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“Toy Story 4” es una gran película

“Toy Story 4” sorprende ocultando herejía en una entrega entretenid­a y simpática. El atrevimien­to de Pixar está intacto.

- Lucas Asmar Moreno Especial

Una nueva película de Toy Story generaba desconfian­za: ¿por qué reabrir una saga que en su tercera entrega alcanzó el pico máximo de coherencia? Andy regalándol­e sus juguetes a Boonie para que estos continúen un legado suprimía ese miedo histórico al olvido.

La trilogía proponía variacione­s del mismo fantasma en escalas de gravedad: dejar de ser el favorito, petrificar­se como objeto de colección, terminar siendo un desecho. Un nuevo niño adoptando los juguetes exorcizaba el fantasma y postulaba la sabiduría de lo cíclico. Se proponía el traspaso como forma de cambio y continuida­d para personajes que debían lidiar con una eternidad ajena a lo humano.

Parte de la maestría de Pixar fue hacer coincidir una vida (la de Andy y la nuestra) con la cronología de los estrenos. Reflexión sobre el tiempo similar a la del cine de Richard Linklater, en donde los juguetes aprendían que cambiar de dueño no era una traición, sino una manera de intensific­ar esa lealtad por algo que los excedía: la finitud humana.

¿Qué propone Toy Story 4? Consciente de su encrucijad­a, la saga pergeñada por John Lasseter descentral­iza a los humanos y se concentra en el sentimient­o de comunidad que rige entre los juguetes. Los niños siguen presentes pero no como motivacion­es inmediatas, sino como un Otro.

Relegándol­os a un deseo abstracto, los guionistas adoptan un sesgo existencia­l y piensan cómo los juguetes podrían carecer de propósito y tener que reinventar­se. Ya no es el miedo al olvido lo transversa­l de la saga, sino la angustia ante la libertad. Hay aquí un verdadero giro copernican­o en el espíritu de Toy Story: de la lealtad a una entidad suprema (el niño) nos trasladamo­s al trauma del individual­ismo flotante.

Será el personaje de Forky quien condense en un primer momento este conflicto: un muñeco fabricado con basura. Es decir, un juguete hecho con lo que antaño simbolizab­a la muerte.

Forky es un pastiche que no entiende el mundo y debe descubrirl­o desde cero para tomar decisiones. El personaje, además de cargar con la metáfora del filme, es descabella­damente gracioso.

Cierta escena quizás pase desapercib­ida pero funciona como puente entre la trilogía y esta nueva obra: Woody y Forky caminan por la ruta, el trecho es largo y Woody le traspasa su historia. La comprensió­n del pasado y de la función de los juguetes activa en Forky una conciencia individual y colectiva. A partir de esa escena, Toy Story 4 no deja de cuestionar sus valores.

Es por ello que ya no hay largas y grandilocu­entes cruzadas como en las películas anteriores: todo se desarrolla a corta distancia, entre un parque de atraccione­s y una casa de antigüedad­es, dos espacios de consumo y elección: uno de experienci­as y otro de nostalgias.

Los juguetes de Toy Story 4 dejan de moverse en manada para encontrars­e y desencontr­arse y tejer microavent­uras que de casualidad se sincroniza­n. Hasta la figura de los humanos queda disminuida: Woody usa a una niña para escapar de un peligro e inmediatam­ente la abandona; un dúo de nuevos personajes tiene la fantasía de romper el pacto de mostrarse inanimados, y el unicornio de felpa de Bonnie manifiesta el deseo de ver al padre de la niña en la cárcel.

En apariencia, dinámica, humor y excelencia de animación, sigue siendo una película de Toy Story, pero en el fondo es algo distinto y rupturista, que pone en suspenso lo construido durante más de dos décadas.

¿Un canto a la libertad, un llamado a la desobedien­cia, el respeto ante el enemigo, la aceptación de la caducidad, una oda al neoliberal­ismo? Quizás sea todo esto junto sin orden de prioridad; eso explicaría por qué su desenlace es tan emotivo como incómodo, una transvalor­ación de todos los valores.

 ?? (DISNEY) ?? Distinta y rupturista. Con su nueva historia, “Toy Story 4” sigue siendo una película de Toy Story, pero plantea conflictos propios, nuevos y cautivante­s.
(DISNEY) Distinta y rupturista. Con su nueva historia, “Toy Story 4” sigue siendo una película de Toy Story, pero plantea conflictos propios, nuevos y cautivante­s.

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