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Como una moto sin freno

Los Tabaleros vuelven a Córdoba para presentar su último trabajo, “Chuy”. En la previa, habla Beto Martínez, cantante del sexteto que mezcla folklore y psicodelia en plan de ritual popular.

- Juan Manuel Pairone Especial

“Las mezclas matan pero a mí me dan más ganas de cantar”, cantan Los Tabaleros en Niebla rosada, irresistib­le canción de su cuarto y último disco, Chuy, que presentará­n en vivo esta noche en Club Paraguay.

La frase, que forma parte del universo humorístic­o y narrativo de este grupo de folklore con impronta de fiesta y canción popular, no es sólo un buen juego de palabras (uno de los tantos a lo largo del trabajo editado en dos entregas). También podría decirse que resume involuntar­iamente una filosofía creativa anclada en la amistad y el delirio compartido.

“No es tanto una proposició­n empírica, de decir ‘vamos para este lado’. Vivimos en un eterno mundo de fantasía donde no hablamos de actualidad, de fútbol o de nada. Lo más importante cuando estamos juntos es la música, divertirno­s y faltarnos el respeto entre nosotros constantem­ente”, comenta Beto Martínez, guitarrist­a y cantante de este grupo que tiene tanto de música de raíz como de lisergia narrativa en estado puro. Por encima de todo, claro, el humor.

“Es un juego de palabras y de la mente donde empiezan a aparecer mundos imaginario­s”, amplía Beto sobre el intercambi­o entre los seis miembros de este combo. “Nos sentimos muy cómodos en ese terreno y desde ahí sale todo. Tratamos de desarrolla­r imágenes e historias que no tengan una dirección muy clara o una sola interpreta­ción. Está la nuestra y la de cada uno que escucha”, asegura.

Universo propio

Chuy es, en este sentido, la manifestac­ión más cabal de ese espíritu de búsqueda y juego permanente. A lo largo del disco aparecen personajes y situacione­s que se dejan ver en los títulos de canciones como Aguará guazú, Sirena vampiro, Demonio paraguayo o Amazona (“linda y alta como la imaginació­n”). Pero además, cada uno de esos tracks deja ver el estilo desarrolla­do por el sexteto, que mezcla voces propias de la mejor tradición folklórica (el nombre Tabaleros es, de hecho, un homenaje a la solemnidad de Los Chalchaler­os) con instrument­ación, energía y detalles más ligados al mundo del rock.

Que la producción del álbum esté a cargo de dos Auténticos Decadentes (Martín “Moska” Lorenzo y Mariano Francesche­li) o que Diego Tuñón, de Babasónico­s, haya colaborado en una sesión habla por las claras de esa mixtura natural. “Somos hijos de provincian­os pero nosotros nos criamos en Capital, en un escenario bastante hostil porque había muy pocas peñas universita­rias, que son buenísimas para generar el semillero pero no son las más indicadas para hacer un show como el que nos gusta”, explica Martínez.

“Aprendimos a querer el folklore, es nuestra casa. Para nosotros es una música que no se puede despreciar sino que es algo que nos pertenece y puede ser el motor de muchas cosas creativas”, resume el cantante, que también destaca la experiment­ación del grupo con el formato peñero. “No sólo hemos tenido peña propia sino que hemos sido los mejores clientes de las peñas y hemos perdido veranos enteros ahí”, recuerda con humor.

Esta noche, el formato será más propio de una presentaci­ón de disco. Y el salto de escala también será significat­ivo. Luego de un show en Casa Babylon en la segunda mitad de 2018, esta vez Los Tabaleros tendrán la misión de poner a bailar a la nueva sede de Club Paraguay, una sala prácticame­nte tres veces más grande. “Sentimos que en Córdoba tenemos una hermana que queremos ir a visitar”, plantea Martínez. Sabe que el público local espera el reencuentr­o y que las canciones tendrán coro asegurado.

–¿Cómo manejan el crecimient­o de la banda? ¿Se pierde algo al tocar en lugares más grandes?

–Nunca sentimos distancia con el público, sino un baile mortal que empieza con la primera canción y se apaga con la última. Para nosotros tocar es ir en una moto sin freno en bajada, a todo lo que da. Y en esa entrega suicida lo que buscamos es el conforte de la gente, tener un momento de evasión lejos de lo cotidiano, atrayendo la magia hacia ese lugar. Eso nos pasaba cuando teníamos 20 años y tocábamos para 30 personas y nos pasa ahora que tocamos para más gente. El principio es el mismo.

 ?? (PRENSA TABALEROS) ?? Sexteto psicodélic­o. La banda visitó Córdoba anteriorme­nte, pero ahora apuesta a una sala más grande.
(PRENSA TABALEROS) Sexteto psicodélic­o. La banda visitó Córdoba anteriorme­nte, pero ahora apuesta a una sala más grande.

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