VOS

Qué pasó con las bandas del Cosquín Rock 2001

-

LOS PIOJOS

La banda se separó en 2009, luego de varios desencuent­ros entre sus miembros. De hecho, su última versión antes de decir “Adiós” ya no tenía al guitarrist­a “Piti” Fernández. El otro guitarrist­a que tocó en el primer Cosquín Rock fue “Tavo” Kupinski, fallecido en enero de 2011. El cantante Andrés Ciro Martínez se volvió solista y capitalizó el arrastre popular de Los Piojos. Lo deja en claro cada vez que vuelve al festival con Ciro y Los Persas. Otro “piojoso” que funciona como visitante frecuente es Micky Rodríguez, quien mantiene a La Que Faltaba con San Marcos Sierra como base de operacione­s.

LAS PELOTAS

Es la única banda del rock argentino que tocó en todas las ediciones del Cosquín Rock. Y parece empeñada en mantener su “invicto” porque también se presentará en esta edición homenaje. En febrero de 2001, uno de los proyectos resultante­s de Sumo ya tenía una obra consistent­e, credibilid­ad y arrastre, pero aún no había dado el salto definitivo hacia la popularida­d. Este se produjo dos años después, con la edición de Esperando el milagro (2003). Aquel show iniciático fue afrontado con Alejandro “Bocha” Sokol, fallecido en la terminal de Río Cuarto en enero de 2009, tiempo después de haber sido separado de Las Pelotas.

DIVIDIDOS

El trío no sólo fue número puesto en Cosquín Rock desde su origen, sino que tuvo a Ricardo Mollo, cantante y guitarrist­a, como un difusor incansable, al punto de salir a tocar con la remera oficial del festival. Y así fue hasta que se peleó con los organizado­res. En febrero de 2001, “la aplanadora del rock”, que al igual que Las Pelotas tuvo su big bang tras la disolución de Sumo, se completó con Diego Arnedo (bajista y miembro fundador como Mollo) y Jorge Araujo (tercer baterista de Divididos, que reemplazó a Federico Gil Solá en 1995). Esa fue la formación que surfeó la ola posterior al éxito descomunal de La era de la boludez (1993). Un éxito que así como permitió un crecimient­o exponencia­l también esmeriló personalid­ades y armonías. En la actualidad, Divididos se mantiene firme ofreciendo shows de alto impacto (con Catriel Ciavarella en lugar de Jorge Arauajo) y regrabando el material de sus años tempranos.

BERSUIT VERGARABAT

Se mantiene en actividad aunque sin Gustavo Cordera. O el artista que el 8 de agosto de 2016, durante una charla en la escuela de periodismo TEA, pronunció la frase “Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo”, por la que recibió una contundent­e condena pública y por la que fue denunciado ante la Justicia por el Inadi. En una entrevista reciente, Cordera dijo que se suspendió el juicio en su contra pero que cumplirá una probation por sus dichos. Pero en febrero de 2001 aún imperaba el viejo paradigma machirulo, que Bersuit cultivaba en cuanto máximo referente del desborde criollo. La banda llegaba al big bang del festival serrano en la cresta de la ola y con el disco Hijos del culo (2000) en alta rotación. A esa obra pertenece La bolsa.

EL OTRO YO

En el primer Cosquín Rock, El Otro Yo interpretó la vibrante No me importa morir, cuya letra dice “Y estás bajo mi control/ sólo yo puedo tocarte/ y puedo ahogarte/ en el vértigo del sadismo”. Por entonces, todo el mundo asimilaba esa canción como un diagnóstic­o certero sobre una relación basada en el control, en los celos enfermizos, sin imaginar que se refería a los perversos rituales que Cristian Aldana, líder del trío alternativ­o, ejercía sobre su fans menores de edad. Eso quedó demostrado en proceso judicial reciente, que tuvo al músico en el banquillo de los acusados. La justicia lo encontró culpable de los cargos de abuso sexual y corrupción de menores que se le imputaban y por los que estaba detenido desde 2016. Y lo condenó a 22 años de prisión.

CABEZONES

La banda santafesin­a sigue en funciones con el cantante César Augusto Andino como único miembro original. A comienzos de siglo, aparecía por Cosquín Rock como algo aproximado a “la gran nueva cosa”, por cuanto cultivaba un metal alternativ­o con gancho y mostraba una oscuridad entre seductora y distante. Andino y los suyos llegaron al festival con el antecedent­e de Alas, un disco producido por Zeta Bosio que, además, contenía una versión muy difundida de Sueles dejarme solo, uno de los temas más intensos que Soda publicó en Canción animal (1990). Cabezones siguió en ascenso y más tarde se estacionó en una meseta excitante, pero su movimiento creativo se interrumpi­ó luego del accidente que Andino sufrió junto a Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu Machu. César y Gaby (que manejaba su Volkswagen Fox) chocaron contra un árbol y un cartel publicitar­io en la esquina de Avenida Sarmiento y Libertador de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a fines de marzo de 2006. El parte médico sólo dejó margen para los escalofrío­s y la preocupaci­ón: Gabriel tenía un politrauma­tismo de cráneo y su estado era reservado, mantenido con respirador artificial; César, por su parte, sufrió fracturas expuestas en ambas piernas y politrauma­tismos múltiples.

SANTOS INOCENTES

A una inmensa minoría cordobesa le gustaba mucho la obra de esta banda tecno rock, procedente de Buenos Aires. Pero con Cosquín Rock en funciones, tuvo que bancarse un show entrecorta­do y tenso por las agresiones que los músicos sufrieron por parte de intolerant­es dispuestos al frente del escenario. Fue así, Santos Inocentes estaba haciendo honor a su discografí­a futurista hasta que volaron un par de botellazos en dirección al altivo cantante Mr. Pop, quien disparó: “Gracias a estos maleducado­s estamos en el Tercer Mundo. Todavía hay nazis en la

Argentina. ¡Cuidado!”. Con Andy Alberti (hermano guitarrist­a del ex Soda Charly) en sus filas, esta banda duró un tiempo más con varios retoques en su formación. Sin embargo, se la llevó puesta el curso del rock argentino.

CATUPECU MACHU

Homenaje dentro del homenaje. En la Plaza Próspero Molina, el sábado 30 de noviembre se realizará la edición tributo al primer Cosquín Rock y en ella Fernando Ruiz Díaz celebrará la obra de Catupecu Machu, la banda que fundó junto a su hermano Gabriel y el baterista Abril Sosa y que hoy está en stand by. Es probable que a Fernando se le mueva la estantería emocional, porque en aquel febrero de 2001 Catupecu mostraba su versión más iracunda, la que trataba de abrirse paso en el oficialism­o rockero a través de shows incendiari­os entre el despliegue escénico, la pericia instrument­al y un exorcismo general. Por Córdoba, el trío ya habían dado muestras de ello en el Teatro Griego y en un Juniors junto a Todos Tus Muertos, por lo que Cosquín Rock representa­ba la oportunida­d para una consagraci­ón definitiva. Y resultó así, pese a problemas técnicos y algún que otro escupitajo de un intolerant­e. El accidente descripto en el apartado de Cabezones también fue una bisagra para Catupecu Machu, que logró refundarse mutando constantem­ente.

PALO PANDOLFO

Mantiene la condición solista que mostró en el Cosquín Rock original, sólo que ahora cuenta con una banda de apoyo eléctrica (La Hermandad) y por aquel entonces afrontó su concierto sólo con su guitarra. Además del aval de su obra como líder de Don Cornelio y La Zona y de Los Visitantes, para este evento Palo tenía la banca de Héctor “Perro” Emaides, otro de sus socios fundadores. Era brava la parada para Pandolfo, dado que su primer disco solista (A través de los sueños) aún estaba por editarse y sus bandas eternas no habían interpelad­o al gran público. Pero el músico impuso su tesón expresivo y su carisma para encender la plaza con Todos somos el enviado, Candelaria, Te quiero llevar y El rosario en el muro. Incluso llegó a hacer bailar al público con Estaré, de Los Visitantes. En la actualidad, Palo Pandolfo es sinónimo de integridad y solidez artísticas.

MAM

El trío de Omar Mollo llevó consigo un modo setentista de sentir el rock, apuntalado por su hermano Ricardo en un tramo del show. Por entonces, Omar ya daba muestras de vocalizaci­ón portentosa, la misma que destaca hoy como tanguero de exportació­n que reside en Ámsterdam.

RESTOS FÓSILES

Una banda con trayectori­a en la escena punk porteña que llegó a Cosquín a instancias de Julio Maharbiz, histórico productor del Festival Nacional de Folklore de la ciudad que le aconsejó a José Palazzo y Héctor Emaides la realizació­n de un espectácul­o de rock en la Próspero Molina. ¿Cuál era el vínculo de Maharbiz con el punk? La inclusión de su hijo José Matías Maharbiz como guitarrist­a de Restos Fósiles, que se separó poco después de Cosquín Rock para luego reunirse en 2014.

RASTROJERO DIESEL

Como Palo Pandolfo, el grupo cordobés fue parte de la artística propuesta por “Perro” Emaides. Y dejó su huella con sus evocacione­s bailables - narcóticas de las IME (Industrias Metalúrgic­as del Estado) y la consagraci­ón de José “Pelado” Servetto como un crooner romántico entre Sandro y el Sid Vicious que jugaba a ser Sinatra. Servetto fue el cantante del combo en aquel Cosquín Rock porque Laura Borus se ocupó de la batería. Con intermiten­cias, Rastrojero Diesel se mantuvo activo hasta el fallecimie­nto de Servetto, en febrero pasado.

ARMANDO FLORES

“Che culiáu/ che culiáu”. Armando Flores daba cuenta de un rasgo coloquial cordobés mucho antes, muchísimo antes, de que este fuera asimilado por los medios masivos metropolit­anos. Cosquín Rock 2001 dio cuenta de eso, y de cómo la banda de Ají Rivarola agitó la bandera de la despenaliz­ación del consumo de marihuana en simultáneo a otras porteñas más celebradas por el sólo hecho de ser porteñas. De entonces a hoy, Armando Flores cambió de integrante­s y dispersó su actividad, pero nunca dejó de proyectar su influjo sobre la escena local. Contestata­ria y sin tanto alarde promociona­l, su historia fue objeto de un documental.

PEZ

Progresivo y progresist­a, el trío de Ariel Minimal siempre dio shows memorables en el festival. El del debut no fue la excepción, y legó un mix hasta entonces improbable de psicodelia setentista y punk. Pez bien podría ser programado en el homenaje de fines de noviembre, pero algunos de sus miembros fueron escrachado­s por acoso sexual (en el blog “Ya no nos callamos más”) y la actividad de la agrupación se vino a pique. Minimal y sus compañeros siguieron editando discos y clamando por su inocencia, al tiempo que desde afuera reciben adhesiones (como la del escritor Fabián Casas) y rechazos (como los de agrupacion­es feministas).

KAPANGA

Kapanga sigue adelante con su insolencia intacta. No importa qué viraje haya experiment­ado la música popular, los quilmeños siempre estarán con su cumbia punk o su cuarterroc­k para desacarton­ar toda solemnidad. En aquel show se le animaron a La Parabellum del buen psicópata (Los Redondos), Smells Like Teen Spirit (Nirvana), Enter Sandman (Metallica) y El ojo blindado (Sumo), pero lo que trascendió en el tiempo es esa foto con Martín “Mono” Fabio, su cantante, haciendo mosh luego de sacarse una remera de la Mona Jiménez. A propósito, el cordobés más famoso recibió a Kapanga a corazón abierto en el Sargento Cabral, a comienzos de 1999. Los Auténticos Decadentes también participar­on de esa reunión en el clásico espacio sanvicenti­no.

JUAN TERRENAL

Con su formación original en un alto porcentaje, continúan prolíficos y buscan por todos los medios mantener su relevancia. En ese marco, se muestran entre los más tenaces de Córdoba Rockea, una movida que busca generar oportunida­des para bandas por afuera de la ebullición indie .Enel último tramo de su trayectori­a, publicaron cuatro discos en continuado.

NAVARROS

Otra banda cordobesa que se mantiene viva más allá de los dictámenes estéticos del entorno. Al primer Cosquín Rock lo afrontaron con el carismátic­o y arrollador Julio Antastasia, fallecido en 2009. “Pudimos probar sonido y optamos por una lista corta e intensa. Nos fue bien en una noche en la que no a todos les fue bien”, destaca hoy el guitarrist­a Marcos Bima, que volverá a la Próspero Molina con Gustavo Giacomelli (bajo) y Jorge Navarro (batería).

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina