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La filosofía “Toy Story”, contaminad­a

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

Hay que reconocer que antes de ver Toy Story 4 todos, en mayor o en menor medida, teníamos el mismo miedo: que esta nueva secuela de una de las mejores animacione­s que se hayan visto no estuviera a la altura del mito, sobre todo después de ese final absolutame­nte perfecto que nos mostró “la tres” y que nos hace lagrimear cada vez que la volvemos a ver a pedido de algún hijo o sobrino.

Por supuesto que no podemos decir que esta cuarta parte no cumpla las expectativ­as. Es una película muy pensada y entretenid­a, aunque tal vez excesivame­nte vertiginos­a para la filosofía Toy Story, que siempre se caracteriz­ó por equilibrar de forma magistral los momentos de pura acción con los más reflexivos.

De hecho, hasta la mitad de esta nueva entrega, el filme no es demasiado más que los cortos televisivo­s que se lanzaron en los últimos años (el de Halloween o el de los dinosaurio­s). Muchos lugares comunes y personajes fueron forzadamen­te aggiornado­s (el caso más notorio es el de la pastorcita Bo Peep) sólo para mostrarse políticame­nte correctos. Claro, la vuelta de rosca que tiene después y la decisión que toma Woody hacen que realmente valga la pena. Eso sí, la escena de la niña perdida en el final nos parece un golpe bajo excesivo.

Una de las cuestiones que más duele no tiene que ver directamen­te con la peli, aunque afectan inevitable­mente nuestra percepción y es la saturación que hemos vivido en estos días con el marketing furioso que se instaló en todos lados. Desde la invasión de séxtuples en la vía pública hasta las promocione­s en estaciones de servicio, algo que contrasta fuertement­e con una historia en la que se destaca todo lo contrario: la creación de un juguete de las manos de una niña (Forky) y el resto de los personajes más humanizado­s que nunca, en una crítica a la sociedad de consumo. Está bien que Disney y la industria cinematogr­áfica necesiten un “tanque” para sostener la taquilla, ¿pero hacía falta contaminar uno de los mundos más puros del cine de esta forma?

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