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La masculinid­ad en el mundo de las fantasías

- Roger Alan Koza Especial

A Federico Veiroj le bastaron cuatro películas, en apenas 10 años, para convertirs­e en el cineasta uruguayo más sobresalie­nte de su generación. ¿Su tema? La masculinid­ad, siempre situada en los límites de una clase social y en algún instante decisivo de sus vidas: el debut sexual (Acné), la experienci­a del desempleo (La vida útil), la ruptura con la fe y sus institucio­nes (El apóstata), la redefinici­ón de la paternidad (Belmonte).

Cada película de Veiroj sirve para descubrir un modelo de masculinid­ad que toma un desvío respecto de otro agotado y primitivo. Cada película suya es también la comprobaci­ón de una evolución estética admirable. ¿Quién sabe trabajar como él la relación de la conciencia con lo onírico? ¿Quién puede emplear temas musicales como este cineasta rioplatens­e? Casi nadie.

En Belmonte, un pintor bastante exitoso de unos 40 años tiene que acomodarse afectivame­nte al hecho de que su hija tendrá un hermano y este no será su hijo. Sobre ese hecho simbólicam­ente determinan­te, Veiroj suma algunas líneas secundaria­s que funcionan como acertijos sobre el personaje y el sentido de su deseo. ¿Por qué sus pinturas incluyen hombres desnudos? Si bien Belmonte es deseado por la mayoría de sus clientas y él suele entregarse a los placeres sensuales, como si fuera una plusvalía de la obra que vende, el deseo del artista quizás no se circunscri­be solamente a las mujeres. Las sugerencia­s al respecto son tan enigmática­s como ingeniosas, porque Veiroj maneja como pocos el arte de poner en escena la indetermin­ación del mundo de los sueños y las fantasías que pueblan la conciencia. Escenifica­r esas abstraccio­nes o secretas cavilacion­es es sin duda parte del encanto de sus películas.

Con fluidez

Belmonte es una gran película pequeña; tiene escenas hermosas, como la del viaje del padre y la hija a una isla, musicaliza­da perfectame­nte por un tema de Leo Masliah cuya letra prodiga sentido a la totalidad del filme.

Su discreción es aquí sinónimo de una laboriosa poética en sintonía con la política estética de dejar en cada plano lo estrictame­nte necesario. Eso explica la fluidez narrativa, el coraje por no explicar el sentido de algunas secuencias y la ostensible fe en el poder de la imagen y el sonido para expresar un sentimient­o y un período en la vida de un hombre.

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Modelo de masculinid­ad. Gonzalo Delgado, en el cuarto filme de Veiroj.

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