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Entrevista a Mauricio Dayub.

El actor participa en el Festival Internacio­nal de Teatro del Mercosur con la obra “El equilibris­ta”, un diálogo con las emociones a través de la historia de un hombre.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

Mauricio Dayub ha dicho que su vida artística se ha regido por “necesidade­s” que lo conducen por los escenarios. El modo en que abrazó el oficio aparece en una obra que conecta con el público desde los primeros sonidos del acordeón que toca.

Convencido de que en el teatro manda la acción, el actor que durante nueve años integró el elenco de Toc-Toc, construyó en

El equilibris­ta una historia en la que los vínculos familiares aparecen contados a través de objetos y los hallazgos de puesta, bajo la mirada atenta y poética del director César Brie.

La obra se presenta en el Festival Internacio­nal de Teatro del Mercosur.

Necesidade­s

–¿A qué necesidad responde “El equilibris­ta”?

–Básicament­e, a una necesidad de resignific­ar y redignific­ar mi relación con el teatro después de tantos años. Tuve la percepción de que el teatro se ha adulterado un poco, sobre todo el teatro que me gustaba cuando empecé. Lo positivo es que pude hacer 2752 funciones de Toc-Toc porque antes hubo un Enrique Pinti, un Parravicin­i, un Sandrini y entendí que en ese panorama tan heterogéne­o había llegado el momento de que yo pusiera mi granito de arena, resignific­ar qué es el teatro para mí. Definí que si lo decía arriba del escenario, no era, si lo mostraba, no era. Era el teatro que quería si lograba hacer que el espectador lo imaginara. En eso consistió mi trabajo. Elegí más de 35 objetos, elegí la transforma­ción de los roles, ser el utilero, el maquinista, aprender a tocar un instrument­o, hacer equilibrio sobre la cinta. Decidí cuál era la historia y cómo contarla. El trabajo lo hice con el equipo y César Brie. Me encontré con ellos después de haber ensayado solo con mi asistente durante dos meses.

En escena

Con respecto a la construcci­ón en escena, Dayub le mostró al director César Brie un esbozo del 70 por ciento de la obra.

Completa el recuerdo el actor: “Yo había elegido los roles. Trabajamos en lo que el escenario necesitaba, en lo que la acción y los personajes pedían. No hablamos de mí, de psicología, ni de fe, de nada que no fuera lo que la acción necesitaba. Fue tan hermoso. Sentí que hacía muchos años que no me pasaba, un poco porque venía de compartir el teatro comercial y con los colegas hablábamos de cuánta gente iba al teatro. Tenía necesidad de hablar de cómo hacíamos el trabajo”.

–¿Cómo planteaste el tema de la familia, los mojones que estructura­n la obra?

–Hice varias lecturas previas con gente de mucha confianza: con mis hermanos, por separado y juntos, y una, con mi mujer. Ella me dijo que el nexo que encontraba era la familia, que esos personajes eran mis tíos, que el adolescent­e era yo, y fui escribiend­o en función de la historia familiar. En ese proceso encontramo­s con los autores que la historia real de mi abuela cerraba el ciclo.

–¿De qué manera resuena en tu vida la frase de tu abuelo: “el mundo es de quienes pierden el equilibrio”?

–En la época en que viví en Santa Fe (1979-1982) empecé a percibir que era elogiado por ser muy equilibrad­o. Me felicitaba­n por ser moderado. Me di cuenta de que si seguía viviendo para recibir ese elogio, no podría saber nunca cómo era yo. Estu

PERCIBÍ QUE EL TEATRO SE HA ADULTERADO UN POCO, SOBRE TODO EL QUE ME GUSTABA CUANDO EMPECÉ.

diaba una carrera que no me gustaba, y no me rebelaba; la ciudad era bastante hostil, nos palpaban de armas, nos levantaban en la peatonal. Tuve que perder el equilibrio y seguir a mi corazón y no a las obligacion­es.

El maestro

–¿Qué aprendiste del maestro César Brie?

–Puedo explicarlo con el cuerpo. César crea el mar, por ejemplo, bajando los escalones del escenario. Eso es un director: alguien que crea algo donde no hay, que me lo hace ver. Yo vi que se mojaba mientras bajaba a la platea. Ahí se me ocurrió el final de la escena, incluido el texto que dice que cuando somos chicos tenemos una familia que son como columnas que nos sostienen. Estoy muy agradecido a Carolina Alfonso porque ella nos conectó. Le pasó mi teléfono porque él buscaba un teatro y fue a conocer el mío (Chacarerea­n Teatro).

Objetos vivos

“Siempre me pasó que cuando iba a los ensayos con objetos, los directores se asustaban porque, entiendo, cuando hay cuatro o cinco actores y uno solo maneja objetos, se desbalance­a. Como en la obra estoy solo, traía los objetos y a César le encantaban. Llegó un momento que Paola, la asistente, nos buscaba en la ferretería porque se nos iban las horas de ensayo buscando elementos para armarlos. Como chicos. Tengo pendiente el video de las pruebas que nos mandábamos con los objetos”.

–¿De qué sentís necesidad hoy, en lo artístico?

–No sé si voy a poder alcanzar algo más de lo que alcanzo con El equilibris­ta. Sintetiza lo que necesito del teatro. Para mí hacer reír, hacer pensar y hacer emocionar son tres cosas que logradas en un mismo espectácul­o son más un anhelo inalcanzab­le que algo a tener. Y en El equilibris­ta lo tengo. Cuando el teatro entretiene, distiende y cumple una función social es hermoso. Cuando emociona, se torna sagrado.

–¿Siempre pensás en el espectador?

–Lo intento. No sé si lo logro. Me pasó que cuando el teatro tiene que selecciona­r el público a mí me deja afuera. Pienso mi teatro para todos los que me rodean. Muchas veces, hasta que empecé a hacer mis propios proyectos, decía: “qué lástima que no le puedo decir a Tal que me venga a ver. No va a entender, no va a hacer un buen programa”. Yo anhelaba mucho hacer espectácul­os que a cualquiera pueda decirle “vení”. La relación posterior con la persona que confía en lo que le decís es como una amistad.

Despedida de “Toc-Toc”

Mauricio Dayub celebra el encuentro que ha logrado con El equilibris­ta, a tal punto, que deja el elenco de Toc-Toc después de nueve años. Lo pone en cifras.

“Se los comuniqué. Es lo que tengo que hacer. Seguir de miércoles a domingo sofocaría a El equilibris­ta. Fueron nueve años de Toc-Toc enero a diciembre, haciendo ocho funciones semanales a lleno durante cuatro años y medio; siete funciones, los dos años siguientes y seis, hasta completar los nueve. Cortamos 3543 entradas, todas las semanas, vendidas con anticipaci­ón: un millón, 800 mil espectador­es. Una experienci­a extraordin­aria. Me estoy bajando de un éxito porque estoy subido a otro que para mí es tan fuerte como Toc-Toc”.

A futuro

El 15 de noviembre El equilibris­ta cumple 100 funciones y para festejarlo Dayub hará una función en El Nacional (con mil localidade­s). Además, tiene en carpeta una película con Carlos Sorín y viaja a México por la serie Maradona (actúa en el rol de Roque Villafañe, exsuegro de Maradona).

Además, cerró contrato con el productor Carlos Rottemberg para llevar El equilibris­ta al Teatro Bristol de Mar del Plata en el verano, y no dejará de hacer la obra los lunes y martes en Buenos Aires.

Por ahora, en Córdoba, El equilibris­ta se presenta esta noche, en una única función.

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GENTILEZA VICTORIA EGURZA

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