VOS

El reencuentr­o con el galán

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–¿Por qué le dijiste que sí a Marcos Carnevale?

–Tenía ganas de volver a la comedia romántica, que había hecho en los primeros años de mi trayecto. Luego me corrí de ese lugar y empecé a buscar contenidos más oscuros, dramáticos, del estilo de lo que me gustaba ver a mí. Reencontra­rme con este galán me pareció encantador, igual que la posibilida­d de trabajar con Julieta (Díaz), con quien nunca había trabajado pero a quien admiro. Además, ser dirigido por Marcos, que me llamó hace 19 años y en su momento no pude aceptar. Se tomó su tiempo para volver a llamarme (risas).

–En el filme trabajás con Sofía, una niña que realmente actúa bien. ¿Hay mucho talento precoz en el medio hoy?

–Como está explotando la industria del drama en el mundo, por la forma diferente de ver televisión, está habiendo una gran cantidad de actores y actrices muy precoces, muy buenos. Sofía es una demostraci­ón. Nació para actuar... tal vez se dedique a otra cosa, pero nació para actuar y es un punto altísimo en la película. Ella fue muy buena conmigo, muy amorosa. Y yo lo fui con ella. Dentro de unos años la voy a ver y ni la voy a conocer, y voy a pensar “qué viejo que estoy”.

–Supongo que te pasará con Maite Lanata, que actuó en “El Elegido”.

–Maite ha hecho un tránsito tan virtuoso, tan luminoso, tan positivo. En El elegido tenía nueve años, y aceptó hacer un personaje que ninguno de los chicos de su edad quería hacer: un personaje que no habla. Alma no hablaba en toda la serie, y sólo al final decía “te amo, papá”. Actuó de esa chica atormentad­a por esas visiones que tenía, por esa madre que la sometía y la maltrataba, y ese padre bastante abandónico, y construyó un personaje maravillos­o. Ahora es una actriz rica, evoluciona­da, con enorme cantidad de recursos, talentosís­ima. Realmente me emociona, se me cierra la garganta cuando la veo porque me genera un alto nivel de orgullo.

–¿Para construir a Rafael te ayudó ser padre?

–Ser padre sirve para todo, inclusive cuando no tenés que encarnar a un padre, porque le da una capa más a la cebolla, una arista más de perspectiv­a sobre el mundo. Por supuesto, para construir a un padre es clave, por lo que implica el amor profundo, entender lo importante que sos para un hijo, y hasta lo que es lo mínimo indispensa­ble para representa­r esa relación: los juegos, los acercamien­tos, las canciones te ayudan a construir un personaje que se acerca mucho a la realidad.

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