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Fusión en pequeños bocados

La nueva propuesta de la zona noroeste de la ciudad ofrece muy buena cocina fusión en formato de tapeo, para disfrutar de una comida distendida y variada. El buen servicio lo convierte en una de las aperturas del año.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

Las propuestas acartonada­s van quedando de lado y en cocina elaborada lo que se está buscando es un servicio ágil y moderno. Platos del mundo, cocina fusión, pequeños bocados para ir probando de todo un poco en una sola visita.

Esa es la propuesta de Cartof, un nuevo restó ubicado en la avenida Gauss, arteria que de a poco sube temperatur­a nocturna con muchas nuevas propuestas gastronómi­cas.

Y a menos de una cuadra de Recta Martinoli, dos gastronómi­cos con experienci­a europea se afincaron y acondicion­aron esta casona con jardín al ingreso, cocina a la vista adentro, barra, iluminació­n cálida y cortinados hasta el piso.

Vale decir que todavía tiene margen para corregir extracción e iluminació­n. La temperatur­a de la sala también se puede revisar (una brisa recorre el salón). El servicio, durante esta visita, siempre estuvo al pie del cañón. Una buena noticia también es que se puede comer en la barra, mirando a los cocineros en acción.

Papa rumana

La palabra “Cartof ” viene de Rumania, el país de la propietari­a, que es la jefa de sala (en pareja con el chef que es cordobés). Significa “papa”, así que la vamos a encontrar en algunos platos de esta noche, que va a comenzar con vino, cerveza o un aperitivo espumoso.

La carta de vinos está muy bien. Incluye pocas etiquetas bien selecciona­das y hasta vinos de Córdoba, con exponentes desde $ 350. La pinta de cerveza tirada cuesta $ 150. Pero esta cocina fusión internacio­nal nos pide a gritos un Aperol Spritz ($ 200).

De appetizer la casa invita uno de los mejores bocados de la noche: manteca de jamón de jabalí, para untar en un pan negro con semillas, calentito, que echa humito cuando lo partimos con la mano. Hay que ver la delicadeza de la presentaci­ón. La manteca luce como un queso amarronado, decorado con flores y tallos.

La vajilla en la que llegan los bocados van de lajas a troncos de madera. En la mesa cada uno tiene sus platos y cubiertos. Cuando el pan se acaba se repone el mismo del comienzo, pero tal vez Cartof necesita mostrar alguna otra variedad.

En cuanto a la carta, hay mucho y bueno para elegir (25 opciones), por eso es muy difícil tomar una decisión. Entre muchas otras fuimos por el Bao tailandés de pato ($ 220), luego por las Papas fritas con huevo pochado, jamón de jabalí y aceite de trufa ($ 290), y por último, por la Entraña con criolla de hongos y papines con provolone ($ 395).

Bao

El bao es un pan chino que se cocina al vapor y se sirve relleno. Es suave, esponjoso y dulzón. En este caso sale como una tortilla rellena con carne de pato, bien especiada y desmenuzad­a. La compañía es fundamenta­l a la hora del contraste: pepino, zanahoria, cilantro y cebolla morada.

Luego fuimos por las Papas fritas. Bien finitas y crocantes se acomodan en un bowl de madera entre dos sugerentes y voluminoso­s huevos pochados. El toque del aceite de trufa aporta la complejida­d aromática que un lugar como Cartof necesita imponer en cada paso. Completan el cuadro unas buenas fetas de jamón crudo de jabalí, ciboulette y láminas de oro comestible sobre los huevos. Apenas son un detalle visual pero, ¡estas sí que son unas papas de oro!

Por último en la parte salada, probamos una Entraña con salsa criolla con hongos y unos papines pegados entre sí, con queso provolone derretido, un plato sabroso pero algo disperso.

Si bien la entraña estaba bien en su punto y sazón correcta, el acompañami­ento no termina de amalgamars­e en la presentaci­ón (sobre todo el queso). La criolla dulzona por el pimiento no logra contraste con el resto del conjunto. Hay margen para más placer todavía, con unos pocos ajustes aromáticos.

La hora del postre

El baño de Cartof se muestra impecable en orden, limpieza e iluminació­n. A la hora de postre, entre cuatro sugerencia­s nos recomienda­n la del Suflé de chocolate caliente con helado de nuez ($ 220). La presentaci­ón es adorable, con técnica. A la vista nos estamos por comer una maceta con un plantín.

Pero en realidad es un cremoso de chocolate caliente con un granulado encima, bien crocante, acompañado de un detalle de hoja de hierba buena. La compañía del helado de nuez llega en una cazuelita aparte, así que cada uno con su cuchara va a ir en busca de la fusión de sabores.

Justamente esa es la especialid­ad de este restaurant­e, que a buena hora le ofrece a la zona noroeste de la ciudad una cocina elaborada, en un espacio relajado, con precios más o menos acomodados para el paladar que aprecia este tipo de productos pensados, cuidados y bien ejecutados.

¡Cartof es una buena noticia para Córdoba, por eso hay que celebrar!

 ??  ?? Bao. Es un pan chino cocinado al vapor, que se sirve relleno. En este caso, tiene carne de pato bien especiada y desmenuzad­a.
Bao. Es un pan chino cocinado al vapor, que se sirve relleno. En este caso, tiene carne de pato bien especiada y desmenuzad­a.

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