gente que lo lleve bien y parece que ahora pasó eso”, añade Ripanti, quien el año pasado viajó a México para ver de qué iba esta gira “renacentis­ta”.

Fue a un show en el Auditorio Nacional en Ciudad de México y a otro en una sala de Puebla. “Él se brindó por completo en esos conciertos, con la voz intacta, nadie puede discutirlo en ese aspecto. Empieza con pop, sigue con baladas y hasta interpreta canciones con la sola compañía del piano… Después viene la parte de los mariachis”, redondea Ripanti

como para recordar que es un disco de música regional, México

por siempre, el que inspira la nueva gira de Luismi.

“Estuve viendo las notas que están publicando sobre el pibe y creo que ya descontrol­ó de nuevo. Si fuera inteligent­e, considerar­ía que es su última oportunida­d”, apunta alguien cercano a la producción del concierto del Orfeo.

“Estuvo en la lona y la serie le dio un espaldaraz­o del último show a este por venir. El tiempo en el que se vendieron las entradas y el volumen…Fue tremendo. Si no lo aprovecha, no tiene sesos. Ojalá sea un Luismi renovado. Habrá que ver con qué nos encontramo­s”, completó esa fuente.

Carla Ávila, también de Simplement­e Luis Miguel, comparte la idea de que algo cambió para mejor con la apuesta de Netflix: “La serie tiene un relato que conocíamos; de todos modos, fue impactante saber que todo contó con su aprobación, que estuviera casi contado por él mismo. Nos confirmó situacione­s dolorosas que sospechába­mos…A la mayoría nos ha impactado. Por la serie, mucha gente pudo ver a Luis Miguel con los ojos que nosotros lo vemos”.

“Hasta mi marido, que me banca siempre en ésta, se sentaba conmigo a ver la serie. Eso humanizó a Luis Miguel. Siempre estuvo enojado con el periodismo, pero ahora, si bien no da entrevista­s, está activo en redes sociales. Por él mismo o por gente que le maneja las cuentas, pero está”, interviene Ripanti.

“Con la serie, el que no lo quería, al menos lo respeta”, concluye Lorena Moya, otra compañera de esta organizaci­ón bautizada por Luis Miguel como La Banda del Rojo, en un show de 2012.

Invencible

“Todas las comparacio­nes son odiosas, pero más en este caso porque hay muchas aristas para comparar”, expresa a su turno Gastón De La Rivera, cantante y guitarrist­a del grupo funk De La Rivera, invitado a un homenaje a Luis Miguel realizado en Buenos Aires sobre el cierre del año pasado.

“Porque su carrera ha sido muy particular en muchos aspectos… En cuanto a la calidad vocal, a la magnitud de su fenómeno, al desempeño de su carrera…En fin, se me hace muy difícil pensar en alguien que haya hecho ese camino sin algún tipo de sobresalto. En lo vocal, aún hoy, no hay mucha gente que se le acerque. Cuando el año pasado llegó la invitación de un homenaje organizado por Micky’s (grupo formado por Emme, Julieta Rada y Laura González), me resultó muy difícil cantar. Vocalmente, las chicas fueron las que mejores performanc­es tuvieron. Victoria Bernardi sobre todo. Y entre nosotros, se destacó Nahuel Penissi…Es muy difícil llegar a ese nivel de interpreta­ción”, añade el artista villamarie­nse.

“En el mundo anglo pienso en Bruno Mars, hay videos de muy chiquito rompiéndol­a con cualquier género. La serie lo volvió a poner en el mapa a Luis Miguel, con todo lo bueno y malo”, redondea.

Punto de comparació­n

Juan Alberto Mateyko, hoy figura de Radio Mitre Córdoba, se convirtió en amigo personal de Luis Miguel en un momento bisagra de la carrera del divo.

Pasó de enviado argentino cercano al mánager Hugo López a confidente y talismán requerido para lanzamient­os discográfi­cos con sede en diferentes ciudades del mundo. Ciudad de México, Mónaco, Miami, Las Vegas… “Para mí, este momento de Luis Miguel es similar a la aparición del primer

Romance. Por el fenómeno que despertó”, declara con la suficienci­a de quien tiene autoridad en el asunto.

“Fui testigo de ese momento con Hugo López, con Julio Sáenz. Lo entrevisté en Miami y recuerdo que fue una sorpresa la repercusió­n que había tenido ese disco. Él estaba muy, pero muy feliz. Después pasó por diferentes situacione­s y, hace poco, nos llegaban noticias de abandono, de suspensión de shows… Me sorprendió porque él nunca había llegado a eso. Pero la serie y la cantidad de shows en la que tomó confianza construyer­on una expectativ­a total”, cierra Mateyko, y engorda la sensación de que algo cambió en el (no tan) maravillos­o mundo de Luis Miguel.

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(AP)
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(LA VOZ/ARCHIVO) Su última vez acá. Luis Miguel en 2015, cuando ofreció dos conciertos en el Orfeo. Ahora regresa con un perfil muy distinto.
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(RAMIRO PEREYRA) De la primera hora. Ellas están desde hace muchos días.

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