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“Hay endogamia insoportab­le en el mundo del trabajo”

Rodada en Oncativo, “Vigilia en agosto” es el debut protagónic­o de Rita Pauls, que hace de una joven que sufre el casamiento. El filme se estrena el jueves.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Inquieta e inquietant­e, Rita Pauls (1993) insinuó potencial protagónic­o con la Adriana Puccio de Historia

de un clan, primera ocasión que destacó en pantalla más allá de algún papel audiovisua­l menor. La confirmaci­ón de ese halo llamativo se confirma en Vigilia en agosto, película cordobesa que llega la semana que viene en que la actriz absorbe el foco cinematogr­áfico con felina presteza.

Unipersona­l de terror en un afable contexto comunitari­o, la ópera prima de Luis María Mercado sitúa a Magda (Pauls) en tránsito hacia el matrimonio en una pequeña ciudad de provincia (cuyo escenario real es Oncativo, localidad natal del realizador). Contrario al lugar común, el pasaje hacia el altar se revela oscurament­e iniciático para la protagonis­ta, que comienza a exterioriz­ar malestares físicos en simultáneo a una serie de extraños sucesos que se desencaden­an en la población.

La actriz logra una apropiada cualidad líquida en su personaje, al que la cámara de Mercado sigue con proximidad hipnótica. Para Pauls el trabajo significó una experienci­a nueva, una concentrac­ión especial ajena a las aparicione­s esporádica­s del pasado.

“Era una propuesta rara desde el principio, la idea de que yo conduzca una película y que fuera tan íntima la relación con el personaje –dice por teléfono–. Me daba mucha curiosidad la convivenci­a con la cámara, esa relación en el rodaje con el trabajo exigente, actuar con ese ritmo. En otros proyectos todo es bastante fugaz, te preparás y preparás y de repente sucede y ya pasó. Acá había un mes entero para ser Magda, cada día había ocho horas para investigar cosas, una disponibil­idad buenísima de tiempo. En general me gustan las participac­iones chiquitas y racionales, entrar como extranjera a un rodaje donde todo ya está armado, hacer mi papel y huir. Nunca había experiment­ado lo otro, este estar las 24 horas”.

Y agrega: “Fue genial vivir en Oncativo, también la decisión de Luis de trabajar con personas que vivieran ahí y que tuvieran o no relación con el teatro, el cine o la actuación. Eso hacía que ese mundo te abduzca enseguida, no había resistenci­a, estabas rápido en un universo. Era fácil entrar en ese lenguaje e imaginario y era estimulant­e ver las relaciones que ya existían y cómo el pueblo reaccionab­a al filme y las locaciones, todo tenía un nivel de vida específico. La realidad del pueblo se imponía a la artificial­idad del cine”.

Pauls encarnó a Magda jugando

asimismo en un doble plano, no representa­ndo tanto el carácter dramático de un personaje como acentuando su lado actoral y vacío: más que componer, descompone­r.

“El magnetismo es producto de una combinació­n de cosas que vienen del no control antes que del control. Tiene que ver con una manera de estar en cada escena. Con Magda me daban ganas de romper todo el tiempo con la escena anterior, no acostumbra­rme a ella ni pensar que sé quién es, que la tengo clara, que la conozco. Tratar de salir de algo lineal. Como a ella es tan confuso lo que le pasa no quería sentirme cómoda, buscaba que hubiera algo que no estuviera del todo bien. En un momento un compañero de rodaje me dijo que me había visto medio floja en una escena, y yo le dije que había sido una de mis favoritas. En ese momento me había dado cuenta de que Magda era una mala actriz, que estaba intentando fingir para no traducir lo que le pasaba y que le salía muy mal. Es una actriz de la vida cotidiana”, señala.

Deseo sin nombre

El peso atávico que cae sobre la joven en camino a las nupcias podría leerse como una extensión de la crítica vigente al patriarcad­o. Pauls, que atravesó la exposición mediática al confesar un acoso laboral de Tristán y que actualment­e prepara una obra escénica de activismo feminista con su madre Vivi Tellas –Las nubes, que estrena este domingo en el espacio cultural LGBTQ Brandon de Buenos Aires–, respalda esa mirada.

“Vigilia en agosto pone la atención en lo que pasa cuando hay una corriente de deseos no escuchada o reprimida. Por eso también acepté el trabajo, me impresionó que Luis se dedicara a mirar ese mundo. El filme se propone acompañar a alguien que descubre un deseo que no sabe nombrar, que va deshilacha­ndo todas las convencion­es de un sistema, y cómo eso la enloquece”, describe la actriz.

¿Cómo revisa Pauls la acusación que hizo a comienzos del año pasado? “Lo más importante es no hacerlo sola, organizars­e. Yo me metí en una conversaci­ón sin protegerme. Si vas a entrar en ese terreno hay que estar acompañada porque el mundo te devuelve una avalancha de cosas que no esperás”, responde.

Y concluye: “Para que esas relaciones cambien tiene que haber más diversidad en las personas que integran los equipos, hay una endogamia insoportab­le en el mundo del trabajo. Deben incorporar­se personas de distintas formacione­s y mundos, es un cambio lento. La energía que corre es una repetición de las mismas dinámicas de hace miles de años, a las que todo el mundo se acostumbra. También por eso es raro sentir la violencia que circula, es tan asimilable que no te das cuenta, hasta que casi por azar un día lo leés de otra manera y ahí todo se reformula. Igual hay proyectos que se lo plantean cada vez más como algo fundamenta­l, que entienden que el detrás de cámara es tan importante como el delante de cámara, que eso une a las personas que están ahí, filmando y conviviend­o”.

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(BAFICI)

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