El paso lento del saber
La película “Las facultades” indaga en los procesos de poder y conocimiento en la instancia de toma de exámenes.
El saber lleva un tiempo que nuestro espíritu del tiempo desdeña. Requiere paciencia y trabajo, porque estudiar es una tecnología añeja: leer, releer, subrayar, relacionar un concepto con una tradición del saber, emplearlo luego para pensar zonas irresueltas en las discusiones de una comunidad e inventar, ocasionalmente, nuevos dilemas o inquietudes.
Y no es todo: el entrenamiento académico puede, aunque no necesariamente, incitar a pensarse. La intuición es la siguiente: el conocimiento puede hacer un poco más libre a todo aquel que le dedique su tiempo; empezar a saber es reconocer la propia ignorancia, condición indispensable para la docilidad. Pensar es desobedecer.
En su debut como directora, Eloísa Solaas elige la instancia del examen como punto central de su registro. La preparación, la espera y el examen en sí constituyen las etapas que filma; los estudiantes son muchos y las disciplinas también: Filosofía, Derecho, Medicina, Agronomía, Cine, entre otras.
Como la institución elegida es la universidad pública (UBA y Unsam), la composición etaria y social del alumnado es diversa. Un microcosmos se despliega frente a cámara, de tal modo que se puede constatar la especificidad de los lenguajes y la asimetría entre quien mide un saber y quien tiene que demostrar un aprendizaje.
El lenguaje unifica la puesta en escena. En cierto momento, el profesor de Derecho enfatiza la distinción entre el lenguaje corriente y el de la disciplina que resguarda. Cuando este afirma la inconmensurabilidad del vocabulario jurídico respecto del habla cotidiana, Solaas marca un corte del plano, énfasis de una retórica del documental observacional: el discurso del filme no se dice, se evidencia.
Otro momento glorioso es aquel en que el estudiante penalizado propone tres categorías al docente que guía su tesis para describir a los hombres que conviven en un penal. La escena es perfecta y glosa el cambio de posición concomitante a quien sabe que sabe (algo más). En efecto, el plebeyo con saber rompe simbólicamente las cadenas y el lugar falsamente asignado en el ordenamiento social.
La escena de cierre es fundamental. Una clase dedicada a la política de la economía sitúa lo precedente en un tiempo actual. El conocimiento y la ideología se entrelazan, y la posición crítica es invocada como un resguardo metodológico respecto del saber y sus usos. Al mismo tiempo comienza a sonar una composición de Ravel, una dimensión estética que tampoco está en conflicto con el conocimiento. Y mucho menos con este filme en que el amor al conocimiento se deja sentir como una forma de amor al mundo.