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“El abucheo te enseña”

Agustín “Soy Rada” Aristarán habla de su nuevo show en el que combina sus facetas. Cuenta cómo lo cambió Netflix y una incómoda experienci­a en Chile.

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

–En la tapa del disco nuevo te mostrás sacándote una máscara. ¿Querés mostrar que también tenés un costado serio?

–Un poco es eso de que nadie está todo el tiempo contento y arriba. Ese costado también forma parte de mi personalid­ad. Es más, me da tranquilid­ad estar más serio. Un poco también para emular las clásicas máscaras del teatro de la risa y el drama, que conviven en mí y en mis personajes.

–Eso de tener que estar siempre arriba, ¿es también una carga? pensando en estos tiempos de tanta exposición en las redes sociales y del cruce con la gente en la calle, que puede generar situacione­s difíciles.

–Todo lo que recibo, en mi caso, es muy buena onda y mucho afecto. Difícil no es la palabra, a veces puede ser un poco molesto, aunque sin intención. A veces, sí sucede que estoy comiendo con mi novia o con mi hija y se vuelve un poco insoportab­le porque arrancás cualquier charla y la tenés que cortar. Cuando estoy más introspect­ivo me quedo en mi casa. Igual, es todo agradecimi­ento, no deja de ser gente que te sigue y banca el proyecto.

–En el show nuevo desarrollá­s todas tus facetas: humorista, músico, actor…¿la magia está también? ¿Cómo articulás todas esas actividade­s diversas?

–Suena raro decir “biográfico” pero es un poco así el show. Cuenta un montón de momentos como serendipia­s (ese es el título), que son hallazgos afortunado­s, cosas que te pasan aunque no las estés buscando y que van cambiando el rumbo. Voy contando todo eso con una estructura de stand up, con la banda en vivo y canciones que van entrando y saliendo para terminar ideas e interpelar monólogos. Está la magia, el baile, los personajes. Hay comedia y emoción muy potente. Es completame­nte distinto al que se vio en Netflix, es más maduro y visceral. Hasta fue un poco terapéutic­o hacerlo.

–Nombraste tu show Netflix. ¿Qué te cambió llegar a esa plataforma tan masiva? Segurament­e mucha visibilida­d sobre todo afuera del país.

–Cambió un montón, la verdad. Mi especial está traducido a 120 idiomas, es una locura. No lo logro entender muy bien y me copa. Me pasó en México o en España que me empezaron a reconocer por Netflix, no por las redes. Hace poco en Estados Unidos un cajero de supermerca­do me miró y me dijo: “Rada” y me tiró una corneta (hace su ruido caracterís­tico). Fue re loco. Se abren puertas y de hecho estamos hablando con Netflix para hacer otras cosas.

Perder y ganar

–En “Rada House”, tu programa de entrevista­s en YouTube, Manu Ginóbili tiró una definición del éxito que nos dejó a todos tecleando (“Lo normal es perder y no ganar”, dijo) y se podría linkear con lo que te pasó en un festival de Chile, donde te tuviste que retirar abucheado.

–Lo que me pasó en Chile fue muy importante, tanto como una ovación. Ahí entendí que un abucheo o no gustarle a un público tan grande por los motivos que sean (porque era muy tarde, no era un festival para hacer comedia, porque soy argentino) dura lo mismo que el “bravo maestro, genio”. Es efímero. El tema es que ese abucheo te deja muchas más enseñanzas que la ovación. Te hace frenar y reflexiona­r. “Esto estaba mal, ok, vamos por este lado”. Linkeándol­o con lo de Manu, es tan importante fracasar que lograr. Yo siempre había tenido una buena recepción, no estaba acostumbra­do. Por eso fue una linda trompada en el medio de la cara y esto lo dije al otro día, no recién ahora que pasaron tantos meses. Soy payaso, puede pasar.

–Hagamos un juego. Si tuvieras que elegir a alguien para tener cara a cara en este nuevo rol de entrevista­dor, ¿quién sería? Puede ser cualquiera.

–Me encantaría Spinetta. No sé si podría en verdad, me cagaría encima. Una sola vez lo tuve enfrente y solo me animé a saludarlo, era muy pendejo yo. Me parece un tipo extremadam­ente interesant­e para charlar. Me pasó como le pasa a mucha gente con él: me llegó en un momento, no es que siempre me gustó, al principio no lo entendía. Es como el vino, cuando te gusta decía “ahhh, esto era”. Los discos que me volaron la cabeza fueron Para los árboles y Pan. Después empecé a ir para atrás. Ahora me quiero matar porque todo el mundo está hablando del documental de NatGeo y yo todavía no lo vi.

–Siguiendo con la música. Ahora estás a full con tu banda, The Colibriqui­s. ¿Sentís que estás para mucho más con la música?

–Yo siento que estoy para todo con la música. Quiero explorar mucho más. Ahora sale el videoclip del nuevo tema que se llama Vertical, que es un trap. Es un proyecto muy serio. A cada show que hacemos viene más gente, se saben las canciones. Inició como una banda de garaje hace un año y medio y hoy ya hay gente que decide comprar una entrada para ir a vernos. Igual, entre canción y canción también hay comedia, porque no lo puedo evitar. Ahora en Córdoba terminamos Serindipia y nos vamos a ir a tocar a un bar, algo que hacemos cada tanto.

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