Una parrilla de lujo en la zona sur de la ciudad
La Emilia es una nueva opción en barrio Jardín. En un local reconfortante, ofrece un servicio tradicional de carnes de alta gama.
De a poco Córdoba se va metiendo en las nuevas tendencias del mundo de la carne. Ya se encuentran cortes madurados en algunos restaurantes y también algunos cortes poco conocidos o poco difundidos en la gastronomía local: Rib eye, Tomahawk o T-bone, por citar algunos.
Esa sea tal vez la mejor novedad que plantee en materia gastronómica la nueva parrilla de alta gama de barrio Jardín. La Emilia, además de proponer un ambiente fabuloso, tiene como corte estelar de su carta un Rib eye ($ 600), que es un ojo de bife con hueso limpio. Es una belleza en sí misma, que luce dorada y jugosa y sabe espectacularmente, lista para conmover a cualquier fanático de las carnes.
El diseño externo como interno de este local es superlativo. Los detalles de las terminaciones, los techos de doble altura, los cortinados, las lámparas o la entrada con una gran cava de vinos a temperatura controlada, hacen que uno se entusiasme apenas estaciona el auto.
Cuando tomamos la carta, nos llena de regocijo ver cómo se ha simplificado en materia comunicacional: apenas una tabla de salames y quesos, cuatro ensaladas, seis guarniciones, 14 opciones de cortes, dos menús para niños, nueve postres, bebidas, infusiones y vinos. Listo.
Por supuesto y como siempre, si buscamos equilibrar cantidad de comida con el valor del cubierto, conviene elegir la Parrilla completa ($ 695), que incluye muchos cortes asados con el estilo heredado de El Faro de Jesús María: fuego fuerte, vuelta y vuelta, todo controlado y a punto.
Rib eye
Hicimos un recorrido por mollejas, chinchulines, riñones, embutidos clásicos (chorizo y morcilla), matambre de cerdo, matambre de vaca, tira y vacío. En La Emilia no hay tablas de madera, el servicio se realiza en grandes platos blancos. Viene el mozo y sirve con pinzas cada corte.
Todo corte o parrilla completa incluye empanada frita de entrada (perfecta en su concepción) y guarniciones. Nosotros pedimos ensalada completa y papas fritas con huevo revuelto. El mozo se hizo cargo del aliño de la ensalada con muy buen tino y también el huevo revuelto de las papas llegó en un punto para destacar (bien jugoso).
Pero hablemos del Rib eye u Ojo de Bife. Es un corte que sale de la parte final del carré de la vaca, luego del bife angosto y el bife ancho. Tiene una capa de carne que la recubre pero además una buena grasa en esa capa y entre la otra, con lo cual obtenemos más terneza y más sabor.
El hueso también aporta sus jugos en el bouquet final, tanto como la madera de las brasas con la que se cocinó (regala un dejo ahumado interesante). Y ese hueso es también un sello estético, porque llega limpio (se envuelve en aluminio durante la cocción) como el tallo de una flor. Entonces no sólo disfrutamos de una carne excepcional y de una buena muñeca en los fuegos, sino que también sentimos que estamos ante una pequeña obra de arte comestible.
Este corte le hace bien a la gastronomía local. Tal vez sea momento de usarlo como trampolín y empezar a jugar con otros cortes novedosos en las parrillas tradicionales.