Cómo fue el impactante show de Muse.
Muse se presentó en el Hipódromo de Palermo con un espectáculo plagado de efectos especiales y capas electrónicas, pero sin abandonar la esencia del trío como formato rockero.
Dos alertas pesaban sobre la presentación de la banda Muse en la primera edición del Flow Music XP en Buenos Aires. La primera, de carácter meteorológico, presagiaba fuertes tormentas eléctricas y vientos a la hora del inicio de las actividades musicales.
La segunda, de carácter musical, era descubrir si Muse se mantendría fiel a la exploración electrónica que viene sosteniendo y ofrecería un show alejado de aquellos que los argentinos han vivido en su anterior visita.
Para contraatacar las inclemencias del tiempo, la organización decidió adelantar el horario de los shows programados y así casi evitó por completo la lluvia, que llegó tenue sobre las últimas dos canciones de los británicos.
En el plano artístico, la banda no defraudó a los presentes y regaló un show poderoso plagado de riffs de guitarra, líneas fuertes de bajo y una base de batería que supo marcar el pulso de un verdadero show de rock. Todo esto bañado de efectos especiales, coreografías con trajes de led, humo y una buena dosis de electrónica.
En rigor de verdad, la tarde comenzó mucho antes de Muse, con la presencia en escena de Kaiser Chiefs, ingleses que defendieron a plena guitarra filosa su último trabajo de estudio, titulado Duck. Luego, los locales de Airbag subieron para demostrar entre clásicos como Sale el sol y algunos nuevos (Como un diamante) que la situación festivalera les sienta a la perfección.
Nada de simular
Después de una previa caliente, finalmente los Muse coparon el escenario del Hipódromo de Palermo para desandar su “Simulation Theory World Tour”. Con los primeros sonidos de Algorithm (Alternative Reality Version) y Pressure llegaron las primeras buenas sensaciones. Más allá de la decena de bailarines enfundados en trajes led que acompañaban al trío, lo que el grupo disparaba desde las tablas era la certeza de que los 25 años que llevan de carrera les ha dado las credenciales para encabezar cualquier grilla festivalera.
En su show, Muse se paseó por casi todos los discos (Supermassive Black Hole, Plug In Baby e Hysteria) haciendo hasta que las canciones más nuevas, como las de Simulation Theory –disco lanzado a finales de 2018 y de tono futurista– adquiriesen una textura más rockera y contundente.
Como en un cuento de ficción científica, la puesta apoyada en las visuales fue, más allá de la presencia escénica y vocal de su líder Matt Bellamy, la plataforma para desarrollar un set list que no escatimó en grandes sucesos, como Uprising, Plug In Baby, Time is Running Out, Hysteria, Supermassive Black Hole, Madness (oleada de brazos del público mediante para agigantar la escenografía del lugar) o Starlight ,y para presentar en sociedad nuevas joyas como Dig Down, Pressure o Thought Contagion.
Si bien todo fue luces y robots sumando épica, también quedó un pequeño espacio de intimidad y conexión directa con el público para los Muse. Rodeados de luces y al piano, la ejecución de Algorithm y el final con Mercy –en la que Bellamy terminó cantando envuelto en una bandera argentina y con una lluvia de papel picado sobre sus espaldas– fueron buenos instantes en los que la banda salió del plano electro futurista y conectó sensiblemente con sus fans.
Sobre el final, lo dicho, algo de lluvia no empañó ni un poco el medley de canciones y el cierre eufórico con Knights of Cydonia.