El turno del Guasón
Llega a los cines la película del icónico villano de Batman, interpretado por Joaquin Phoenix. Su director dice que no es un filme de superhéroes.
El diablo lo sabe: el mal siempre fue más fascinante que el bien, por eso los villanos suelen superar al superhéroe en atractivo y elocuencia. La comprobación es especialmente cierta en cuanto al inoxidable Batman, que ostenta una galería de enemigos desopilante de la que el Joker/Guasón es el enajenado principal. Si en el cine Heath Ledger elevó al personaje a una dimensión extrema luego de la caricatura clásica que le había impreso Jack Nicholson (con la impronta
dark a lo Marilyn Manson de Jared Leto entre medio), ahora es Joaquin Phoenix el que dobla la apuesta para exhibir la sonrisa de comodín maléfico en una versión realista, incómoda y solitaria.
Ajena al universo de los superhéroes aunque su protagonista y productora (Warner/DC) lo insinúen, Guasón se anticipa oficialmente y de manera precisa como “la exploración de un hombre despreciado por la sociedad que no es sólo áspero estudio de carácter sino también relato de advertencia a nivel amplio”. Su director, Todd Philips (conocido por la trilogía cómica ¿Qué pasó ayer?), llegó a reconocer que la película podría haberse llamado simplemente Arthur, el nombre de la persona que se transforma en Guasón.
Arthur Fleck (Phoenix) es un payaso de baja estofa que trabaja como hombre-cartel, mantiene a su madre (que patéticamente lo llama Happy, “feliz”), soporta a un jefe insufrible y padece una locura incipiente que amortiza con tratamiento psiquiátrico. El recorte de la obra social y el bullying de unos jóvenes en el subte provocan una respuesta letal y desmedida por parte de Fleck, que a partir de allí iniciará una cruzada antisistema a fuerza de violencia gratuita. Las primeras víctimas del nacido Guasón son empleados de la corporación del millonario Thomas Wayne, candidato político de Ciudad Gótica y padre del niño Bruce, futuro hombre murciélago. Ese rasgo de precuela –situada en la década de 1980– es lo más cercano que estará la película del Universo DC, del que por lo demás reniega.
No podría ser distinto siendo que tanto Phillips como Phoenix –émulos creativos del Guasón– rechazan a los superhéroes. El realizador estadounidense reveló que Guasón nace de su interés por emular retratos psicológicos como Taxi
Driver, Red social o Petróleo sangriento. El avistamiento de un afiche superheroico en 2016, cuando él estrenaba el drama policial Amigos de
armas, le hizo pensar que podía adoptar a un personaje del género y correr el foco hacia un filme adulto y sin superpoderes ni efectos especiales. Guasón –que insumió un presupuesto modesto de 55 millones de dólares y la comercialmente temida calificación de “apta para mayores de 18 años”– es osada y subversiva, y quizás por eso ganó el León de Oro en el Festival de Venecia – con Lucrecia Martel en el jurado–, galardón inaudito para una película-con-personaje-dehistorietas.
Broma asesina
A Phillips le habían ofrecido dirigir cintas de superhéroes,
pero él contestaba con displicencia que no miraba ese tipo de películas y que menos se imaginaba hacerlas. En una nota a Los Angeles Times señaló: “Todo surgió de la idea: ¿Qué pasa si hacés una película basada en un cómic de manera distinta? Todos nacimos viendo estudios psicológicos que son cada vez más escasos y esporádicos. Entonces me dije ‘Metámonos de lleno en uno de estos tipos de forma auténtica’. No va a haber nadie que vuele, ningún edificio colapsando. Todo va a suceder en el suelo, por decirlo así”, apuntó.
La mención a Taxi Driver es fundamental, en tanto Martin Scorsese estuvo a punto de producir Guasón –no lo hizo para dedicarse a su próxima película a estrenar en Netflix,
El Irlandés– a la vez que su cine resultó de capital influencia para la estética y narración de Phillips. Tal es así que Robert De Niro merece su propio rol en Guasón como la estrella televisiva de stand up Murray Franklin, que Fleck mira regularmente con admiración obsesa recordando no tan accidentalmente al Rupert Pupkin de El rey de
la comedia (1983), cómico desquiciado al que interpretaba el propio De Niro. Pero lo cierto es que la crudeza de
Guasón sustenta también antecedentes en filmes de superhéroes: la oscura Batman: El caballero de la
noche (2008) de Christopher Nolan, donde despuntaba el Guasón de Ledger, y Logan (2017), el perturbador cierre de la trilogía dedicada a Wolverine de James Mangold.
Phillips y el coguionista Scott Silver se basaron efectivamente en un cómic específico para Guasón, la obra de culto La broma asesina (1988) de Alan Moore y Brian Bolland. Allí se narraba el origen posible del personaje: un comediante fracasado de las napas sociales caía en un baño de residuos químicos que lo desfiguraba y así reunía el aspecto y la locura suficiente como para convertirse en el villano más famoso de Ciudad Gótica. En esa novela gráfica el Guasón sometía al comisario Gordon a aberraciones inhumanas, dejaba cuadripléjica a su hija Bárbara (Batichica) y ponía a prueba al hombre murciélago hasta dejarlo en evidencia como otro loco más.
El gesto de Phillips consistió así y todo en simplificar la sordidez: “No creo que al darte un baño de ácido en el mundo real te vuelvas blanco y te surja una sonrisa y tu pelo se tiña de verde. Recién cuando empezás a desarmar estas cuestiones la cosa se pone interesante. ¿Qué sucede si él es un payaso en uno de esos lugares en que se contrata entretenimiento? Fue uno de los guiones más divertidos que escribí porque implicaba romper las reglas”, dijo.
Alerta moral
Phoenix, que le pone cara y maquillaje al monstruo, se mete con otro papel border como los que ya hizo en The Master, You were never really here o No te preocupes, no irá lejos y que lo consagraron como una celebridad freak. El actor invoca un espíritu afín al de sus criaturas, hermético y displicente, que lo ha llevado a abandonar rodajes y entrevistas. En gira de prensa por Guasón dejó colgado a un periodista cuando le preguntó si no pensaba que la película incita a la violencia, amenaza que varios críticos desplegaron en sus valoraciones. Phoenix retomó la cita una hora más tarde tras hablar con un agente de prensa, pero el daño estaba hecho como para que el episodio se dé a conocer y agudice el alerta moral.
Los sobrevivientes y familiares de víctimas de la masacre de Aurora (EE.UU.) de 2012, que dejó 12 muertos e incontables heridos en una sala de cine en pleno estreno de Batman: El caballero de la noche asciende, salieron a condenar Guasón. “Mi preocupación es que haya una persona que esté por ahí afuera, quién sabe si sólo una, que está a punto de perder el juicio, que quiera convertirse en asesino en masa y pueda verse alentado por esta película”, ilustró Sandy Phillips, madre de uno de los fallecidos de Aurora.
Warner debió sacar un comunicado oficial: “Ni el personaje de ficción ni la película respaldan la violencia en el mundo real de ningún tipo”, argumenta el documento, tildado luego de hipócrita por los acusadores. Phillips fue más directo y menos protocolar en la defensa: “La película trata sobre la falta de amor, el trauma infantil, el déficit de compasión en el mundo. La gente puede manejar ese mensaje”, dijo a IGN. Y agregó: “El arte puede ser complicado y con frecuencia debe serlo. Si querés un arte sin complicaciones entonces mejor dedicate a la caligrafía. Hacer cine siempre será complicado”.
Phoenix completó con contundencia: “La mayoría de nosotros podemos diferenciar el bien del mal. Los que no pueden son capaces de interpretar las cosas como ellos deseen. Hay gente que malinterpreta letras de canciones o pasajes de libros. No creo que la responsabilidad de un director sea enseñarle a la audiencia moralidad o la diferencia entre el bien y el mal”.