Cómo se come en Paseo Kermés
Los creadores del restaurante de cocina española Bocados expandieron su influencia en Paseo Kermés.
Paseo Kermés es la nueva propuesta de barrio General Paz en materia gastronómica. Es un espacio que ha adquirido una fisonomía para recomendar, por la variedad y la calidad de sus propuestas.
El chef Maximiliano Moll, de Bocados (el restaurante contiguo), junto a su equipo de trabajo se hizo cargo de casi la totalidad de los locales de la ex Galería Mercato, donde él también ya administraba la hamburguesería Moll & Co.
Moll, hombre destacado de la cocina cordobesa, ya había tomado las riendas del terreno colindante con Mercato, abriendo su propia cervecería en un contenedor, por lo cual además de Bocados y Mercato, el paseo se completa con ese espacio al aire libre.
Así nació Paseo Kermés, lugar descontracturado, informal, de oferta variada, que logra mantener un nivel parejo en materia gastronómica en casi toda la galería.
Como explica la carta, la pizza napolitana “no es una variedad de pizza sino un estilo de elaboración de la pizza”. Es un estilo poco difundido en Córdoba, que en pizzas a la piedra ha importado la del norte de Italia (masa más amplia y base más firme).
Recién este año se dieron a conocer dos lugares además de este con esta pizza que destaca “una masa tierna, delgada y esponjosa, con un borde alto y suave”: Alto Ghandi en Valle Escondido, Pizza Madre en el Centro y ahora Paseo Kermés.
La suavidad de la masa (por la levadura natural o “masa madre”, por la calidad de la harina empleada, por el tiempo de leudado que va de 36 a 48 horas) contrasta con la delgada línea crocante que le otorga en su micro superficie el choque térmico de 400 grados, que las cocina en menos de dos minutos.
Nosotros pedimos la clásica Margarita (salsa de tomate fresco, mozzarella y albahaca), que aquí se llama Para Vos Vecina ($ 200). Es una pizza de cuatro porciones, para un almuerzo o cena individual, pero también puede servir como entrada para dos personas.
La pizza ya está aprobada por eso el segundo paso de esta cena será un plato de parrilla que, como buen pionero que es este chef oriundo de General Deheza, ya trabaja con las parrillas, hornos y ahumadores de cerámica kamado. A la vista.
Dicen que el kamado es el secreto mejor guardado de la cocina japonesa y hay una linda historia por detrás de esta herramienta, pero lo que aquí importa es que comimos un muy buen Ojo de bife con guarnición triple a $ 500. ¿Las bebidas? Cervezas de la casa: Irish Red ($ 165 la pinta).
El ojo (que en criollo significa costeleta redonda sin hueso) llega en su punto solicitado (la virtud no sólo está en lograrlo sino en preguntarlo). Para destacar, el pocillo de sal gruesa condimentada para ajustar sabores y las tres cazuelas que acompañan al bife. Por un lado, una ensalada mixta con lechuguín, tomates cherry, cebolla morada y rúcula hidropónica. Bien fresco. Por otro lado, una ensalada tibia de vegetales a la plancha (berenjena, zucchini, calabaza, pimiento). Mucho sabor. Y por último, las infaltables papas fritas, en este caso en gajos.
A la hora del postre la variedad no es tan importante: Crumble de manzanas, Marquise de chocolate y Lemon pie ($ 190). Probamos el último y se dejó comer hasta la última cucharada, cosa que no es fácil si el dulce no logra un equilibrio justo entre los componentes.
Para terminar, probamos un cóctel que se llama Pichón y ojudo. Un cierre imbatible.