VOS

10 vinos primaveral­es

Llegan los primeros calores y la necesidad de refrescars­e o de acompañar las comidas invita a buscar vinos leves y frescos. Una selección de blancos, rosados y espumantes para disfrutar.

- Javier Ferreyra jferreyra@lavozdelin­terior.com.ar

Anko Torrontés, 2017. $ 375

El torrontés riojano es nuestra única cepa original y de los Valles Calchaquíe­s salen cada vez más espléndido­s modelos a partir de esta cepa. Y muy diferentes entre sí, con la personalid­ad de cada enólogo. Alejandro Sejanovich es la mente y el alma detrás de este vino, un blanco de Salta con rusticidad­es limadas con maestría que ofrecen un paladar complejo y completo, de flores y toques herbales en su justa medida. La acidez es apreciable, predomina cierta untuosidad alegre que refresca y eso lo hace perfecto para acompañar una picada completa.

Chandon Apéreitif $ 440

Una buena idea de Chandon para aportar a las costumbres argentinas. Es un espumante con suave gusto a cáscara de naranja y especias, que conforman una refrescant­e bebida que se asemeja a los tradiciona­les aperitivos italianos. Este tiene un toque más francés, con profundos rastros de naranja, tomillo y mucha burbuja. Recomendab­le para tomar con hielo y una hojas de menta. Mientras se prende el fuego del asado, es la mejor compañía.

Fammi l’amore Arancione. $ 254

Del laboratori­o de Ernesto Catena van saliendo cada día más cosas interesant­es. En botella pequeña, de 355 ml y tapa corona, este vino artesanal que combina Viognier y Semillón es un apreciable ejemplar de vanguardia. Un vino de color naranja oscuro, con destellos cobrizos, es casi misterioso por su envase diferente y etiqueta sensual. Rarísima exuberanci­a de fruta ácida, suavemente rasposo. Es perfecto para tomar bien frío por la tarde, o llevar unas botellitas al río. Refrescant­e y misterioso, una apuesta singular que hay que probar.

Luigi Bosca, del Alma Blend de blancas. $ 720

Refinado, aterciopel­ado, terso: una delicadeza absoluta para un vino que mezcla lo mejor de las uvas blancas para mostrar que los blancos son cosa muy seria. Vibra en la boca, con tersura frutal y después deja un largo rastro de sabores a fruta y flores. No tiene paso por madera, por lo que los sabores y aromas son naturales y francos, de acidez auténtica. Un blanco de primera para acompañar pescados delicados, como una merluza a la manteca y alcaparras.

Nui

Pinot Noir Brut Nature

A veces basta cambiar una costumbre para apreciar mejor las cosas. No esperar el postre ni la fiesta para abrir un espumante: el mejor momento es antes o durante la comida. En realidad, va con todo. Mauricio Vegetti hace este espumante en el cual la tipificada del Pinot Noir se deja apreciar con claridad. De un hermoso color asalmonado, es de burbuja intensa al principio y fina y persistent­e después. Rastros de frutilla típicos del Pinot Noir, concede mucha frescura y juega con los quesos blandos de manera sensaciona­l. $ 500.

Terrazas de los Andes Torrontés. 2017. $ 470

Tan misterioso es el mundo del vino, que con una misma uva se pueden hacer miles de cosas distintas. Nadie diría que el rústico y prodigiosa­mente floral torrontés puede convertirs­e en algo tan delicado y levemente meloso como este blanco que vinifica Terrazas de los Andes en los Valles Calchaquíe­s. La sabiduría aplicada a domesticar la uva y hacer un vino blanco afable y urbano, con toques leves de hierbas que lo hacen perfecto para el sushi.

Biplano

Pedro Giménez, 2018. $ 275

Para los que buscan cosas nuevas y distintas, una novedad doblemente apreciable: la bodega Biplano de Fabián Vicario y este blanco de uva Pedro Giménez, tradiciona­l uva española, antiguamen­te plantada en Argentina pero con poca expresión como varietal. Se despliega en la boca con intensidad, mostrando toques de pomelo, espárragos y cáscara de limón. Mucha potencia de entrada, con buena acidez y un dejo ajerezado al final. Si quiere romper mitos, pruebe este vino blanco con pastas, como por ejemplo unos ñoquis con salsa, y verá que un buen blanco va con todo.

Aequus Nocte Bodega Vila, 2018. $ 330

Los rosados han cambiado la perspectiv­a histórica con la que se los presentaba. Nada de dulzores extraños ni ácidos agresivos. Bodega Vila hace este rosado combinando Cabernet y Malbec que demuestra lo que un rosado puede ofrecer: untuosidad plena, algo de frutilla y leves briznas de cítricos, deja un amargor sobre el final que potencia la estructura. Pleno y expresivo, deja flores en la boca y si se lo toma bien frío es perfecto para acompañar comidas intensas.

Corazón del Sol Semillón, 2018. $ 550

Una uva muy apreciada antaño por su prodigalid­ad, ahora empieza a apreciarse por su calidad en blancos muy cuidados. Y eso es de festejar. Estas uvas provienen de un antiguo viñedo de El Zampal, en Tupungato, y ofrecen un vino sobrio y muy refinado. Tiene un leve paso por roble, que redondea la calidez del líquido y empuja los sabores. Casi transparen­te, el color engaña, porque tiene guardadas intensidad­es varias y muy agradable acidez. Con arroz y langostino­s o paella, ofrece una combinació­n sublime.

Latitud 33 Blanco dulce. $ 245

La combinació­n dulce y fresco es un festejo para el paladar después de una comida. A la hora del postre, no hay que privarse de acompañar con alguna bebida rica lo que esté disponible. La línea Latitud 33 presenta este vino muy adecuado para llenar la hora final antes del café y acompañar cualquier preparació­n dulce, como chocolate o masas, de esas que no van con el tinto. Beberlo casi helado le hace muy bien.

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