VOS

Piñón mira hacia atrás

Con motivo de sus 30 años de carrera, repasamos junto al payaso cordobés pasado, presente y futuro de una vida dedicada a inspirar sonrisas a chicos y a grandes.

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

Hay pocas historias tan mágicas y al mismo tiempo tan palpables como la de Piñón Fijo, el personaje creado por Fabián Gómez que nació como ese híbrido entre mimo y clown brindando su corazón con traje prestado en los espacios públicos de Córdoba y en fiestas infantiles. Con sus canciones, pero sobre todo de la mano de

su enorme carisma, llegó a la tele, a llenar teatros en todo el país y, desde YouTube, a todo el mundo. Hoy, ese entrañable personaje está cumpliendo 30 años como referencia ineludible de música para la infancia y para toda la familia.

“Creciste, yo envejecí, reíste y yo reí, lloraste y te canté, las payasadas que ya sabés”, canta Piñón en 30 son 30, el tema que compuso para celebrar estas tres décadas y que nos ofrece para la producción realizada con VOS en su propio estudio montado en la localidad de Mendiolaza. Es que la de Piñón, o Fabián, es también una historia de superación: fue artista callejero, pasó por un sello multinacio­nal, trabajó con grandes productore­s, pero en un momento tomó la decisión de volver a ser él quien tomara las decisiones y desde esa “cueva” (como él mismo la llama en sentido figurativo, porque el lugar está muy bien equipado) cranear todo su material y su carrera.

Invertir en los sueños

“Estos 30 años me agarran en esta cueva que hemos armado para ser felices y generar sueños, que gracias a internet hoy despegan acá y vaya saber dónde aterrizan y cuándo. Acá paso gran parte de mis días y además también se los presto a los amigos que lo necesitan, como Los Caligaris y Camilo y Nardo, que han realizado videos acá. Por supuesto que cualquier artista soñaría con hacer un mega estadio con mucha gente, pero la mejor manera de celebrar es reinvertir en los sueños para seguir creciendo”, introduce el artista, que festejará con (por ahora) cuatro funciones en el Quality Espacio en el arranque de las vacaciones de invierno.

“Corré un poquito ese tacho de luz para la izquierda. ¿Sale bien la pantalla ahí?”, pregunta mientras toma un té en una taza con su propio logo, totalmente enfundado en su personaje y dispuesto para hablar de su historia y repetir las tomas para fotos y videos las veces que hagan falta. Así es Piñón, auténtico y muy detallista. Por algo llegó a ser el payaso más conocido del país, ¿no?

–En estos 30 años viviste todo el proceso de los cambios tecnológic­os y de la llegada de internet. ¿Cuándo hiciste el clic y dijiste “la cosa va por acá”?

–Soy bastante aliado de la tecnología, y siempre estuve muy atento a los cambios. Uno de los que me inspiró mucho fue un músico que yo admiro mucho, Rubén Blades. En esa época, hace como 10 años, publicó un disco en la web (Cantares del desarrollo), poco después de que Radiohead hiciera lo mismo ( In Rainbows). Ahí me picó el bichito y quise hacer lo mismo, entonces lancé Una luna en la laguna en ese formato. Imaginate para un artista que empezó en la calle y vendiendo los casetes TDK a los turistas, era una locura. Y ahora estar en contacto con gente de todo el mundo…Es como mágico. Generar un video y no tener que pedirle permiso a nadie o depender del buen o mal momento de un gerente, para poder comunicars­e con tu público. Es una anarquía hermosa. Ojo que también metemos la pata y después vemos cosas que no funcionaro­n. Es un ensayo-error que tiene que ver con el origen de mi propia carrera. En la calle no hay ninguna universida­d, ni libro, ni tutorial en YouTube que te diga cómo hacer las cosas. Siempre fui de probar las cosas y de la misma manera uno se maneja en esta gran peatonal que es la web.

Vivir en el presente

–¿Extrañás algo de esa época como artista callejero?

–El año pasado estuve en México invitado por Los Caligaris, y en un momento nos escapamos con una cámara para hacer algo en la calle. ¡No sabés el placer que tuve de tener que seducir desde cero a un público que no te conoce! Volvió a ser el salto al vacío que fue al inicio. No extraño mucho igual, porque lo tengo muy presente. Siempre soñaba con estar en grandes teatros y las vueltas de la vida hicieron que cuando llegué a esos escenarios, lo que me salvó del terror que me agarró es haber sido un artista callejero.

Muchos lo recuerdan, pero para las nuevas generacion­es la historia no es tan conocida. Los fines de semana, Piñón salía en bici pintado de mimo de su casa en la calle Obispo Castellano­s, en barrio San Vicente. La primera parada era el Parque Las Heras, después se iba para la Isla de los Patos, donde en aquellos años se reunían las familias, y terminaba en el Parque Sarmiento, cerca de la nochecita. “El artista callejero tiene la ventaja de ser dueño de su propio universo. El concepto que te da la sociedad más capitalist­a es ‘mirá, pobre tipo, pasando la gorra’. Pero yo te puedo asegurar que ese que está ahí con su arte es el más libre de toda esa peatonal. Hay mucha gente que no lo entiende desde su visión del consumo”, sentencia mientras reivindica el arte callejero como parte de la cultura del pueblo, y recuerda casos como el suyo en los que los artistas cruzaron la barrera y ahora trabajan en el circuito comercial, como Nahuel Pennisi, Facundo Arana, Ricardo Arjona y tantos otros.

–En estos 30 años, las infancias también han cambiado mucho. ¡Ahora hasta tenés que competir con los youtubers!

–Mi contacto con la infancia siempre fue en un marco de contención familiar. Nunca le hablé solamente al niño, sino también al padre, al abuelo, al que estaba al lado. Me gustaba cuando animaba cumpleaños que los adultos se sentaran al lado de los chicos. La cuestión de derivar en la tecnología o en lo que sea para no prestarles atención a los niños es nocivo más allá de la época. La tecnología usada de manera creativa y responsabl­e está piola, lo mío siempre fue una búsqueda muy intuitiva. En abril de 2009 me asomé y dije: ‘¿A ver cómo es esto de YouTube?’ Me abrí una cuenta yo solo. Hoy ese canal pasó los 900 mil suscriptor­es y posiblemen­te superará el millón antes de fin de año. Capaz que si tenía un departamen­to de marketing, la cosa no funcionaba. Algo que me hizo resignific­ar fue la llegada de mi nieta y la relación con mis hijos mientras iban creciendo, claro.

–¿Te preguntás por qué fuiste vos el payaso que llegó a ser el gran referente? Prácticame­nte no hay otros a nivel masivo.

–Siempre me lo pregunto, aunque creo que no tenga la respuesta. El tema de ser payaso me lo tomé muy en serio. Como un oficio, una carrera, una vocación. En otros casos a veces se usa el rubro infantil como un puente para llegar otra cosa. Mi personaje me contuvo en todos mis aprendizaj­es. Todo lo que adquiría lo volcaba al personaje. Cuando pasó el tren con alguna posibilida­d, siempre tuve la cajita lista con las herramient­as para subirme. Estaba para jugar el partido que me tocaba y si no estaba listo lo disimulé muy bien. Esa es una de las pocas virtudes que puedo llegar a reconocerm­e. Hasta yo mismo me asombro a veces: no soy gran cosa ni como mimo, ni como cantante, ni como payaso. Pero metiendo todo eso en un tubo de ensayo se armó algo que terminó generando empatía con mucha gente y, claro, los años le fueron poniendo magia a la cosa. En este mundo tan violento, cumplir 30 años enfundado en un traje de payaso me parece un montón.

–¿Cómo ves el futuro? ¿Hay Piñón para rato?

–Lo único que le puedo pedir a la vida es que me siga sorprendie­ndo dentro de este mismo traje. Por supuesto que repetiría el viaje. Me tocó girar con Carlitos Balá un tiempo y él tenía en ese tiempo 85 años. Ahí me di cuenta lo que era meterse en la infancia de la gente. Con ese gestito de idea los hacía viajar a todos. Esa fue una señal para sentir que estás metido en el corazón para siempre. Voy por ese camino.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ)
 ?? (JOSÉ GABRIEL HERNÁNDEZ) ?? Música de ayer y hoy. “Mi personaje me contuvo en todos mis aprendizaj­es”, dice Piñón Fijo hoy, mientras recuerda sus primeros años con el personaje.
(JOSÉ GABRIEL HERNÁNDEZ) Música de ayer y hoy. “Mi personaje me contuvo en todos mis aprendizaj­es”, dice Piñón Fijo hoy, mientras recuerda sus primeros años con el personaje.

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