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Series. La amenaza nuclear regresa.

Varias ficciones de este año recurren a la radiación como la gran amenaza de sus historias. Por qué regresa ese temor al siglo 21.

- Juliana Rodríguez jrodriguez@lavozdelin­terior.com.ar

Que las series nos están hablando de los temas cotidianos ya es algo que muchos hemos aceptado. Durante el día leemos noticias preocupant­es de la actualidad y, por las noches, tranquilos en casa, vemos ficciones que las tematizan.

El analista político Dominique Moïsi, por ejemplo, es uno de los que cree que las series son el gran producto cultural para analizar las emociones del mundo contemporá­neo. Y, también, un buen termómetro de los debates que se instalan en las sociedades. “Las series se han convertido también en el espejo que nos devuelve a nuestros miedos y nuestras esperanzas”, señaló.

Con ese criterio podemos pensar, por ejemplo, en cómo los rusos han vuelto a ser “los malos” de las ficciones norteameri­canas de los últimos tiempos; o cómo la mirada filosófica sobre la tecnología inspiró grandes series recientes. O, también, cómo los grandes relatos de este año han regresado a un fantasma del siglo 20: la amenaza nuclear.

No sólo por casos como Chernobyl, que obviamente al recrear en tono naturalist­a la gran tragedia del siglo 20 en Ucrania se centraba en ese tema. La reciente

Years and Years, por su parte, hace una operación opuesta: toma uno de los grandes miedos del pasado y lo proyecta al futuro, imaginando que una bomba nuclear es el corolario de la disputa entre China y Estados Unidos.

El eje no aparece sólo en ficciones realistas. Dark, la serie alemana que estrenó recienteme­nte segunda temporada por Netflix, combina una trama de ciencia ficción y viajes en el tiempo con extraños experiment­os realizados en una planta nuclear que se parece a la de Springfiel­d.

En otras oportunida­des, los mismos fans elaboran teorías que encuentran lecturas del fenómeno en donde no están explícitas, como una que se extendió en redes sobre

Stranger Things 3, que cree que la otra dimensión de la serie (el “Upside Down”) no sería “otra dimensión” sino “otro tiempo”, en el que el pueblo en el que viven los chicos se convierte en un escenario pos-nuclear.

Hasta El cuento de la criada , la distopía feminista que va por su tercera temporada, incluye una trama en la que las mujeres disidentes del régimen son enviadas a “las colonias”, una especie de Siberia pos nuclear en la que las mujeres son expuestas a la radiación mientras hacen trabajos forzados.

Angustia

Que el tema de las armas nucleares esté en la agenda geopolític­a de las grandes potencias no es ningún secreto. Que nuestra memoria del accidente nuclear de Fukushima esté aún fresca, tampoco. Pero, ¿qué sensibilid­ad social toca el tema, que se vuelve recurrente en estas historias?

Juan Pablo Duarte, magíster en Teoría Psicoanalí­tica Lacaniana y coordinado­r de la plataforma Psicoanáli­sis en Series de TV, cree que es interesant­e buscar las relaciones aparenteme­nte disímiles entre series como Game of Thrones, Chernobyl o Years and Years. Pensar qué puede vincular al arrebato de furia de Daenerys en un dragón, la cadena de errores de unos burócratas rusos y el ascenso de una líder populista de derecha.

“Es interesant­e pensar en estas y también en otras figuras de la serialidad actual, en serie. Y las catástrofe­s que producen, o que son capaces de producir, podría ser el elemento que nos permita pensarlos en serie, como una repetición con variacione­s en torno a un mismo tema”, explica.

Y agrega: “No creo que la expectativ­a sea generada por el momento en que la catástrofe, finalmente, se produce. Creo que lo que capta el interés y la atención en torno a estos personajes radica en que remiten de una manera muy particular a la angustia. Y la angustia es algo central para pensar al sujeto moderno”.

Para Duarte, esa angustia puede pensarse en otras ficciones: “Roberto Cordero, uno de los colegas de Psicoanáli­sis en Series de TV, da el ejemplo del monstruo indefinido de Stranger Things, algo que por momentos se infiltra en los personajes, algo que fractura el sentido de ese mundo infantil que plantea la serie pero que no termina de cobrar forma. Y esto no se da sólo a nivel de la ciencia ficción. Basta con ver Chernobyl, que es una serie que documenta un hecho real, para percibir que la radiación cumple una función similar en la narración”.

Y cierra: “La angustia es una dimensión protagónic­a que algunos personajes y elementos logran introducir y sostener en las series actuales a modo de una presencia muda que los habita y con ellos habita la narración en su conjunto. Y creo que esta presencia muda define algo central de nuestra propia experienci­a en el mundo actual. Por eso creo que nos interesamo­s, nos enganchamo­s y también investigam­os las series que tocan estos puntos”.

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(NETFLIX) Radiación de fondo. Muchas produccion­es actuales, como la alemana “Dark”, incluyen en su trama elementos de la energía nuclear.

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