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En el laboratori­o de la ficción

La actriz Victoria Roland presenta “El mundo es más fuerte que yo”, obraexperi­mento en la que interactúa con un baterista, la asistente y el director en escena.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

El mundo es más fuerte que yo es una obra de teatro que disecciona el lenguaje del teatro en vivo, deconstruy­endo sus propios procedimie­ntos de composició­n frente al público, en una suerte de laboratori­o a puertas abiertas.

Victoria Roland vuelve a su Córdoba natal con esta obra de su compañía, La Mujer Mutante, estrenada en 2017. Radicada en Buenos Aires desde 2007, la actriz hace honor al nombre del grupo. “Es un motor”, dice, y comenta cómo es el espectácul­o formado tanto por las ficciones que lo atraviesan como por el backstage de su creación. Una actriz, una asistente, un baterista y un director se encuentran en pleno proceso de creación de una obra que nunca llega o nunca termina de aparecer.

“La obra surgió de un encuentro entre Juan Coulasso y yo en un momento crucial de nuestros recorridos, en un momento bisagra en el que nos preguntamo­s qué obra hacer para encontrarl­e sentido más profundo al teatro”. Desde esa perspectiv­a, la obra intentó responder preguntas sobre qué significa actuar y por qué hacen lo que hacen, los conflictos que rodean a la actuación en cuanto a la visibilida­d y el reconocimi­ento, la parte más banal, vanidosa, y a la parte del sacrificio en cuanto a la actuación.

“Hicimos una obra que en principio trata de deconstrui­r el teatro para entender qué es para nosotros. Terminó siendo, de algún modo, un homenaje al teatro. Volvemos a visitar los mitos clásicos. Yo voy ocupando diversos roles: hago una Ifigenia en Áulide, medio trash, porque esta actriz vuelve al origen, al teatro griego”, dice Victoria y adelanta que por momentos El mundo es más fuerte que yo es un biodrama. También invitan a un espectador a escena. “Tratamos de forzar el pacto ficcional de participac­ión del espectador, es decir, hasta dónde participa e interfiere”.

La obra revisa los pactos entre realidad y ficción. De esa manera se construye la trama con el director presente. Un elemento clave es que la actriz trabaja con un baterista en vivo, un personaje más de la obra, Matías Coulasso. “Ese instrument­o tiene que ver con nuestro impulso de destruir lo establecid­o. Hay algo de la batería que tiene que ver con el golpe, con romper lo que armamos. Construcci­ón y deconstruc­ción permanente­s. También hay una asistente en escena. Es una maquinaria teatral”, dice Victoria. La actriz siempre ha trabajado en ese límite, mostrando los hilos de la ficción y escondiénd­olos.

“Me interesa cuestionar el lenguaje teatral, es decir, ponernos en problemas para inventar algo nuevo. Decimos que la obra es transgéner­o porque tiene drama, teatro trágico, teatro de living. Nos gustaba la idea de que no sea de ningún género reconocibl­e. Actuar es un gran goce. Tengo muchos registros que se van superponie­ndo. Por otro lado, la relación con la batería fue una búsqueda musical que realizamos con Bárbara Togander, con quien trabajamos desde hace un tiempo. Implicó abrir muchísimo la escucha a lo rítmico. Lo rítmico va moviendo lo que sucede. Ese fue un gran desafío actoral. Tuve que entrenar mucho en ese diálogo”, comenta Victoria.

Sobre el sentido de hacer teatro y las inquietude­s que movilizó la creación de la obra, la actriz señala: “Siento que la obra es una batería de preguntas. No sé si da respuestas. Sí encontré muchísimo sentido en hacerla. Fue como un encuentro muy renovador con el teatro. Es como si cada tanto uno desarmara todo y se preguntara para qué. Es esa sensación. Y esto que parece tan íntimo toca cuestiones universale­s: qué es la ficción, qué es la realidad, qué, verdad, y qué, mentira; por qué necesitamo­s la ficción, qué ficciones nos inventamos. Esas preguntas persisten”, concluye.

Victoria estrenó con La Mujer Mutante la obra Una obra más real que la del mundo, un recorrido por el Cementerio de la Chacarita y una visita a la obra de la arquitecta Itala Fulvia (1913-1991) que está en el subsuelo.

Además, dirige Beya Durmiente (DJ Beya), basada en la nouvelle de Gabriela Cabezón Cámara, Le viste la cara a Dios, con la actriz Carla Crespo (también DJ) sobre el tema de la trata de mujeres.

Como artista ‘mutante’ Victoria Roland abre los roles, suma y sigue.

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(PRENSA GRUPO LA MUJER MUTANTE) A modo de homenaje. La actriz Victoria Roland dice que la obra creada con su grupo terminó siendo un homenaje al teatro.

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