Chica de oro
Marilina Bertoldi obtuvo el premio más importante de la noche en la última ceremonia de los Gardel.
Prender un fuego, el disco con el que Marilina Bertoldi obtuvo el Gardel de Oro esta semana, puede marcar un eje en la música popular argentina. Si bien es un reconocimiento que otorga la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif), siempre sospechada de ser hacer prevalecer las intenciones de la industria, las resonancias simbólicas son importantes. Sienta un precedente que indica que la Cámara decidió atender reclamos largamente postergados.
Habrá quien elija la opción – cínica, por cierto– de acusar al premio de acercarse a la corrección política, pero es fácil rebatir ese argumento: cualquiera que haya seguido la carrera de Marilina sabe que debió abrirse paso a los empujones, y no la tuvo fácil: por ser mujer, por ser hermana de, por no atender a las tendencias. Su último disco estuvo entre lo más resonante del rock argentino del año pasado y no sólo en asuntos estrictamente musicales.
“Para ser considerado un buen disco, debe generar un impacto social, o hablar de una temática de la que nadie habla. Mi disco es el caso. Desde el rock, se da la mano con un discurso más interesante”, declaraba Bertoldi minutos después de recibir el premio.
Meses antes, en la previa a la última edición del festival La Nueva Generación, donde presentaría Prender un fuego, la artista compartía con VOS una idea contundente: “Creo que mi existencia dentro de la escena del rock nacional ya es subversiva. Soy una mujer que hace sus propias canciones y nadie le dice qué tiene que decir o hacer, cómo sonar, cómo pararse, cómo vestirse. Que ser yo misma en la escena del rock sea revolucionario habla más de la escena del rock que de mí”.
Por otra parte, su relación con Córdoba es significativa. De actuar junto a Connor Questa, su anterior agrupación, en lugares como el desaparecido Club R, su convocatoria en nuestra ciudad tuvo un aumento progresivo y sostenido. Prueba de ello fue su participación en La Nueva Generación, desde luego, pero fundamentalmente de GRL PWR, el festival de grilla exclusivamente femenina que tuvo la misión de cerrar en su última edición, en Quality Espacio.